Johnny cogió su fusil. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Sábado, 06 de Febrero de 2010 19:26
JOHNNY COGIÓ SU FUSIL
EL HORROR DE LA GUERRA

[2007-02-01]

Con su novela Jhonny cogió su fusil, Dalton Trumbo se sumó, en 1939, a una larga lista de escritores que, inspirándose en la Primera Guerra Mundial, describieron el horror de los conflictos bélicos y las dolorosas consecuencias que tienen para quiénes, siendo ajenos a sus motivaciones, participan en ellas, en muchas ocasiones contra su voluntad.

JOHNNY COGIÓ SU FUSIL
El horror de la guerra

Título: Johnny cogió su fusil
Autor: Dalton Trumbo
Adaptación: Antonio Álamo
Adaptación Teatral: Antonio Álamo y Jesús Cracio a partir de la novela de Dalton Trumbo
Espacio Escénico: Jesús Cracio
Iluminación: Pilar Velasco
Música: Leonard Cohen, Bob Dylan, Bruce Springsteen, The Beach Boys, Janis Joplin, Metallica, John Cale, Michel Franti
Diseño Gráfico: Oscar Mariné
Espacio Sonoro: Borja de Andrés
Imágenes: Miguel González
Coreografía: María José del Valle
Fotografía: Silvia Sardinero
Ayudante de Dirección: Elisa Marinas
Ayudante de Producción: Gabriela Tirado
Compañía: Fundiciones Teatrales (Comunidad de Madrid)
Producción: Fundiciones Teatrales C, S.L. – Subvencionada por el Ministerio de Cultura (INAEM), Comunidad de Madrid (Consejería de Educación y Cultura), Festival Internacional Madrid Sur.
Distribución: Gaupasa S.L.
Intérpretes: Sergio Otegui (Johnny Vivo), Beatriz Bergamín (Kareen y Enfermera nueva), Ramón Pons (Coronel y Padre), Paca Mencía (Enfermera y Mujer militar), Marcos Fernández (Joe Mutilado)
Dirección: Jesús Cracio
Estreno en Madrid: Sala Cuarta Pared, 
10 – I - 2007

SERGIO OTEGUI

Marcos Fernández
FOTOS: SILVIA SARDINERO

Con su novela Johnny cogió su fusil, Dalton Trumbo se sumó, en 1939, a una larga lista de escritores que, inspirándose en la Primera Guerra Mundial, describieron el horror de los conflictos bélicos y las dolorosas consecuencias que tienen para quiénes, siendo ajenos a sus motivaciones,  participan en ellas, en muchas ocasiones contra su voluntad. Entre ellos, Andreas Latzko, autor de Hombres en guerra; George Duhamel, que reunió una serie de relatos antimilitaristas en dos volúmenes titulados La vida de los mártires y Civilización; Henry Barbusse, que publicó, primero como folletín y luego como novela, El fuego(diario de una escuadra); y, sobre todo, Enrich Maria Remarque, cuya novela Sin novedad en el frente, que tuvo gran difusión en España, fue llevada, al igual que Johnny cogió su fusil, al cine, obteniendo en los Oscar dos estatuillas, una de ellas a la mejor película. Buena parte de los escritores citados participaron en aquel conflicto, de modo que sus narraciones están inspiradas, casi siempre, en sus propias experiencias. No es el caso de Trumbo, que nunca estuvo en el frente y que escribió su relato muchos años después de que concluyera aquella tragedia, precisamente cuando la segunda gran guerra del siglo XX se estaba fraguando. A pesar de que el nuevo desastre y el goteo continuo de conflictos de menor calado, pero igualmente crueles, han seguido alimentando el censo de la literatura pacifista, Johnny cogió su fusil  no ha sido eclipsada por las aportaciones más recientes, en parte, porque la película que el propio novelista dirigió en 1971 renovó su vigencia en años de gran efervescencia antimilitarista, pero también porque la estremecedora historia que se cuenta no ha perdido interés.

 


FOTO: SILVIA SARDINERO
Quizás esa sea la razón por la que Jesús Cracio, a la hora de llevar a la escena su denuncia contra la guerra, haya recurrido a un texto que alude a una realidad bélica muy distinta de la que muestran los actuales conflictos, en la que las reglas del juego han sido profundamente modificadas. En aquella guerra, la mayor parte de las bajas se producían en combate. La Segunda Gran Guerra, trajo como novedad los bombardeos de ciudades por parte de la aviación y las víctimas entre la población civil crecieron. Hoy, son más seguros los campos de batalla que la retaguardia. Por cada soldado muerto o herido, se producen no menos de diez bajas de personas ajenas a los enfrentamientos. Las estadísticas de las guerras de Yugoslavia, Irak, Somalia, Palestina o Líbano así lo acreditan. Cracio, al situar la acción en nuestros días, pudo haberse inspirado en materiales literarios más recientes, que los hay. Pero, como hemos apuntado, debió pesar más en su decisión la enorme fuerza del alegato pacifista de Trumbo que cualquier otra consideración, entre ellas las dificultades para convertir en materia teatral lo que bulle en la cabeza de ese soldado al que una bomba le ha arrancado brazos y piernas y anulado los sentidos, convirtiéndole en un pedazo de carne que no puede transmitir sus pensamientos.


BEATRIZ BERGAMÍN
FOTO: SILVIA SARDINERO
La adaptación para la escena que Antonio Álamo ha hecho de la novela ha resuelto ese inconveniente desarrollando varios procesos que emanan de un núcleo central, en el que se muestra a Johnny postrado en la cama de un hospital. Sus pensamientos llegan al espectador gracias a una voz en off, inaudible para los personajes –médico y enfermeras- que le atienden. Por ella, se sabe como el protagonista toma conciencia de su estado físico. Otro Johnny vivo, ajeno a la acción, es testigo sereno, aunque a veces indignado, de cuanto sucede y, cual reportero de un medio de comunicación, transmite en forma de monólogos la información que obtiene. Este personaje desdoblado es también el alter ego del autor, de modo que, al tiempo que es redactor de la noticia, actúa como portavoz de su discurso crítico. En una plataforma elevada se contemplan, apenas velados por una tela transparente, el pasado de Johnny, recuerdos que remiten a un tiempo feliz y prometedor, truncado por la fatal explosión de la bomba. Y, en fin, ese mismo tejido traslucido, que deja ver un escenario limpio y luminoso, se hace opaco para convertirse en pantalla sobre la que se proyectan la traducción a imágenes de contenido psicológico del pensamiento de Johnny o apocalípticas escenas bélicas.

Jesús Cracio, fiel al espíritu y a la letra del teatro independiente, del cual procede y que siempre ha presidido su trabajo, ha ensamblado, con más imaginación que medios, todos estos planos para ofrecer un conjunto homogéneo arropado por una excelente selección musical de piezas de Janis Jospin, Bob Dylan y Leonard Cohen entre otros. Pero su mejor baza son los actores, bien escogidos. Destacan, por la importancia de sus papeles, Sergio Otegui, que es Johnny vivo, y Beatriz Bergamín, que interpreta a Kareen, la novia del joven, y a la enfermera que logra dialogar, a través del tacto, con él. En trabajos de menor trascendencia, brillan el veterano actor Ramón Pons, Paca Mencía y Marcos Fernández, éste privado del uso de casi todas las herramientas imprescindibles para el ejercicio actoral, pues representa al Johnny reducido a una vida casi vegetativa.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Jueves, 06 de Mayo de 2010 10:27