Una comedia española. Crítica. Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Viernes, 12 de Febrero de 2010 13:01

UNA COMEDIA ESPAÑOLA.- LAS TRAMPAS DEL METATEATRO
[2009-04-22]

 Se ensaya la comedia de un autor español protagonizada por una familia compuesta por una viuda y su novio, también viudo, que ejerce de administrador de fincas; las hijas de ella, ambas actrices, y el marido de la mayor.


UNA COMEDIA ESPAÑOLA
LAS TRAMPAS DEL METATEATRO

Título: Una comedia española
Autora: Yasmina Reza
Traducción: Fernando Gómez Grande
Escenografía:
Xavier Millán
Vestuario:
Patricia Monné
Iluminación:
Lionel Spycher
Espacio sonoro:
Damien Bazin
Vídeo:
Joan Riedweg
Colaboración al piano: Inés Borrás
Ayudante de dirección: Raquel Tomàs
Ayudante de iluminación: Carles Borràs
Ayudante de video:
Sergio García-Clamart
Fotos:
Alberto Nevado
Vídeo-Clip: Paz Producciones
Coproducción: CDN, Teatre Nacional de Catalunya y Bitó Producciones
Intérpretes: Ramon Madaula (actor-Mariano), Xicu Masó (actor-Fernando), Maria Molins (actriz-Nuria), Cristina Plazas (actriz-Aurelia), Mònica Randall (Actriz-Pilar)
Dirección:
Silvia Munt
Estreno en Madrid: Teatro Valle Inclán (CDN), 13 – II - 2009

CRISTINA PLAZAS/RAMÓN MADAULA
MARÑÍA MOLINS

MÓNICA RANDALL/XICU MASÓ
FOTOS: ALBERTO NEVADO

Se ensaya la comedia de un autor español protagonizada por una familia compuesta por una viuda y su novio, también viudo, que ejerce de administrador de fincas; las hijas de ella, ambas actrices, y el marido de la mayor. El argumento, sencillo, gira en torno a los problemas cotidianos que se viven en cualquier casa: las relaciones entre sus miembros, los roces que trae consigo la convivencia, con su secuela de disgustos, reproches y momentos amargos, las frustraciones profesionales y personales, también las alegrías… Con frecuencia, entre ensayo y ensayo, los actores que protagonizan la obra reflexionan sobre sus personajes, ahondan en su naturaleza y tratan de entender su conducta, al tiempo que vierten comentarios en voz alta sobre su condición de actores. Teatro dentro del teatro, pues, lo que suele ser del agrado de los espectadores. Tienen éstos la sensación de ser privilegiados voyeurs de cómo se cuece un espectáculo, aunque a lo que asisten, realmente, es a una pieza acabada en la que no se da la improvisación. Tampoco los juicios sobre su profesión son espontáneos ni sinceros, aunque, dirigidos al público como si se tratara de apartes, lo parecen.
 

C. PLAZAS R. MADAULA M. RANDALL X. MASÓ

M. MOLINS

FOTO: ALBERTO NEVADO

Yasmina Reza es una excelente escritora y una hábil comediógrafa que estructura muy bien sus piezas. Arte, la más famosa de sus obras, es la mejor prueba de ello. Pero por eso precisamente y por su enorme inteligencia teatral, Reza puede darnos gato por liebre sin que nos percatemos de ello. Adelanto que lo considero un mérito. Lo es elaborar con tan escasos y débiles mimbres una obra con pretensiones elevadas que no pasa de ser, sin embargo, una digna obra menor.


MÓNICA RANDALL/ MARÍA MOLINS
FOTO: ALBERTO NEVADO
Ante un argumento como el de la comedia española que se ensaya, en la que se cuentan de manera harto superficial los problemas de los personajes, sin ahondar en ellos, es muy raro que los actores se entreguen a profundas reflexiones, como si se enfrentaran a dramas tan complejos como los de Ibsen, Strindberg y Chejov. Lo que en cuanto a contenido va de de la obra de cualquiera de estos autores a la que aquí se ensaya, lo reconoce la propia Reza cuando pone en boca de una de las actrices su sueño jamás cumplido de haber sido, en alguna ocasión, la Sonia de Tío Vania. Para el tipo de obras que nos ocupa, más próximo al teatro de evasión que al de reflexión, sus intérpretes sólo necesitan oficio. El resto de su bagaje profesional, bien pueden reservarlo para empeños mayores.


RAMÓN MALAUDA/CRISTINA PLAZAS
FOTO: ALBERTO NEVADO
No creo, por otra parte, que lo que estos actores dicen sobre ellos mismos y su trabajo se corresponda con su actual situación social. Es muy posible que, en otros tiempos, un padre respondiera al deseo de su hijo de ser actor con un ”¿Así que quieres ser maricón?” o que, en el caso de las mujeres, fueran tildadas de putas. Pero dudo que esas y otras expresiones parecidas hayan sido escuchadas alguna vez por los profesionales que hoy rondan los cincuenta y tantos años. La dignificación de la profesión no se produjo ayer.  Hay otras afirmaciones, cuando menos, discutibles, sobre todo las que aluden a las relaciones del actor con el autor, aquí cargadas de desprecio. Incomoda al protagonista que el autor asista a los ensayos, se burla de sus palabras, aunque sean elogiosas para su trabajo, y el odio que siente por él le lleva a decir que su mejor estatus es estar muerto.  Hay más perlas, algunas de las cuales son una especie de declaración de principios que producen estupor y desazón. Así, la que proporciona el más joven de los personajes masculinos. “El actor – dice- que no quiere aniquilar al escritor, está jodido. El actor que capitula, que no quiere, de una forma u otra, pisotear su preciosa partitura, no vale nada”.
 

MÓNICA RANDALL/XICU MASÓ
FOTO: ALBERTO NEVADO
Silvia Munt ha gozado de absoluta libertad para la puesta en escena. No hay en el texto ninguna indicación relativa a la interpretación ni sobre cómo debe ser la escenografía. Su trabajo, con un reparto de calidad en el que figuran Mónica Randall y Ramón Madaula, es más que correcto. Lo menos acertado de su propuesta es, a mi juicio, la presencia en el escenario de una gran pantalla en la que se muestra a los personajes que, en ese momento, están en el escenario, consiguiendo que el actor vivo sea devorado por su propia imagen proyectada.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
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Última actualización el Sábado, 10 de Julio de 2010 14:04