Los malcasados de Valencia. Reseña 1995. Crítica. Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla.   
Sábado, 27 de Marzo de 2010 14:27

LOS MALCASADOS DE VALENCIA
OTRA COMEDIA DE ENREDO

[2007-02-28]

Al ser Guillén de Castro valenciano, Los malcasados de Valencia fue una coproducción de Teatres de la Generalitat Valenciana y la Compañía Nacional de Teatro clásico.


 

RESEÑA, 1995
NUM. 257, pp. 18

LOS MALCASADOS DE VALENCIA
Otra comedia de enredo

Al ser Guillén de Castro valenciano, Los malcasados de Valencia fue una coproducción de Teatres de la Generalitat Valenciana y la Compañía Nacional de Teatro clásico.


Título: Los malcasados de Valencia.
Autor: Guillén de Castro.
Adaptación: Luciano García Lorenzo.
Producción: Teatres de la Generalitat Valenciana y Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Escenografía: Daniel Bianco.
Iluminación: Alfons Barreda, Josep Solbes.
Vestuario: Ana Garay.
Dirección: Luis Blat.
Estreno en Madrid: Teatro de la Comedia, Noviembre 1994.

FOTO: PAU ROS

Los malcasados de Valencia responde al modelo clásico de comedia de enredo. Sin embargo, y a pesar de que su estructura, sus motivos y sus procedimientos resultan conocidos, aporta una cierta novedad en lo que respecta a las situaciones, inusitadamente audaces en el panorama de la comedia áurea, Los amores extramatrimoniales y, siquiera fingidamente, las relaciones homosexuales proporcionan el material que configura el enredo,

El desenlace salva parcialmente los obstáculos morales de las escabrosas relaciones con la nulidad del matrimonio de los protagonistas. Final que, si bien puede entenderse como expresión de desencanto, tiene también algo de escapista, pretende corregir quizá unas situaciones que se consideran excesivamente atrevidas.

Puede verse un elemento anecdótico interesante en el juego de las letras, que consigue una eficaz combinación entre un entretenimiento cotidiano de la época y los deseos latentes de los personajes que se convertirán en el motor de la comedia.

Por lo demás, la comedia está construida con esa fórmula tan frecuente en el teatro clásico, rica en enredos, equívocos, engaños, etcétera, todo ello adobado por un ingenio chispeante y conducido a un ritmo trepidamente que tanto agradaba al público del XVII, pero que nos ha dejado unos personajes estereotipados y carentes de auténtico interés humano, No faltan algunos de los grandes tópicos del género, como la mujer disfrazada de varón y urdidora de los engaños necesarios para conseguir su propósito, que no es otro que la unión con el hombre al que ama.


FOTO: PAU ROS
La puesta en escena ha partido de una versión del texto, firmada por Luciano García Lorenzo, que es limpia y llega al espectador con la fluidez que precisa un texto de estas características, El montaje, en términos generales, revela profesionalidad, dominio del movimiento escénico, conocimiento de los resortes del teatro clásico y un cierto sentido de la plasticidad y de la elegancia, pese a que no falten tampoco desajustes y errores, como la lentitud de algunas transiciones o, algunos momentos, pocos, de innecesario estatismo, Luis Blat tiene, desde luego, personalidad propia, pero su trabajo revela a su vez una continuidad con la línea que ha seguido habitualmente la compañía, aunque se aprecia en su labor una mayor sobriedad en el aspecto plástico y una mayor contención en el uso de los efectos de comicidad.

Tal vez el principal punto débil del espectáculo se encuentre en la interpretación, Blat ha optado por una concepción muy evidente de unos personajes que ya salieron demasiado caricaturizados de la pluma de comediógrafo, lo que da un cierto aire de elementalidad, Por lo demás, no todos los actores disponen de los recursos y matices necesarios para una comedia que se plantea como juego sutil. Destaca entre todos ellos la labor de Blanca Apilánez, quien muestra aquí sus excelentes condiciones de actriz, pero realiza una interpretación que se encuentra por debajo de sus posibilidades, quizá por la ya comentada endeblez del personaje al que encarna.

La escenografía de Daniel Bianco ofrece abundantes posibilidades para las entradas y salidas de los personajes y, en general, para el desarrollo del juego escénico, En su conjunto recuerda a la grandiosidad de algunos trabajos de Andrea d'Odorico, Gerardo Vera o Fabiá Puigserver, pero, frente a la ligereza de los espacios escénicos concebidos por ellos, el que aquí se nos presenta tiene algo de pesadez, de frialdad, Pese a todo ello, es digno de elogio el esfuerzo por la búsqueda de soluciones novedosas, el trabajo de iluminación y de vestuario, etcétera, En términos generales hay imaginación y buen gusto, aunque el resultado no siempre alcance los niveles de calidad deseables.


Eduardo Pérez – Rasilla
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Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 08:50