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JOSÉ OVEJERO

IRRUMPE EN EL TEATRO

con

LOS POLÍTICOS
y
LA PLAGA

José Ovejero nació en Madrid en 1958. De larga trayectoria literaria afronta el teatro por vez primera con dos títulos: Los políticos y La Plaga que publica la Editorial Funambulista (*) en el año 2007.


El nombre de Funambulista tiene su razón de ser y el haberlo  escogido es porque en su filosofía, como editorial, está la frase de Roger Caillois en su comentario al Zaraustra de Nietzsche:

“Sólo logra su objetivo confiando en el vértigo
y no intentando resistirse a ello”

 

José Ovejero es autor difícil de encasillar en un género o un estilo, y de él Ricardo Senabre ha dicho: “Ovejero es un maestro dibujando personajes”.
ha publicado

  • Libros de cuentos: Qué raros son los hombres (2000) y Mujeres que viajan solas (2004);
  • Poesía: Biografía del explorador, ganador del Premio Ciudad de Irún en 1993 y más re­cientemente El estado de la nación (2002);
  • Literatura de via­jes: Bruselas (1996) y China para hipocon­dríacos (Premio Grandes Viajeros 1998),
  • Novelas, que van desde una obra casi épica como Afzoranza del héroe (1996) a una narración urbana y minimalista como Un mal año para Miki (2003); sin olvidar su última novela, Las vidas ajenas, ganadora del Premio Primavera 2005.

Ese mismo año la editorial Funambulista reeditó en su serie Mares Negros una de sus novelas más exitosas, Huir de Palermo. Publicará próximamente su nueva novela Nunca pasa nada.

Además, Ovejero colabora regularmeme con sus artículos - muchas veces polémicos - en diferentes periódicos y revistas. Actualmente vive entre Bruselas y Madrid.

VERSATILIDAD LITERARIA

Posiblemente uno de los rasgos que caracterizan a José Ovejero, en lo que se refiere al cultivo de géneros literarios, sea su versatilidad. Ha publicado libros de cuentos, de viajes, de poesía, un buen número de novelas, entre las que podemos destacar Las vidas ajenas, Premio Primavera de Novela 2005, o Huir de Palermo, editada en 1999 y reeditada en el 2005 por el mismo sello editorial que da a la luz los presentes textos. Sin que debamos olvidar su faceta de articulista. Esta cualidad, que a nosotros nos parece reseñable, no tendría mayor relevancia si no estuviese respaldada, como en este caso ocurre, por una escritura de calidad.


JOSÉ OVEJERO

Parece que sólo le quedaba un género por cultivar, y hablamos en pretérito, porque con estas dos obras, La plaga y Los políticos, objeto de la presente edición, pasa a formar parte de la nómina de autores de literatura dramática. Los resultados son, corno el lector que se acerque a estas obras ha podido comprobar, loables.

Nos enfrentamos a dos piezas muy distintas, tanto temáticamente corno desde el punto de vista estructural, que sin embargo, tienen en común su atemporalidad.

LA PLAGA: LA BURGUESÍA ENFRENTADA A LAS MOSCAS

La plaga nos presenta una galería de personajes, reflejo de una burguesía estandarizada, dos matrimonios que han llegado a la cincuentena y una pareja formada por un joven y una mujer algo más madura que él, que están pasando sus vacaciones de verano en los típicos bungalows de alquiler que se pueden encontrar en cualquier zona costera. El conflicto surge cuando una plaga, de supuestas moscas, no claramente definida, de origen y repercusión desconocidos, comienza a invadir los apartamentos de estos personajes, reduciéndoles de forma lenta y progresiva su espacio físico y vital.

Pero lo realmente sorprendente es la reacción que tendrán estos personajes ante esta coyuntura o sería más correcto decir la falta de reacción que tienen frente a las invasoras. Incapaces de enfrentarse con la plaga, tampoco podrán marcharse del lugar, a pesar de que nada ni nadie les retiene. Nos encontramos, por lo tanto, con un grupo de seres humanos que tornan el camino de la resignación, arrastrándoles esta postura a un estado de degradante animalización, donde sólo caben los gritos o gemidos, no la palabra y donde los actos humanos quedan reducidos a una serie de actividades puramente biológicas.

Una obra con un trasfondo filosófico o metafísico que rememora otras de corte puramente existencialista, corno la famosa pieza de Sartre, A puerta cerrada, salvando las diferencias argumentales.

En la obra sartriana tres personas se encuentran apresadas en una habitación de un hotel, que no es otro lugar sino el infierno. Esta situación consigue crear en el lector un sentimiento de claustrofobia. Lo mismo que nos sucede en la obra de José Ovejero, con esos personajes apresados en unos “bungalows” tipo, donde una fuerza desconocida parece impedirles abandonados, lo que nos hace pensar si esos espacios no serán trasunto de cada uno de los infiernos que el hombre lleva consigo.
JOSÉ OVEJERO

Pero quizá cabría otro análisis, del que estos personajes serían ejemplos, del hombre de la sociedad del bienestar y del consumo. El cual se niega a renunciar a una serie de lujos o mejoras, a pesar de que éstas puedan suponer un peligro para su vida. Habiendo creado una sociedad conformista, que prefiere cerrar los ojos ante la realidad y a la que será realmente difícil mover hacia posturas reivindicativas.

En La plaga no sólo es importante para crear esa confrontación dramática la presencia masiva y repentina de las supuestas moscas. Los personajes, enfrentados entre ellos, crean otro conflicto paralelo que a su vez repercutirá en el desarrollo de la obra. Será su diferente visión del mundo, una «tradicional» y otra «progresista», así como su propia formación, lo que les enfrente. Dos bandos claramente definidos, con posturas diferentes ante un mismo problema (la plaga), pero que al final de la obra, despojados de sus rasgos intelectuales, reaccionarán de forma similar. Porque como decía Antifón: «Respiramos todos el aire a través de la boca y la nariz y también todos comemos con ayuda de las manos».

No podemos concluir sin señalar la importancia que cobra en esta obra el espacio escénico. Como hemos apuntado anteriormente, la pieza nos transmite una sensación claustrofóbica. Esto lo consigue el autor cerrando sucesivamente, como consecuencia del avance de la plaga, las puertas de las diferentes habitaciones, hasta dejar reducido el espacio ocupado por los personajes a una ínfima parte. Dato llamativo es también el hecho de que sólo se haga referencia a que las intrusas invaden el interior de las viviendas, mientras que en el exterior no existen. El problema, por lo tanto, se encuentra sólo en el espacio interior de los personajes.

Estamos pues frente a una obra, como decíamos más arriba, totalmente atemporal, que plantea una problemática consustancial a la naturaleza humana, su condición y su propia existencia. Una pieza capaz de atrapar al lector desde sus primeras páginas, gracias a su firme pulso dramático.

LOS POLÍTICOS: SÁTIRA SOBRE LOS GOBERNANTES


JOSÉ OVEJERO

Los políticos es una sátira del mundo y de la vida de los gobernantes, de su deseo de poder, de su ambición y de su falta de escrúpulos. Algo especialmente familiar para el ciudadano, que ve retratada, a diario, esta realidad, en los diferentes medios de comunicación.

Nos encontramos ante una obra que hace gala de un diálogo fluido y mordaz, a veces, incluso absurdo, que refleja claramente ese discurso ambiguo y descafeinado que los destinados a dirigir el mundo, no con mucha convicción, transmiten a una población, que sin salvarse de la quema, es retratada como conformista, anodina y autómata, no difiriendo mucho de ellos.

El autor apuesta en esta pieza por un espacio escénico minimalista, en el que dos personajes, un político de derechas y otro de izquierdas, esperan, tras sendos atriles, a que llegue su público elector, para dar comienzo a su mitin. El escenario se convertirá en tribuna para oradores y los espectadores en auditorio. Pero... ¿de quién es el electorado presente? Y lo que es más grave, ¿los políticos, que ideología representan? En un juego casi circense, éstos deciden cambiar sus posiciones, interpretar cada uno el papel del otro. El resultado no puede ser más satisfactorio, realmente no se nota gran diferencia.

Otro elemento llamativo en esta obra, no presente en la anterior, es cómo el autor la concibe, como un juego de interacción entre el espectador y los actores. Dependiendo de la reacción del primero o de la ausencia de la misma, ante las interpelaciones de los intérpretes, el autor sugiere diálo­gos alternativos. De esta manera, José Ovejero, rompe con una concepción tradicional de la obra, en la que el público, distanciado de lo que ocurre en el escenario, es un mero receptor del hecho teatral, sin capacidad para modificar lo previamente establecido.

Estamos seguros de que, a todos los que han leído esta pieza, les ha arrancado más de una carcajada y de que, en el futuro, quienes tengan la oportunidad de asistir a su puesta en escena, pasarán por circunstancias similares.

José Ovejero es un autor que nunca escapa a la realidad más inmediata, como demuestra, no sólo su narrativa, sino también sus piezas dramáticas. Algunas de sus obras con marcados tintes existencialistas, ponen de manifiesto esa concepción humanista que tiene por objetivo el análisis y la descripción del sentido y contradicción de nuestras vidas.

Esperamos que estas obras hayan nacido para cumplir plenamente su razón de ser y su sentido, esto es, que cobren vida sobre algún escenario.


LAURA LÓPEZ SÁNCHEZ
Universidad Complutense de Madrid
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