.:: Crítica Teatro ::.

DOS MENOS
UN INTELIGENTE, AGRADABLE Y DIVERTIDO
TRABAJO ACTORAL DE UNA TIERNA HISTORIA

Título: Dos menos
Autor: Samuel Benchetrit
Versión: Fernando Masllorens y Federico González Pino
Escenografía basada sobre la idea original: Alberto Negrín
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Sofía de Nunzio
Sonido: Virginia Martínez Lastra y Ernesto Candenas
Adaptación escenografía: Emilio Valenzuela
Asesoramiento coreográfico: Elizabeth de Chapeaurouge
Asistente de vestuario: Denisse Massri
Comunicación visual: Estudio Ka-Gabriel Kogan/Hawork StudioÁlberto Valle
Técnico de Iluminación: Alfredo Medina
Maquinistas: Juan José Andreú y Álvaro Gallego
Regidor: Javier Zapardiel
Gerente: Sagrario Sánchez
Transporte: Transpet
Realización vestuario: Mirta Dufour/Voldymyr Hlavadszyy/Patricia Terán
Realización escenografía: Mambo Decorados
Realización calzado: José Romero
Prensa: Ángel Galán
Producción ejecutiva: Olvido Orovio
Dirección de producción: Ana Jelin
Productores generales: Productores Teatrales Contemporáneaas S.L., Pablo Kompel y Sebastián Blutrach
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas S.L. Ana Jelin, Lola Graiño, Olvido Orovio
Intérpretes: Héctor Alterio, Pepe Sacristán, Cecilia Solaguren y Nicolás Vega
Director: Oscar Martínez
Estreno en Madrid: Teatro Fernán Gómez,
15 – I -2009

PEPE SACRISTÁN/HÉCTOR ALTERIO

CECILIA SOLAGUREN

NICOLÁS VEGA

De insólito se puede decir la expectación que ha suscitado Dos menos de Samuel Benchetrit, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Se ha colgado el cartel de “Agotadas las localidades para todos los días” Y eso días finalizan el 22 de febrero.
 

PEPE SACRISTÁN/HÉCTOR ALTERIO
Sin quitar mérito al texto, que lo tiene, hay un ingrediente fundamental: los nombres de Héctor Alterio y Pepe Sacristán. Actores de sobras conocidos por el gran público, gracias al mundo del cine. No se oculta que el conocimiento previo de los actores siempre sirve de reclamo y más en este caso ya que sus interpretaciones cinematográficas, en general, han sido muy aplaudidas. Pero, también, en todos estos últimos años ambos actores se han prodigado, temporada tras temporada, en la cartelera teatral, refrendando sus valías como grandes intérpretes de teatro.

Otro de los reclamos, aunque creo que éste en menor grado, es el éxito que obtuvieron con este texto en Buenos aires, que fue donde se estrenó. Sea cual fuere el secreto del éxito, la realidad es que el cartelito de “no hay entradas” se ha colgado y el público no sale defraudado.


HÉCTOR ALTERIO/PEPE SCRISTÁN

El joven autor Samuel Benchetrit no es muy conocido en nuestras tierras. Acerca de él, el lector puede obtener información en nuestra página web www.madridteatro.net, y por ello no me voy a detener en su biografía como autor dramático. Lo que nos presenta es una tierna historia de dos seres, desconocidos entre ellos, al final de sus vidas. Los ha reunido la habitación de un hospital, unificándolos en sus destinos una enfermedad terminal. Para uno de ellos (Pepe Sacristán) la ya tan familiar metástasis, y para el otro (Héctor Alterio) sus inservibles ganglios. Este encuentro y el anuncio inmediato de sus muertes – una semana aproximadamente, esputada por un gélido médico más propio de la imaginación terrorífica que de la realidad -, les impele a disfrutar del último álito de vida que les queda. Lo que sucede es que esa vida no está entre los asépticos olores del hospital, sino en los de la naturaleza: en el exterior. Dicho y hecho: en pijama – un acierto el vestuario concebido por Sofía de Nunzio para ambos ancianos, ya que opta por un tipo de pijamas que, a juzgar por sus dibujos, podrían pasar por trajes, con lo cual no desentonan en esa fuga, aunque fuese real - y con el goteo a cuestas emprenden la huída al lugar de no se sabe dónde. A partir de entonces y con un viaje entreverado por el encuentro de varios personajes, se verán envueltos en una efímera trama y sentimental, con algo de intriga: la búsqueda del padre de una criatura, y la búsqueda de un hijo/a perdido/a, amén de un repaso de su vidas que como una ola trae consigo el pasado de allende los mares de la vida.

Esa ola que da un revolcón a los personajes les lanza a un viaje retrospectivo de sus propias vidas y de su entorno. Tal viaje está abierto a múltiples interpretaciones: desde un viaje al interior de la mente, hasta un viaje real puesto que lo único que consiguen avanzar estos dos ancianos es un alejamiento de 200 metros. Esta es la gran virtud del texto: permitir que la imaginación del espectador vuele.


PEPE SACRISTÁN

Óscar Martínez – el director de esta puesta en escena – ha optado por una clave no totalmente realista en cuanto el espacio escénico, basada en una idea de Alberto Negrín. Digo no totalmente realista porque ese espacio es híbrido: las paredes huyen de dicho realismo, pero no el mobiliario. Tal mobiliario realista es sólo un apunte – que puede ser perfectamente imaginativo – para situar el espacio nuevo de ese viaje. Y ya que me he precipitado en el espacio escénico, hay que subrayar que es un gran acierto en su concepción y en lo que respecta a la fluidez de las transiciones que mecánicamente funciona a la perfección. El discreto cambio de ambientes proporciona variedad a la narración.

Volviendo a la concepción del viaje interior a dúo o  personal de cada uno – que también es posible -, sí hay algunas claves que con un tratamiento realista restallarían. Tales indicios se encuentran en los personajes, llamémosle secundarios, que sirven para que la acción prosiga su curso: hospital, autopista con embarazada, apartamento, baile de salón, malecón en el lago y hospital. Mientras que la escritura verbal de los dos ancianos y su corporalidad es creíble en términos realistas, aunque con toques de humor que a veces rozan el surrealismo y el absurdo, en los personajes secundarios este surrealismo es más notorio. Podrían ser muy bien personajes engendrados por Miguel Mihura o autores similares. Óscar ha subrayado este aspecto en la interpretación de os mencionados personajes secundarios, con acierto y humor. Pero, de todos modos, la frontera entre lo real y lo irreal es tan sutil en la vida cotidiana vida real que, incluso aquí, podría pasar por real.


HÉCTOR ALTERIO

El diálogo entre ambos personajes termina por ser un repaso, siempre con humor, de temas humanos sangrantes: la infidelidad, el abandono del hogar, la esclavitud de un adocenado y oculto trabajo, pero también la ilusión de un futuro en el encuentro amoroso. Vamos, todo un culebrón si los personajes no se distanciasen de sus vidas. Hay, pues, un inteligente tratamiento de los contenidos que enganchan al espectador desde el principio al final. Termina por ser una tierna tragicomedia de la vida humana, potenciada por un ágil diálogo. Samuel Benchetrit parece gustar de ofrecernos una visión optimista del enfrentamiento con la muerte.

Dos menos es y será siempre, fundamentalmente, un mano a mano de dos actores. Es obra de actores y esto lo ha entendido muy bien Óscar Martínez en su dirección, poniendo el protagonismo en Héctor Alterio y Pepe Sacristán. Y también lo han entendido muy bien Héctor y Pepe. Uno y otro crean, verbal y corporalmente, unos personajes muy verosímiles que nos seducen. Es un trabajo de interpretación muy minucioso y lleno de matices, que definen bien las dos personalidades de los dos ancianos. Llama la atención el fino trabajo de Héctor Alterio, hasta el punto de confundirse actor y personaje.

Cecilia Solaguren y Nicolás Vega se desdoblan en varios personajes cada uno con una personalidad distinta, que componen bien y de no fácil interpretación una vez que no soportan la clave realista. Todo va bien en el texto de Samuel Benchetrit hasta que llegamos al pasaje den encuentro padre-hija. Hasta el momento el autor ha dejado volar la imaginación del espectador a lo largo de toda la representación. Así como resuelve bien el encuentro de la embarazada y el posible padre del bebé recién nacido, no sucede lo mismo en este final. ¿O es una pequeña broma que remeda los finales felices de los culebrones, una vez que todo puede suceder en la mente de los protagonistas? No sé, demasiado sentimentalismo “culebronero”. Claro que como estamos al final y nos ha ido interesando y entreteniendo toda la historia, podemos hacer una concesión a la galería y aceptarlo.

He hablado de la fluidez de un texto fragmentado en escenas que Óscar sabe hilvanar muy bien. No obstante, hay un momento en que la tal fluidez se rompe: el momento en que el personaje de Héctor Alterio, narra su vida. Hasta esa escena, Samuel Benchetrit no ha caído en la trampa de monologar en exceso el pasado de sus personajes. Sus historias se han ido entretejiendo en diálogos y acciones, sin embargo en la historia que nos cuenta Héctor Alterio – divertida, irónica  y muy bien contada, ese es otro cantar - hay como una ruptura en la estructura dramática. Y tal ruptura se vislumbra también en el resto de los actores: tiene que escuchar demasiado tiempo sin intervenir.

PEPE SACRISTÁN

HÉCTOR ALTERIO

Dicho esto, Dos menos es un inteligente, agradable y divertido trabajo actoral de una tierna historia, de la cual aceptamos ciertos convencionalismos, y que nos hace pensar. Hay algo más: tras el humor y cierta bendita ironía se intuye una amable crítica de las relaciones humanas y de la soledad de quienes tienen que abandonar este mundo porque han emprendido un nuevo caminar.

Inspirado y sugerente el plástico instante final de los dos ancianos cuyas siluetas negras se recortan sobre el luminoso ciclorama: la luz al final del túnel.


José Ramón Díaz Sande
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TEATRO FERNÁN GÓMEZ
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