Vinagre de Jerez. Reseña 1992. Crítica 2 Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Jueves, 29 de Abril de 2010 07:32

GRUPOS ESPAÑOLES EN LA SALA OLIMPIA
VINAGRE DE JEREZ

[2005-10-02]

Vinagre de Jerez, producido por Teatro la Zaranda, y Z, presentado por Zotal Teatre, han sido los dos últimos títulos que la Sala Olimpia ha presentado bajo el genérico Panorama de Grupos Españoles.


RESEÑA, SEPTIEMBRE 1992
NUM. 231, pp. 16

GRUPOS ESPAÑOLES EN LA SALA OLIMPIA

Vinagre de Jerez, producido por Teatro la Zaranda, y Z,
presentado por Zotal Teatre, han sido los dos últimos títulos que
la Sala Olimpia ha presentado bajo el genérico Panorama
de Grupos Españoles. Ambos fueron estrenados en
el IV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (1989),
del que ya informó RESEÑA en el número 202 de la revista.
Se recuperan ahora para Madrid.

VINAGRE DE JEREZ

Título: Vinagre de Jerez.
Dramaturgia: Juan Macande.
Escenografía: Paco de Belén.
Iluminación y sonido: Eusebio Calange.
Producción: Teatro La Zaranda, S. L., en coproducción con Centro Andaluz de Teatro, Junta de Andalucía y Ministerio de Cultura.
Actores: Paco Sánchez, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos.
Dirección: Juan Sánchez.
Estreno en Madrid: Sala Olimpia,11- VI -92.

Vinagre de ]erez en 1992 se transforma en la contrafigura de la disneilándica Expo 92, una vez que ambas tienen el mismo espacio escénico: Andalucía. Y si se me apura mucho: España.

Los tres personajes son el desecho de otro mundo andaluz, que existió, al menos en la boca, en los cantares y decires. Obra con gran dosis visual, en la que todos los elementos escenográficos funcionan a nivel simbólico reproduciendo mitos y tradiciones de una cultura. Por eso el caminar tocado de «costalero»,la simulación de la cruz al hombro con los elementos de la vieja bodega, la crucifixión en la postura de descanso ... Todo ello comienza lentamente a hablar de una Andalucía pasada, decadente, torturada, crucificada, simbolizada en su riqueza natural: las antiguas bodegas. Aquí es una taberna olvidada, cerrada: muerta. Por eso, no es casual el final en el que el barril y sus raíles -palos de madera- cobran cuerpo simulando al orondo señor, cacique eterno de Andalucía y de otros lares.

Una interpretación veraz de los tres intérpretes -realista en los tonos y tipos, pero lírica y esperpéntica en el conjunto- cuida al máximo el cuerpo, la quebrada voz andaluza del quejío de los más desamparados y el consabido senequismo del sur.

Aunque la historia puede ser interpretada conyunturalmente en tono realístico: el hundimiento de tres seres, ya, marginados porque la historia de la vida ha ido más deprisa que ellos, el cúmulo de alusiones simbólicas, la transforman en paradigma de una región que no acaba de despegar. En la que todo lo que fue alarde frívolo de alegría, se ha vuelto contra sí mismo.
Lo que sucede es que en 1992, ante las negras perspectivas de futuro, se convierte en símbolo de una España que tampoco acaba de despegar con igualdad de oportunidades para todos.

Vinagre de ]erez, título tremendamente simbólico, no hace sino reflejar la eterna esquizofrenia andaluza y española: alegría y quejío.

 

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José Ramón Díaz Sande
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