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(CÓMO SER LEONARDO)
UN LEONARDO MÁS HUMANO
Y
CON LOS PIES SOBRE LA TIRERRA

Título: Cyrano
Autor: Julio Salvatierra
Espacio escénico: Teatro Meridional
Música: Óscar Sánchez Zafra
Iluminación: Teatro Meridional
Técnicos de iluminación, sonido y video: Lalo Gallego/José Antonio Martín
Vestuario: Pepe Uría
Fotografía y Video: Julio Salvatierra
Producción: Teatro Meridional
Colaboración: Comunidad de Madrid, Inaem
Distribución: Producciones Cachivache S.L.
Intérpretes: Álvaro Lavín (Leonardo), Marina Szerezevski (Leonardo), Óscar Sánchez Zafra(Leonardo) , Paloma Vidal (Leonardo) , Pepa Zaragoza (sustituciones)
Dirección: Álvaro Lavín
Estreno absoluto en Madrid: Centro Cultural de la Villa, 4 – X -2006.

ÓSCAR SÁNHEZ/ M. SZEREZEVSKI

ÁLVARO LAVÍN/PALOMA VIDAL

Leonardo da Vinci siempre ha estado presente en el mundo occidental. El que más o el que menos lo conocía. Unos por sus pinturas, otros por sus cacareados inventos que se adelantaron a su tiempo y hay quien La Gioconda les transportaba a Leonardo. Tanto de una como de otro se ha especulado mucho. Pero la fama – a nivel de vulgo - le llegó en estos últimos años – a una y otro – con motivo de la novela El Código Da Vinci, en el que se mete a Leonardo en una secta secreta, hasta ahora. La película ha terminado por darle mayor divulgación y el DVD lo introducirá en los hogares. Por declaraciones del Teatro Meridional, ésta última parte no les ha satisfecho mucho. Ellos habían comenzado antes a investigar sobre la poliédrica personalidad del de Da Vinci.

El Teatro Meridional llega al Centro Cultural de la Villa de Madrid, con calidad de Estreno Absoluto con:

(CÓMO SER LEONARDO)

con esta grafía, desproporción de letras y entre paréntesis. La obra será retomada en el Festival de Otoño de Madrid, en una gira por la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid (Becerril de la Sierra, Alcalá de Henares, Mejorada del Campo, San Martín de la Vega, Collado Villalba, Tres Cantos).

Lo que vemos sobre el escenario no es una biografía. Hubiera sido una temeridad, puesto que el propio Leonardo ha trascendido su propia historia. Se conocen sus obras y sus utopías, pero menos su vida cotidiana. Leonardo se ha convertido en un mito y se ha pensado en él como un visionario de la técnica futura. Es a partir del mito desde donde se construye este montaje teatral.

Al llegar al teatro, a telón alzado, sobre una gran pantalla están proyectadas varias pinturas emblemáticas de Leonardo. Lo que parece ser un mero collage ordenado de cuadros, hace detener la atención del espectador. Expresiones, ojos, brazos y respiración de las figuras poseen vida. Se mueven, gracias a las nuevas técnicas informáticas. Ello produce cierta hilaridad, la cual será la clave de todo el espectáculo.
 
Quién sea realmente Leonardo, no lo sabemos y por ello, desde el principio cuatro actores – dos ellas y dos ellos – buscan como Diógenes (Sínope, la actual Turquía, 413 a.C) con el candil. Diógenes buscaba “a un hombre de verdad, uno que viva por sí mismo, no un indiferenciado miembro del rebaño”. En nuestro caso se puede intuir que los cuatro actores – personas si nos identificamos con ellos – buscan también a un hombre: Leonardo. No sé si la inspiración le ha venido al Teatro Meridional a partir del cínico Diógenes.
DIÓGENES Y SU CASA BIDÓN

Los cuatro actores visten un idéntico sayal de lino blanco y zapatillas-botas de esparto y tela, que evocan la posible vestimenta de Leonardo y su época. En tal búsqueda hay también una identidad. Confiesan ante el público “Yo soy Leonardo” y así los cuatro. Con lo cual ya está planteada la primera cuestión: todos podemos ser Leonardo, puesto que el ser Leonardo es algo más que una persona. Es una actitud ante la vida: la de estar con los ojos abiertos a todo y a todos. Consecuentemente con este planteamiento a Leonardo lo irán interpretando alternativamente los cuatro.
 


ÁLVARO LAVÍN/ ÓSCAR SÁNCHEZ
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL
De nuevo la clave del humor es la que impera, pero no como un “tomar a chanza” a Leonardo y su tiempo, sino como un acercarse a él desde una perspectiva de lo que pudo ser: un hombre divertido que llevado por su grandísima imaginación emprendía trabajos simultáneamente, dejándolos a medio terminar para retomarlos después o bien intuiciones que quedaban solamente sobre el papel. Esta gran capacidad le llevaba a ser un gran humanista (hombre que aparece en el Renacimiento, ávido de abarcar todas las artes y las ciencias y lo más opuesto a la enclaustración especializada), pero al mismo tiempo era su limitación ante sus coetáneos. Éstos sufren sus retrasos y se encabritan: tiene que terminar un libro, La Gioconda no acaba de ser entregada a sus dueños y así sucesivamente. El espíritu de Leonardo aparece como el de un joven que está abierto a todo y a todos y en el que las amarguras de la vida no consiguen doblegarle hacia un pesimismo. Es este espíritu el que parece reivindicar el Teatro Meridional para el hombre del siglo XXI.

La poética utilizada es la que ya ha marcado su trayectoria: un cierto minimalismo en la puesta en escena, aunque aquí se sofistifica un poco más al recurrir a las técnicas del Video, hasta el punto de morfear (efecto informático que consigue ir transformando el rostro u objeto de una imagen hacia a otro en solución de continuidad) el rostro de La Gioconda hacia la actriz que la interpreta. Pero el conjunto es la sobriedad apoyándose como siempre en la interpretación de los actores y en un ingenioso vestuario que con mínimos aditamentos, consigue evocar eficazmente toda una época y la construcción de los diversos personajes.

La poliédrica figura de Leonardo plásticamente se consigue repartiendo su personalidad entre los cuatro actores y lógicamente el resto de los otros tres pasan a encarnar a los personajes restantes. Un bonito e inteligente juego.
 
La comicidad está siempre presente en todos ellos. Ésta sirve en los personajes secundarios para dar irónicas pinceladas sobre la sociedad, la cual aparece mucho más codiciosa e interesada que las elevaciones del propio Leonardo. Es especialmente hilarante la secuencia del retrato de La Gioconda. Cuadro de los más emblemáticos y misteriosos de Leonardo y muy alabado por la enigmática sonrisa de la dama y sobre la que ha habido un sinfín de especulaciones, queda aquí un tanto desmitificada. Como siempre hay un gran control del ritmo que impide al público dejar de estar en tensión. Buena parte de ello se debe a la eficacia de los cuatro actores.
ÁLVARO LAVÍN/ÓSCAR SÁNCHEZ
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

El modo cómico del tratamiento sobre Leonardo, hace que este personaje excesivamente mitificado, desvele sus limitaciones y éstas le hacen más humano. Le acercan más a nosotros. Teatro Meridional hace que Leonardo ponga sus pies sobre la tierra.

Con Cyrano y Leonardo, el Teatro Meridional vuelve a los orígenes del teatro y, burla burlando, entrega retales de la vida humana a los espectadores sin aburrirles.


José Ramón Díaz Sande
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