GISELLE
UNA WILLIS ENCOMIABLES






FOTOS: CARLOS BELÉN

 

Título: Giselle
Libreto: Gautier, Verno, Saint-Georges y Coralli
Música: Adolf Adam
Adaptación coreográfica (sobre la coreografía original de Coralli, Perrot y Petipa): María Giménez
Diseño de vestuario y de escenografía (Realizadas en los años 1997/ 1998, para el Ballet de Zaragoza): Roger Salas
Realización de vestuario: Mª José Mora
Diseño de iluminación: Rafael Mojas
Producción y Distribución: María José Mediavilla
Distribución: “ARTE 369” S.L
Maestras: María Gimenez/ María Eugenia Segarra
Repetidores: María Eugenia Segarra/Jesús Salas
Pianista: Jerónimo Maesso
Intérpretes: María Giménez / Mireia Facal (Giselle), Maximiliano Guerra / Mikel Larrabeiti (Albrech), Africa Sobrino / Elena Chamorro (Mirtha), Mikel Larrabeiti / Angel Gil / Joan Salas (Hilarión), Mireia Facal / Andres Peréz, Elena Salazar / Ángel Gil, Africa Sobrino (Pas de Paysans), Polina Bezukh (Berther), Cristina Benavent /Leonor García (Batidle), Mireia Facal / Gabriela Limatola, Elena Salazar / Elena Chamorro, Rosa Barcena / Ana Sanchez (2 Willis), Fermín Calvo de Mora (Wilfred), Victor Montesinos (Principe de Courtland), Jesús Calliza (Jefe de Campo)
Amigas: Elena Chamorro, Rebeca González, Magda Jiménez, Africa Paniagua, Elena Salazar, Gabriela Limatola.
Campesinas: Laura Álvarez, Rosa Barcena, Pepa Bracho, Irene García. Paula Martínez, Ana Sánchez, Angela Sánchez, Eva Viarolli
Campesinos: Carlos Belén, Luis Fernández, Ángel Gil. Andrés Lis, Joan Salas, Rodrigo Sanz
Willis: Laura Alvarez, Rosa Barcena, Pepa Bracho, Critina Benavent, Elena Chamorro, Irene García, Rebeca González, Magda Jiménez, Paula Martínez, Africa Paniagua, Elena Salazar, Ana Sánchez, Angela Sánchez, Eva Viaroli
Corte: Lidia Arriola, Leonor García, Irene García, Paula Paz, Emilio Lima.

Dirección: María Jiménez

Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 24 – XI - 2005

Desde que en España desapareció definitivamente el apuntado Ballet clásico, al crearse la Compañía Nacional de Danza por Nacho Duato, voces nostálgicas pedían la continuidad de aquel conato. Por su lado Víctor Ullate lo intentó con una Giselle y posteriormente con un Don Quijote. Después un paréntesis y nuestros bailarines de clásico buscaron volar en ese estilo en el extranjero y triunfaron. Así surge el eterno lamento: tener que emigrar para bailar clásico.

Curiosamente en este año han coincidido una serie de iniciativas en este sentido. Rut Maroto ofrecía una serie de lecciones; Angel Corella presentaba un recital de estrellas y solistas en el Teatro de la Zarzuela y nos informaba de la creación de una Escuela de Ballet Clásico a alto nivel y con participación financiera de USA; Támara Rojo se descolgaba con una Blancanieves y ahora María Giménez crea Escuela y Compañía propia - Ballet clásico Arte 369 - y toma alternativa con una Giselle, que ella ha bailado mucho y que interpretó por vez primera con el Ballet de la Comunidad de Madrid de Víctor Ullate.

La coreografía de esta versión es una adaptación por la propia María Giménez de las de Coralli, Perrot y Petisa. Fundamentalmente sigue las líneas establecidas por las coreografías originales. A estas alturas hablar de las excelencias de Giselle y de calificarlo como uno de los cúlmenes del ballet romántico, es caer en un tópico. No obstante, siempre que lo veo tengo la misma sensación: los dos actos son muy distintos. El primero abunda en la pantomima y con una danza que estiliza el folk, mientras que el segundo es no solamente el mejor trazado balletísticamente y el más impregnado de danza, sino la prueba de fuego para todo grupo que se comprometa con el ballet clásico. Una de las virtudes de este ballet es desarrollar la línea dramática sin concesiones virtuosistas, lo cual no es frecuente en el resto de los ballets clásicos, en los cuales el hilo dramático naufraga para dar lugar a vistosas danzas con motivo del efluvio amoroso de los protagonistas o las felices bodas.

Llama la atención en este grupo, la calidad de las bailarinas que resisten más que bien las hileras y desplazamiento de las Wilis en el segundo acto. Hay una labor del conjunto femenino encomiable y que poco tiene que envidiar a otras formaciones. Este perfeccionismo femenino contrasta, por otro lado, con las danzas coreúticas del primer acto, en el que la intervención masculina es algo más floja y las líneas de composición del conjunto resultan un tanto confusas.
 

FOTO: CARLOS BELÉN
María Giménez encarna a una Giselle de unas perfectas líneas y tanto por personaje como por interpretación, mantiene la unidad entre el primero y segundo acto. Hay una gran precisión y delicadeza en todos sus movimientos y una capacidad interpretativa notable. En este ballet el personaje femenino tiene una gran preponderancia coreográfica sobre el masculino, que María Giménez enfatiza balletísticamente por su bien hacer. No existe la más mínima vacilación en sus equilibrios y consigue transmitir lo etéreo del personaje en sus saltos y demás desplazamientos. Interpretativamente sobresale la danza de la locura en el primer acto y toda su intervención en el segundo acto.

Mikel Larrabeiti – el Albrecht, en la versión a la que asistí (la estrella era Maximiliano Guerra, al que sustituye en algunas representaciones) - es un bailarín elástico y seguro y en los escasos momentos en que el baile de Albrecht cobra protagonismo más allá de la pantomima, muestra una buena calidad. Destaca el paso a dos con María Giménez, del segundo acto.

Cabe también mencionar el trabajo de la intérprete de Mirtha en ese día 3 de diciembre (sería de desear especificar el reparto de cada día. El intento de conectar a través de del correo electrónico de la compañía, me ha sido imposible). Es bailarina segura de empaque y prestancia notable y con un buen dominio del equilibrio.
 
El Ballet Clásico Arte 369, se presenta como un cuerpo de baile de considerable calidad y unos buenos solistas. Hay, pues una base para nuevas empresas. Lo que desentona y proporciona un cierto aire trasnochado es la modestia del decorado. Se ha recurrido, según programa, al vestuario y escenografía de Roger Salas, realizados en 1997/1998 para el Ballet de Zaragoza. Imagino que fue un proyecto de modesto presupuesto, sobre todo en lo que respecta a la escenografía. Faltan también los pequeños efecto especiales del segundo Acto, aunque esto es muy secundario. La estética plástica a la que se ha recurrido le da, al montaje, un cierto aspecto provinciano.
FOTO: CARLOS BELÉN

Aunque haya que reseñar este aspecto como algo un tanto negativo, éste es el más fácil de resolver con un presupuesto más alto. Vamos, que es cuestión de presupuesto económico, mientras que el bailar o no bailar bien como conjunto no se arregla fácilmente con dinero. Hay, por lo tanto, un núcleo importante para que esta compañía de clásico se pueda desarrollar, pero no basta esto. El ballet, como la ópera, se sitúa en el ámbito del gran espectáculo a todos los niveles: baile y plástica. Asegurado esto, la próxima aventura es llegar a la brillantez de una renovada estética.

El teatro Madrid – un sábado 3 de diciembre – estaba repleto de público. Quiere decir que el clásico tiene poder de convocatoria. Es cuestión de hacer números.
 

Más información

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           GISELLE - LA ESENCIA DEL ROMANTICISMO - Crítica Danza
 


José Ramón Díaz Sande
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