.:: Crítica Danza ::.

VARIACIONS  AL.LELUIA
(VARIACIONES ALELUYA)

DESCONCERTANTE
E INQUIETANTE DANZA


Título: Variacions Al·leluia
Coreografía: Juan Carlos García
Textos: Juan Carlos García
Música: Mürfilla y Oriol Rossell
Escenografía: José Menchero
Vestuario: Juan Carlos García
Iluminación: Manuel Martínez
Sonido: Marc Thio Lluch
Fotografía: José Menchero
Compañía: Lanònima Imperial
Género: Danza contemporánea
Músicos: Mürfilla
Bailarines: Yester Mulens,
Olga Clavel y Miryam Mariblanca
Dirección: Juan Carlos García
Estreno: Festival Internacional Tensdansa´07.
Estreno en la Comunidad de Madrid
País:
España, Cataluña
Duración: 1 hora (sin intermedio)
Estreno en Madrid: Sala Cuarta Pared,
8 – IV -2008


Foto: José Menchero


Yester Mulens
FOTO: José Menchero
Madrid en Danza arranca, en la Sala Cuarta Pared, con una Compañía que desde 1986, su fundación, ya ha hecho muchos méritos en el terreno de la danza contemporánea. Se trata de Lanònima Imperial y viene con una, en principio, desconcertante danza. Como siempre se plantea nuevas líneas de investigación. El programa de mano informa, profusamente, de lo que Juan Carlos García, director y coreógrafo del espectáculo, nos ha querido contar. Sin la ayuda de tales notas nos sentiríamos un tanto perdidos, de ahí mi apostilla anterior de “desconcertante danza”.

La tal información nos habla de tres ángeles caídos – los tres bailarines – que vienen a contarnos cuentos de miedo y la dramaturgia es concebida como un juego de niños que imaginan seres terribles, los cuales desencadenan temores y desasosiegos. La idea de los ángeles se visualiza a través de las alas que en un momento viste Yester Mulens y con la apoteosis final de las inmensas alas, que lentamente se van hinchando, entre las que, cual cuna,  se sumergen los bailarines y que ha traído a mi mente la sugerente y evocadora escena de la película Amarcord de Federico Fellini, en la que el adolescente se sumerge en las dos enormes glándulas mamarias de la tabaquera.
 
Prescindiendo de esta línea narrativa que no adivinaríamos, al menos yo, a través de lo que vemos, sí está claro que sobre el escenario se desarrolla una especie de caos, que roza lo esperpéntico: las gritadas, desesperadas y algo gamberras canciones en algunos momentos, los escuetos maniquíes – cabezas sobre trípodes -  que en círculos encierran a alguno de los personajes, ciertos movimientos convulsos que dislocan la propia coreografía. Todo ello provoca en el espectador un desconcierto, una angustia y en otros momentos un cierto lirismo. Y es que, en el fondo, en la danza que no pretende una línea argumental concreta, importa menos la precisión de unos significados y sí una sensación o una emoción. Y esto lo consigue.
FOTO: José Menchero


FOTO: José Menchero

No es coreografía fácil por la rapidez de movimientos y coordinación de los mismos entre dos de los bailarines. Los tres muestran una gran precisión, destacando la versatilidad de Yester Mulens, tal vez porque a lo largo de toda la coreografía parece tener un mayor protagonismo.

Otra de las virtudes es la concatenación de unas secuencias con otras y las entradas y salidas de los bailarines. No hay parón en el ritmo, ni esperas vacías. Todo queda bien hilvanado, sin que se noten las costuras. El mismo proceso de inflar las enormes alas, que, desde el principio reposan al fondo como una especie de tela sin vida, solamente los percibimos cuando la luz cae sobre ellas.


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


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