El portero. Entrevista. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Miércoles, 17 de Marzo de 2010 20:03





EL PORTERO
de HAROLD PINTER

[2006-10-28]

Harold Pinter (10 de octubre de 1930, barrio de Hackney, Londres)- reciente Premio Nobel de Literatura 2005 - viene al Teatro de la Abadía, a través de su obra El portero (The Caretaker) (1960).


EL PORTERO
de
HAROLD PINTER


FOTOS BASE: ROS RIBAS

Harold Pinter (10 de octubre de 1930, barrio de Hackney, Londres)- reciente Premio Nobel de Literatura 2005 - viene al Teatro de la Abadía, a través de su obra El portero (The Caretaker) (1960). Es la primera de las cuatro Coproducciones de esta temporada, con las que el Teatro de la Abadía se ha comprometido en su programación. La dirección corre a cargo de Carles Alfaro, huésped frecuente de este teatro.

  • Carles Alfaro es un gran conocedor de la obra de Pinter – recuerda José Luis Gómez, director del teatro de la Abadía - , y ha mostrado en nuestro teatro montajes tan celebrados como Las sillas, Nacidos culpables, La caída - Premio Max a la mejor escenografía para Alfaro, además de al mejor actor a Francesc Orella - La Controversia de Valladolid. Ahora con El Portero se pone al frente de esta nueva producción de La Abadía para hacernos cómplices y convertirnos en auténticos observadores.

Esta es la tercera obra de Pinter que Carles coge entre manos. Antes fueron El montacargas y en su época de MOMA TEATRE realizó una programación totalmente dedicada a Pinter: Una noche, un monólogo y La colección; Radio Pinter (piezas cortas), La penúltima copa, Estación Victoria, Una Alaska particular y Celebración; Traición; Cenizas a las cenizas.

José Luis Gómez confiesa su admiración por este texto:

  • Cuando estábamos en la Escuela de Arte Dramático, El portero era un texto que nos fascinaba e interpretábamos partes. Es un teatro de una gran potencialidad. Carles tiene una gran sensibilidad para abordarlo.

A tener que participar en esta temporada de la Abadía, se propusieron varios textos y por fin se decidió por Pinter, pero, para Carles Alfaro, abordar a Pinter
 


CARLES ALFARO
  • Requiere un enorme esfuerzo, pero no tardas ni 24 horas en enamorarte. Cuando me pidieron qué información podrían dar para un dossier y el programa de mano, me remití a las propias declaraciones de Pinter. Según él no puede resumir sus obras, ni hablar de sus personajes. Aquello fue lo que pasó, lo que se dijo, lo que ocurrió. A mí me pasa lo mismo. Nunca me ha ocurrido el tener que hablar de una obra tan difícil. Intento esquematizar, pero las claves no son tan claras ni para el director, ni para los actores. Lo importante es el momento en que ocurre la acción. No es fácil, tampoco, buscarle un mensaje.

En opinión de Carles, si algún autor de teatro es para no leerlo, ese es Pinter.

  • Leído asusta un poco. Sus obras son para escenificarlas y entonces son muy claras. Son obra para montarlas y que sean los actores los encargados de transmitirlas. Por ello, se comprende la perplejidad ante ellas. También es verdad que al leer a Becket, yo no le acabo de pillar y tengo que hacer un esfuerzo, pero no estás excesivamente desubicado. Crea un mundo propio. En el caso de Pinter es irritable, porque se entiende todo pero no comprendes nada. Es desconcertante la aparente falta de acción. No comprendes a dónde vas, ni qué pasa.
     
Pinter es de esos autores que, según Carles, va, como en el circo, al “al más difícil todavía”.
  • Sí, porque actúa dentro de la cotidianidad. Desnuda la realidad. Se ha dicho de su teatro que es un teatro del absurdo. No entiendo por qué. Si el absurdo deforma y excava la realidad, el teatro realista es más absurdo. Por ejemplo: cuando en la realidad suena un teléfono no suele ser importante. En cambio en el teatro sí. Pinter de una llamada intrascendente, hace algo importante.

FOTO: ROS RIBAS

Para Carles, Pinter juega con giros lingüísticos:

  • Y esto es difícil para los actores. Se trata de la ironía británica. Siempre afilada y que ya apunta en los niños. Son hábiles en el uso del idioma. Esta no es nuestra tradición, a veces tan esquiva de relaciones personales. Este tipo de lenguaje es el que utilizan los políticos. Utilizan las palabras para sus propios intereses, como Pinter. Esos intereses hacen que cuando callan es cuando son más transparentes.

EL HUMOR,
MARCHAMO DE LAS OBRAS DE PINTER


El humor es inherente a las obra de Pinter.

  • Pero se trata de un humor complejo. Hay una ambigüedad absolutamente compleja. Por ejemplo al entrar un personaje no sabemos nada de él. Pregunta y se va. Sólo quien lo ha escuchado, tiene unos datos. A partir de aquí, según Pinter, es cuando surge la obra de teatro. Ese momento tiene que ser enormemente concreto. Por eso la narración está en las pequeñas historias de los personajes y no en el tradicional esquema de Inicio - Nudo – desenlace.

El propio Pinter ha reconocido reírse mientras escribía El Portero. Así lo testimonió en La chispa de la risa (1979):
 


FOTO: ROS RIBAS
  • Me reí (…) pero no todo el rato, no indistintamente. Creo que una de las características de la obra es el elemento absurdo, pero al mismo tiempo quería que no fuera sólo una farsa divertida. De no haber tocado otros temas, la obra no habría sido escrita. No se puede controlar la reacción del público. A nadie le gustaría que así fuera, ni tampoco es algo fácil de analizar. Pero donde lo cómico y lo trágico, a falta de otros términos, están estrechamente entrelazados, parte del público siempre se quedará con lo cómico, aniquilando de ese modo lo contrario.
     

Pinter en su estreno pudo comprobar si había un equilibrio entre las risas y el silencio.

  • No obstante – añade Pinter - cuando se halla esa alegría generalizada, noto que los espectadores amparan los personajes bajo un manto jocoso, eludiendo así su implicación. De hecho, esa risa es una especie de precaución, una cortina de humo, la negación de aceptar lo que está sucediendo como algo reconocible – y yo creo que lo es – viendo a los actores siempre como actores en vez de cómo personajes y, asimismo, como chimpancés. Naturalmente tengo que distanciarme de semejante mala costumbre de hacerlo todo gracioso. (…) El portero es divertido hasta cierto punto. A partir de ese punto deja de ser divertido y es precisamente por ese punto por lo que lo escribí.

Este aspecto del humor hace difícil de clasificar las obras de Pinter en los tradicionales géneros teatrales.

  • Los géneros de sus obras son atípicos – aclara Carles Destruye los géneros tradicionales. ¿Es comedia? ¿Es tragedia? En El portero es comedia de la amenaza, lo que más se acerca. Es divertido, pero la risa desaparece antes de que se acabe. En los últimos diez minutos, la risa ya no está. Por eso lo humorístico es el sentido de lo ridículo, lo patético

EL PORTERO
UNA HISTORIA A PARTIR
DE LA PROPIA EXPERIENCIA
DE HAROLD PINTER.

 


FOTO: ROS RIBAS
Pinter vivía en un inmueble londinense de dos pisos y buhardilla, cuyo dueño tenía un hermano que vivía en el mismo inmueble. El apartamento de Pinter consistía en dos habitaciones. En aquel entonces los problemas económicos y familiares le agobiaban. Un día el hermano apareció acompañado por un vagabundo que estuvo con él durante tres o cuatro semanas.

  • La imagen que permaneció conmigo durante largo tiempo - comenta Pinter fue la de la puerta abierta con los dos hombres en distintas partes de la estancia haciendo cosas diferentes, el vagabundo escarbando en una bolsa y el otro mirando por la ventana, sin hablar… Como un momento congelado en el tiempo.

Según Carles, la mirada de Pinter es como la de un “voyeur”.

  • No solamente la ve congelada en el tiempo, sino que muda. En silencio. A partir de ahí dedujo una historia con muchos datos autobiográficos. Es típico de Pinter, partir de un hecho real, como el de una postal.

EL PORTERO
OBRA MAESTRA

  • Creo que es una obra maestra – afirma Carles y uno no llega. Yo he llegado hasta donde he podido. Pinter escribe con el público, pero no para el público. Es muy rigorista. Se puede decir que está al mismo nivel y esfuerzo que un Skakespeare. No digo de calidad. Para Pinter la palabra es la acción. No le interesa el psicologismo. Y esto es tremendo para el actor, el cual no tiene la clave de cuando dice una cosa y por qué lo dice. Pinter se coloca en posición de “voyeur”.
Aunque la representación no tiene ningún intermedio, se pueden ver tres actos. En el primer acto se plantea un absurdo aparente. En el segundo se crea el conflicto: nada es lo que aparece. El tercer acto es una tragedia con una eticidad tremenda.
FOTO: ROS RIBAS
  • A lo largo de los actos – aclara Carles - se desarrolla lo onírico, lo real, la ternura. Es una obra que le sale redonda. Está todo Pinter. Es una obra de potencia tremenda. Todos luchan por conquistar su espacio, menos Aston. Razona de una manera lógica. Debió haber saltado mucho antes, pero salta por lo que menos se espera. Salta ante lo que cree que es una gran traición de Davies (el vagabundo). A Aston Se le ha visto como autista o retrasado y no lo es. Es un inadaptado. Sólo habla con un vagabundo. Está aislado de la sociedad como él.

EL PORTERO,
TÍTULO DE SIGNIFICADO COMPLEJO


El título original es The Caretaker, que en España se ha traducido como El portero ó El conserje. Ninguna de las dos traducciones se ajusta exactamente, ya que el título inglés tiene una doble acepción: El portero en cuanto encargado, pero también el cuidador de otra persona. Y este sentido es muy gráfico.

  • En la obra Mick cuida de Aston – su hermano menor - y Aston cree que tiene que cuidar de Davies. No obstante es al revés. Hay un sistema de protagonismo que tiene que ver con el doble significado del título.

PINTER
¿POLÍTICO EN LA VIDA Y EL TEATRO?


El 13 de octubre de 2005, 20 minutos antes del anuncio oficial, se comunicaba a Pinter la concesión del Premio Nobel de Literatura. Su respuesta al teléfono fue un tenso silencio y luego

  • No tengo palabras

FOTO: ROS RIBAS
Siguió desayunando con su esposa, con la que bebió una copa de champán y ante la prensa declaró sentirse “abrumado” por ese honor. Calificó de “misteriosa” la decisión del comité del Premio. Aclaró que hacía años que prefería escribir poesía que teatro y que dedicaba más tiempo a su activismo político que a la literatura. A principios de ese 2005 había anunciado su retirada como dramaturgo. ¿Se le daba ese premio por sus esfuerzos contra la guerra de Irak o por su obra? Esa fue su interrogante ante la prensa.

Este activismo político lo cultivó desde muy joven. Era un liberal de izquierdas y objetor de conciencia, negándose a hacer el servicio militar. En los 80, ya famoso, criticó a la política de derechas de Margaret Thatcher y la de Ronald Reagan. Ya en al inicio del s. XXI vuelve a airarse contra los mismos gobiernos. Al primer ministro inglés Tony Blair lo calificó como “criminal de guerra y asesino” y a la cúpula de EEUU como “pandilla de delincuentes” metida en “una pesadilla de histeria, ignorancia, arrogancia, estupidez y belicismo”. Sin embargo esta lucha política no aparece abiertamente en sus obras de teatro.

  • Su evolución teatral – explica Carles es bastante curiosa. Al principio sus protagonistas son proletarios y después la clase media burguesa y alta. En su vida también se relacionó con la clase alta y parecía tener necesidad del lenguaje de los burgueses que es más contenido, pero más virulento que el de los proletarios. Desnudaba todo con más maldad. Llegó a una última fase más explícita, a la que algunos llaman teatro más político. A mí me parecen que todas sus obras tienen ese carácter político y también El Portero. Otra cosa es que él necesitaba ser más directo y no porque el teatro no sirviera sino que él ya no tenía que seguir con el lenguaje, sino acudir a otro foro no teatral.

En su obra One for the Road, que se tradujo como La penúltima copa, y de la cual El Portero es su embrión, ya hay una escena con un monólogo demoledor.

  • Todas las obras tienen un monólogo – aclara Carles. En El portero también y es clave. Corre a cargo de Luis Bermejo (Aston)

HAROLD PINTER A LA ESPAÑOLA

El portero es una obra británica y aunque se mantiene la localización inglesa, hay sus traslaciones a lo español.

  • Hacerla nosotros a la inglesa es absurdo – confiesa Carles. La mantenemos en 1960 pero el público no es británico y eso lo tenemos en cuenta. Cuando monté El Montacargas, también de Harold, mi propuesta española fue hacerlo a lo napolitano. Pinter acudió a ver el montaje y quedó entusiasmado.

EL PORTERO,
OBRA DE AMOR

 

Enric Benavent es Davies, el vagabundo. Interpretó al Nuncio en La Controversia de Valladolid. Para él:
  • En la obra hay un elemento dionisiaco con la aparición del mendigo. Davies es el que provoca en la vida de los dos hermanos una catarsis, al hacer aparecer todos sus mundos interiores, dentro del hecho del poder y supervivencia que son iguales tanto en palacios como en los bajos fondos. La supervivencia material es en Davies pero en los dos hermanos hay una necesidad de tipo afectivo: el amor. Hay una traición para con mi personaje. Creo que por ahí esconde va el tema del amor.

FOTO: ROS RIBAS

Es a través de las pequeñas acciones y la creación de los conflictos dónde surge esta dimensión del amor.

  • Mick sabe que su hermano Aston no es un vago – aclara Carles -, sino que no tiene ningún porvenir. Estamos en una situación Terminal. Aston invita al vagabundo porque probablemente le conmueve. Davies espera algo mejor y al ver a Aston piensa que esto es mejor que nada. Mick posee gran generosidad, aunque pasa por ser el más violento. Lo que hace contra Davies es porque no soporta que llame loco a Aston y que está como una cabra, aunque lo piense. Aston ha intentado adaptarse a Davies, pero no puede. Lucha por ello. Al final Davies es el que paga todos los platos rotos.

En 1959 cuando Pinter escribe la obra, es la época de la guerra fría. La gente no tiene los papeles en regla, con el peligro de ser interrogados. La documentación es vital.

  • Davies es uno de esos indocumentados y lucha por ser admitido.

UNA ESCENOGRAFÍA REALISTA
CON TOQUES EXPRESIONISTAS.


El inmueble donde habitan los hermanos es un lugar desvencijado. Las escenografías de las obras de Pinter suelen tener cierto toque realista. Carles dudó en su concepción de estilo.
 


FOTO: ROS RIBAS
  • Es la primera escenografía realista que hago. No lo tenía claro, pero he disfrutado enormemente por la magia del teatralismo cuando tiene vida y sudor. Necesitaba ese hiperrrealismo para evitar que el público interpretara aquello a su modo. Quería que asistiera a una vida que ve y así pudieran volar más. Tenía que representar el microcosmos de Aston, el lugar en que vive. Pinter ha tenido una intención bastante realista. Presenta lo cotidiano. Normalmente siempre he buscado la dimensión poética en mis escenografías y la luz. En este caso el aparente toque expresionista lo da la luz, no tanto la escenografía.

UN VESTUARIO CONNOTADO
POR EL TIEMPO


Alejandro Andujar es el diseñador del vestuario, nacido a partir de una idea clara que Carles tenía y que ha supuesto un proceso.
 

  • Carles – afirma Alejandro quería elementos cotidianos, que diesen visos de realidad y que fueran de segunda mano. Es decir con historia. Se fue encontrando durante los ensayos y con los mismos actores. Se ha intentado glosar la Inglaterra de los años 60. La dimensión de segunda mano era al pie de la letra. Los fuimos encontrando en almonedas o anticuarios. Sólo son nuevos los elementos del atrezzo.

El recurrir a la segunda mano es por un afán de verismo y por toda la historia desconocida que las prendas pueden tener.


FOTO: ROS RIBAS

  • El usar las prendas de verdad es porque dan una compostura que no tiene el elemento reciclado. Las hechuras no son las exactas del actor y ello da visos de realismo. Esto era muy claro
  • Pinter – añade Carles precisa mucho el vestuario y es muy específico, a pesar de su sencilla apariencia. Lo mismo que en los efectos el agua de lluvia. La piel del espacio y del vestuario fueron su piel.

Con El portero y The Homecoming (Retorno al hogar), Pinter es reconocido como dramaturgo y esta alternativa viene reforzada por el premio Tony de la industria teatral norteamericana para El Portero.

El cine ha marcado también su trayectoria literaria, cuando en 1962 escribió el guión de The Servant (El sirviente) (Osos de Plata en el Festival de Berlín), dirigida por Joseph Losey. Después vino Accident y The Gobetween (Palma de oro del Festival de Cannes a la mejor película de 1971). La película que más ha divulgado su nombre fue La mujer del teniente francés (Oscar al mejor guión adaptado en 1981).

La obra de Harold Pinter abarca 30 dramas, 24 guiones, 57 ensayos, una novela y gran cantidad de poesías y artículos. No pudo asistir a recoger el Premio Nobel por enfermedad. Dos días antes del anuncio del Nobel se había caído en el aeropuerto de Dublín y “me rompí la cabeza”. A los 72 años se relaciona con el cáncer, lo cual le llevaría a publicar su poesía Células cancerígenas.
 


HAROLD PINTER
FOTO: REUTERS (DOSSIER)
  • Algún tiempo después de mi caída en Dublín – relata Pinter, según el testimonio del periodista de El país Enric González (12 de marzo de 2006) – cuando trabajaba en el discurso de aceptación, me llamó mi médico para decirme que, según los últimos análisis, había contraído una rarísima enfermedad de la piel que, por lo visto, resulta congénita entre los indios amazónicos. Le pregunté si tendría que volver al hospital. Me respondió que debía hacerlo en cuestión de minutos. Entré directamente en cuidados intensivos y sin apenas respirar (…) (En ese momento) no tienes tiempo de pensar, sólo experimentas la muerte y te esfuerzas en conseguir aire para mantenerte en vida.
     

El 11 de marzo de 2006 recogía en el Teatro Carignano de Turín el Premio Europa al Teatro – 10ª edición - , dotado con 60.000 €. El actor Jeremy Irons leyó algunos fragmentos de sus obras. Pinter relató sus últimas enfermedades – desde el 2004 es un adicto forzoso a los hospitales - y volvió a denunciar una sociedad que ostenta “una cultura de supresión de la verdad” y que esto va en aumento. Tuvo duras palabras contra los dirigentes de EEUU y Reino Unido que han favorecido la guerra de Irak.

Por sus últimas declaraciones se puede barruntar que el telón no se levantará ante una obra nueva de teatro.

  • Ya he escrito 30 obras teatrales. ¿De verdad hacen falta más?


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

Última actualización el Sábado, 24 de Abril de 2010 14:55