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NEFÉS
A LA ALTURA DE LAS CIRCUNSTANCIAS
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Título: Nefés.
Dirección y coreografía: Pina Bausch.
Escenografía y vídeo: Peter Pabst.
Vestuario: Marion Cito.
Fotografía: Úrsula Kaufmann
Bailarines: Ruth Amarante, Pablo Aran Gimeno, Rainer Behr, Andrey Berezin, Damiano Ottavio Bigi, Silvia Farias, Ditta Miranda Jasjfi, Na Young Kim, Daphnis Kokkinos, Melanie Maurin, Pascal Merighi, Cristiana Morganti, Nazareth Panadero, Jorge Puerta Armenta, Azusa Seyama, Shantala Shivalingappa, Michael Strecker, Fernando Suels Mendoza, Kenji Takagi, Anna Wehsarg.
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 2 – XI - 2006. |
FOTO: ÚRSULA KAUFMANN |
Mucho se espera siempre de Pina Bausch y, desde luego, no ha decepcionado en esta ocasión. Nefés es un espectáculo ambicioso, limpio y brillante. De espléndida factura formal, fiel a su estética, original y poderoso. Las tres horas de duración transcurren ligeras, conducidas por el lirismo sutil de la coreografía y por el leve humor de una cuidada, aunque imperceptible, dramaturgia. La reacción entusiasmada del público al final de la función parecía sancionar inequívocamente la aprobación al trabajo de la coreógrafa alemana.
FOTO: ÚRSULA KAUFMANN |
Nefés tiene un referente en la cultura turca, pero su tratamiento es poliédrico y versátil, cambiante, en un continuo proceso de mestizaje y de entrelazamiento de imágenes y situaciones que transitan con levedad desde la Turquía que constituye el leit motiv del espectáculo a temas y asuntos universales, desde la relación amorosa hasta el placer de la mesa. Precisamente, el recurso a las ritualidades, íntimas, irónicas o burlescas, habitualmente, constantes a lo largo del espectáculo, se apoya en los aspectos festivos de la comida y de la bebida, en brindis y banquetes, en encuentros y desencuentros, y se prolonga en juegos metateatrales, en fracturas deliberadas, en recurrencias sorprendentes, en situaciones insólitas o en guiños al espectador. |
Pero es sobre todo la generosa y sugestiva acumulación de imágenes, líricas y delicadas en ocasiones, potentes y hasta punzantes en otras, de inquietante belleza plástica siempre. Las nociones de reciprocidad, de solidaridad, de encuentro, de intercambio y enriquecimiento humano atraviesan Nefés, pero su expresión está impregnada por un humor que, en ocasiones, se transforma en abierta comicidad, o en una propuesta cómplice. La simpatía, el deseo de recorrer el camino con el espectador hacen de Nefés no sólo un ejercicio de virtuosismo y de perfección técnica, sino también un espacio común entrañable y hermoso.
FOTO: ÚRSULA KAUFMANN |
El universo de Pina Bausch, aparentemente disperso y aleatorio, inesperado y casi caprichoso revela como pocos la percepción contemporánea de un mundo que no se presenta como un todo coherente, sino como una fragmentación diversa y plural, inquietante y bella a un tiempo, deliberadamente inconexa, cuyo único vínculo puede encontrarse precisamente en esa búsqueda de la solidaridad, en ese juego de cadenas humanas que emergen en diversos momentos del espectáculo y que cierran la función con una poderosa imagen de acción mutua, de adhesión y hasta de compañerismo.
A todo ello cabe sumar la belleza del vestuario y de la música, en un escenario que permanece desnudo durante casi todo el espectáculo, aunque en breves momentos la desnudez se ve interrumpida por alguna la proyección o por una sencilla transparencia que permite interesantes efectos. Entre las proyecciones, merece recordarse la secuencia en la que el tráfico avasalla un espacio del que huyen despavoridos dos bailarines, que establecen una suerte de diálogo entre la fisicidad de los cuerpos y la mecanización del movimiento de los automóviles tal como lo recoge la cinta, y que contrasta con la serenidad y la armonía de casi todos los demás pasajes del espectáculo.
No es preciso insistir en la extraordinaria calidad técnica de los bailarines o en la precisión de las transiciones y movimientos. En definitiva, un trabajo fascinante y ejemplar. |