.:: Crítica Teatro ::.

RESEÑA 1992
NUM. 224, pp. 20

EL VIAJE DE KANT A AMERICA...

¿El ocaso de la razón?

En los finales de los años 80 el Centro Dramático Nacional optó por textos y autores no al uso. Requerían un público que no era el de toda la vida. Para ello creó una sección nocturna. En ella entró este Thomas Bernhard que juega con Kant y la razón.

Título: El viaje de Kant a América o Papagayo en alta mar.
Autor: Thomas Bernhard.
Producción: Teatro Arriaga y CDN.
Escenografía y vestuario: José Ibarrola.
Intérpretes: Davo Pinilla, Ana Lucía Villate, Mariví Bilbao, Paco Obregón,
Lander Iglesias, Jon Ariño, Jesús Peñas, Josu Bilbao, Helena Dueñas, Jorge Santos, Kuko.
Dirección: Gustavo Tambascio.
Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero (CDN), 8 – XI - 91.

Ha vuelto el CDN a su programación nocturna en la que incluye trabajos que llegan con más dificultad al gran público, y parece acertado ese cauce para la presentación de textos y autores inéditos o poco conocidos. En esta ocasión llega a las tablas una pieza de Thomas Bernhard, escritor austríaco más famoso como novelista que como dramaturgo, representado por el grupo teatral vasco Salitre.

El viaje de Kant a América o Papagayo en alta mar, calificada de comedia por su autor, es más bien una farsa en la que Kant realiza un imaginario -y casi esperpéntico- viaje a América en un transatlántico para ser curado de una grave enfermedad de los ojos. La farsa sugiere, a través de unos símbolos que no siempre funcionan, la idea de la ruina de una civilización basada en la razón. Las luces de la razón que personifica casi por antonomasia el autor de La crítica de la razón pura, contrastan con la visión sarcástica y desolada del mundo que ofrece el escritor austríaco: la luz que se apaga en los ojos de Kant y la esperanza vana de recuperarla en América le inducen a iniciar este verdadero viaje a ninguna parte, símbolo del fracaso de la existencia del hombre y de las luces de su razón frente a un mundo despiadado, frívolo, insolidario y grotesco. El Titanic, motivo recurrente en Bernhard y símbolo de la obra inacabada, que es citado en diversas ocasiones y se asocia inevitablemente al transatlántico de opereta en el que viaja el profesor, sugiere la destrucción y la inutilidad de cualquier empeño duradero o profundo. El propio pensador ofrece una imagen risible y tragicómica con sus manías y sus discursos inacabados, inconexos y ridículamente solemnes en los que nada explica. Pero ese cruel contraste entre la grandeza que los demás admiran en él y el mundo absurdo en el que se ve inmerso, se culmina con la figura del papagayo Federico, «alter ego» del filósofo y repetidor mecánico de su pensamiento.

Estos contrastes y la idea central de la pieza se parecen a los que vertebran la obra que años más tarde escribió Alfonso Sartre sobre la figura de Kant anciano, penosa y patética sombra de sí mismo.

La construcción de una farsa, cuyo estilo e ideas no escapan al paso del tiempo, resulta en muchos momentos tediosa y repetitiva. Curiosamente la comicidad, muy elemental, aparece tan sólo con la irrupción en escena de un personaje estrafalario - la millonaria - y próximo a muchos tipos vistos en la comedia convencional, y rara vez en los recursos expresionistas con los que supuestamente se plasman los elementos centrales de la obra.

El montaje de Salitre tiene algunos aciertos: por ejemplo, el cuadro de la cena a bordo el último día de la travesía consigue una gran belleza plástica, fundamentalmente mediante los juegos de luces, utilizados con acierto a lo largo del espectáculo, o el dinamismo con el que se soluciona la prolija situación del cuadro segundo. Pero tiene también algunos errores: la solución excesivamente convencional que se da al desenlace, el escaso rigor en la interpretación de algunos papeles secundarios, y, sobre todo, las interminables transiciones. A pesar de ello, ha de valorarse el riesgo asumido por el grupo. La exigua encarnadura teatral del texto hacía casi imposible un espectáculo brillante.


Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla


Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero
Director: Gerardo Vera
C/ Tamayo y Baus, 4
28004 – Madrid
Metro: Colón, Banco de España, Chueca.
Bus: 5,14,27,37,45,52,150
RENFE: Recoletos
Parking: Marqués de la Ensenada,
Pz de Colón, Pza del Rey.