Un enemigo del Pueblo. Reseña 1986. Crítica. Imprimir
Escrito por Miguel Medina Vicario.   
Sábado, 27 de Marzo de 2010 14:10

UN ENEMIGO DEL PUEBLO, ETERNO IBSEN
[2007-02-11]

Con motivo del estreno de Un enemigo del Pueblo en un nuevo teatro: Teatro Espronceda 34 - hoy ya desaparecido - el crítico aborda el tema de teatro público y teatro privado.



Reseña, 1986
NUM. 160, PP.11

UN ENEMIGO DEL PUEBLO
ETERNO IBSEN

Con motivo del estreno de Un enemigo del Pueblo en un nuevo teatro: Teatro Espronceda 34 – hoy ya desaparecido –el crítico aborda el tema de teatro público y teatro privado.


Título: Un enemigo del pueblo.
Autor: H. Ibsen, en versión de Enrique LLovet.
Actores: María del Puy, Mario Martin, Estanís González, Carlos Pereira, Carlos Ballesteros, Ignacio de Paul, Loreta Tovar, Félix Navarro, José María Escuer.
Dirección: Fernando Manzaneque.
Estreno en Madrid: Teatro Espronceda 34, 1985.

Más de cien años separan al espectador español de las reflexiones dramáticas del autor noruego. y son justamente sus textos calificados de "sociales" los que con mayor rigor han acusado el paso del tiempo. La implacable amargura de Ibsen le viene de perlas a una Humanidad confundida y confusa, cierto, pero sus máximas morales, de puro categóricas, pueden desdibujarse, confundirse y hasta volverse contra ellas mismas en un universo ideológico que con habilidad transforma los ideales más firmes en simple retórica de poder; de cualquier poder.

Retomar hoy Un enemigo del pueblo, por tanto, parece más propio de un teatro institucional que de una empresa privada, forzosamente más atenta a los beneficios de su gestión. Por cierto, que esa actualísima y acalorada discusión entre teatro privado (su permanencia y fines) y teatro estatal (su "invasión"), bien merece un pequeño aparte, porque en ella y de ella habrá de emerger el modelo futuro de nuestra escena. Al hilo de este Ibsen, Fernando Manzaneque, responsable de él y en su doble faceta de empresario de local y de compañía, ve así la polémica:

"Hay que partir de una realidad que se olvida con frecuencia: la empresa teatral no puede plantearse como un negocio seguro y estable. En cualquier parte resulta más rentable el dinero que en esta actividad. El empresario teatral debe responder a una vocación cultural. Durante los años que recorrí Europa llevando nuestros montajes a la emigración española, comprendí que una sala teatral debe reunir (como en Holanda y Alemania) una serie de condicio­nes para que resulte atractiva al espectador.

"Eso es, justamente, lo que procura el Teatro Espronceda 34, ampliando permanentemente sus medios técnicos. Nos proponemos ofrecer un teatro para todos los públicos donde la calidad sea compatible con el interés. Una sala teatral puede y debe ser algo más que un recinto donde se representan una o dos sesiones. Su espacio puede aplicarse a sala de exposiciones y otras labores como el teatro infantil.

"En ningún caso creo que el teatro estatal pueda desplazar a la empresa privada porque son dos universos distintos. El teatro es un acontecimiento artístico único y yo tengo fe en que su audiencia será cada vez mayor. El Centro Dramático Nacional ocupa un lugar concreto, definido, que sólo puede ser ocupado por él. Lo mismo ocurre con el Centro de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía de Teatro Clásico. Nosotros atendemos otras necesidades, y de todo ello saldrá un panorama enriquecido.

"A partir de enero, el Espron­ceda 34 tiene un compromiso social al que no piensa renunciar: programar a los autores vivos españoles, a los de esa generación - la mía - que se ha quedado descolgada por diferentes circunstancias históricas. Trabajar con esos autores que escriben ahora y para nosotros. Cubriremos esté hueco importantísimo y con esa ilusión nos lanzamos a la aventura, a una más, quizá la más importante que hoy se pueda afrontar."


MARÍA DEL PUY

Con esa esperanza (no digamos aún utopía), Fernando Manzaneque nos descorre el telón donde esconde Un enemigo del pueblo suavemente renovado por E. Llovet, acomodado en tiempo a dos actos, limado en sus expresiones locales y, sobre todo, respetado en todas sus esencias.

¿Quién no recuerda éste u otro enemigo del pueblo? ¿Quién no ha presenciado o incluso sufrido el enfrentamiento de un solo hombre a una comunidad corrompida y dominada por intereses minoritarios? El doctor Stockmann descubre que el balneario que proporciona seguridad económica a su ciudad y a él mismo como médico, se encuentra contaminado, que es una verdadera cloaca que enferma más que sana. De un lado, su honestidad profesional le obliga a denunciar el caso; de otro, los intereses compartidos de una sociedad sin escrúpulos, manejada por los medios de comunicación y autoridades locales. Un hombre se dispone a enfrentarse a toda una organización humana sin más armas que su honestidad, flaco mérito en aquella Noruega de 1882, perfectamente comparable, por otra parte, a cualquier país civilizado del momento. Este tipo de actitudes éticas han sido adjetivadas de muy diversas y contradictorias formas: anarquía, individualismo, despotismo, resentimiento... Ya digo que hasta los ideales más nítidos se enturbian con facilidad.

Fernando Manzaneque busca el conjunto sólido de sus actores y atiende con cuidado al nuevo tiempo que el espectáculo requiere. Sin demasiados alardes individuales, sin sorprendentes decorados, de forma sencilla y actual, el mensaje de Ibsen llega puntualmente, ascendiendo en dramatismo, resaltando las claves principales. El drama se desenvuelve con ligereza, con la lógica de lo eterno. Ibsen, pues, no se tambalea, permanece recio en sus criterios, en sus críticas. Más de cien años separan al espectador español del dramaturgo y, sin embargo, la complicidad permanece viva.
ESTANIS GONZÁLEZ


MIGUEL MEDINA VICARIO
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TEATRO ESPRONCEDA 34
(TEATRO DESAPARECIDO)
C/ESPRONCEDA 34

 

Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 08:55