Coppélia. Compañía de Víctor Ullate. Crítica. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Jueves, 25 de Marzo de 2010 16:51

COPPÉLIA
EXCELENTES PASOS A DOS

[2007-01-07]

En estos últimos unos años Víctor Ullate ha gustado de los ballets largos: El Sur, Samsara.


COPPÉLIA
EXCELENTES PASOS A DOS

Título: Coppélia
Coreografía: Eduardo Lao
Música: Leo Delibes
Escenografía: Carles Pujol
Vestuario: Pedro Moreno
Iluminación: Nicolás Fischtel (A.A.I.)
Producción: Ballet Víctor Ullate Comunidad de Madrid
Intérpretes solistas: Eri Nakamura (Coppélia), Luca Vetere (Doctor Coppelius), Yevgen Uzlenkov (Franz), Anaa Noya (Diva Espectral), Leyren Castresana (Betty), Natalia Tapia (Rosi), Christina Pizzardini (Andreina), Dorian Acosta (D.J)
Androides: Kara Wilkes, Sophie Cassegrain, Natalia Arregui, Zara Calero, nandita  Shakardass, Christina Pizzardini, marta Rodríguez Coca, Natalia Tapia, Leyre  Castresana.
Empleados: Dorian Acosta, Paolo Arcangeli, Mathew Bledsoe, Cristiano Colangelo, Leonard Ángel, Xavier Irurzun, Raúl Montes, Reinol Morales, Yevgen Uzlenkov, Rubén Ventoso, Luca Vetere
Invitados Fiesta: La Compañía
Director artístico: Eduardo Lao
Director General: Víctor Ullate
Estreno absoluto: Palacio de Festivales de Santander, 27 – IX -2006
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz,
28 – XI – 2006

Y.UZLENKOV/A. NOYA/E. NAKAMURA

Y. UZLENKOV/S. CASSEGRAIN
N.TAPIA/ C. PIZZARDINI
FOTOS: JESÚS VALLINAS

En estos últimos unos años Víctor Ullate ha gustado de los ballets largos: El Sur, Samsara. Eran nuevas creaciones, sin antecedentes. Ahora la ha emprendido con el clásico Coppélia, pero ha confiado en su  director artístico Eduardo Lao y le ha concedido que fuera él quien la coreografiase. Y éste ha optado por, casi, partir de cero.  Del argumento original respeta la esencia del cuento de HoffmanEl hombre de arena -  en cuanto que hay una Muñeca y  su creador, el Dr. Coppelius. Y de la versión clásica de danza, queda también la esencia y los personajes centrales, pero tratados a su antojo. Sí se respeta la brillante música de Leo Delibes. Deliberadamente Eduardo ha querido hacer otra cosa y, según declaraciones suyas, solamente se ha dejado inspirar por la música y ha evitado ver la coreografía clásica para no dejarse influir.



ERI MAKAMURA
FOTO: JESÚS VALLINAS

Con respecto al argumento la muñeca, pasa a ser una androide, y la casa del dr. Coppelius un laboratorio cibernético. No existe una pareja feliz y por lo tanto se olvida de Swanilda pero se queda con Franz, que resulta ser un mozo supervisor de la limpieza del gran laboratorio y un apasionado de la fotografía. Una vez que la  pareja, como tal, no existe, tampoco las amigas de Swanilda, pero sí tres mujeres de la limpieza de ese mecánico local. Curiosonas ellas, como las del original, y hambrientas del fashion de los vestidos de las androides, el dr. Coppelius las pilla, casi, con las manos en la masa y se ven obligadas a fingir ser unas androides más. En la historia original es Swanilda quien es sorprendida in fraganti y su salida es fingir ser la muñeca que ha conseguido cobrar vida. En esta ocasión son los flashes de la cámara de Franz quien provoca una especie de corto circuito y hace que la Diva Espectral venga en ayuda de la androide y le infunda vida autónoma, aunque no humana. Para Coppelius el invento de su androide ha triunfado y se decide - será el segundo acto – presentarla en sociedad. Aquí se consumará el final que es mejor no desvelar, pero que poco tiene que ver con el original.

Desde ya, se puede decir que Eduardo Lao ha acertado tanto en la historia como en la parte coreográfica. Y la factura externa de la puesta en escena es muy buena.

Dramatúrgicamente ha huido de las convenciones del ballet clásico del siglo XIX, en el que la historia central, ingenua, se ve arropada por un sinfín de danzas o pasos a dos, a veces gratuitos y cuyo interés radicaba en el virtuosismo de la propia danza al interpretarla. Aquí Eduardo no pierde de vista que está contando una historia y tanto la música como la danza las pone al servicio de la narración.

En el ballet clásico, tarde o temprano, la danza deja paso a la pantomima. En esta versión se puede decir que ésta, prácticamente, no existe. Todo se encomienda a la danza, hasta el punto de que el dr. Coppelius también baila y cobra mayor protagonismo.


Y. UZLENKOV/E. MAKAMURA
FOTO: JESÚS VALLINAS

La base fundamental, sobre todo en los pasos a dos, es el clásico. Y los pasos a dos abundan: la Diva Espectral y Coppélia; Franz y Coppélia, Coppelius y Coppélia. En el mismo estilo gran parte de la danza de las tres mujeres de la limpieza. Sobresalen por su belleza, perfección e inspiración los pasos a dos de la Diva Espectral (Ana Noya) y Coppélia (Eri Nakamura). Ambas bailarinas muestran una gran sensibilidad y virtuosismo en sus movimientos. El primer encuentro es una bonita combinación y contraste de los movimientos más etéreos de la Diva y los más mecanicistas de la Androide, los cuales progresivamente adquieren mayor flexibilidad hasta llegar al culmen en el paso a dos de la segunda parte.

Este estilo se combina - va obligado por el mecanicismo de los diversos androides - con elementos extraídos de la danza contemporánea. Se trata de movimientos mecanicistas que, incluso, traslada a los empleados del gabinete cibernético, cuyos movimientos mantienen la misma tónica en todo menor. Recuerdan los movimientos expresionistas que Frinz Lang compuso para su película Metrópolis. Ello hace que la historia cibernética teledirigida, se amplíe al mundo de los humanos (¿una crítica a nuestra apresurada y estructurada sociedad el siglo XXI?). En contraste con ellos los movimientos – en puntas - más flexibles y líricos de las mujeres de la limpieza que a veces deforman para darles un toque de humor.

La combinación de ambos movimientos acertada a lo largo del primer acto, encuentra su trampa al final de éste y creo que habría que revisar dicho final. Eduardo se mete en un callejón sin salida. Asistimos a la locura de movimientos de todos los androides, incluidas las mujeres de la limpieza que fingen serlo, y la de los propios empleados que traen y llevan a las androides. Por otro lado la música de Delibes es brillante y fue compuesta para danzas vistosas. Aquí al tener que mantener los movimientos mecánicos, el conjunto pierde brillantez y la danza se hace reiterativa. Puede más la música que la danza. Pienso que necesitaría una revisión.

En la segunda parte en la que las androides ya no existen, todos los movimientos corales resultan más fluidos. Hay que destacar la creación del personaje del Disk Jockey, tanto en cuanto construcción del personaje – muy imaginativamente vestido -  como por los movimientos creados para él que Dorian Acosta interpreta ajustadamente.

Ya he mencionado el acierto de hacer bailar a Coppelius (Luca Vetere). Eduardo ha creado unos expresivos movimientos que combinan el clásico y un cierto expresionismo corporal, que componen perfectamente el personaje y que Luca ejecuta con gran limpieza.


DORIAN ACOSTA
FOTO: JESÚS VALLINAS

Más pálido, desde el punto de vista de la danza, es la concepción de Franz (Yevgen Uzienkov). En esta versión tiene menos protagonismo, ya que, prácticamente la fuerza protagónica recae sobre Coppélia. Cabe destacar el paso a dos del segundo acto de él y Eric (Coppélia). Es un bonito paso a dos que sabe a poco y en el cual se podría haber permitido una mayor concesión al convencional virtuosismo del clásico de toda la vida. 


ERI NAKAMURA
FOTO: JESÚS VALLINAS
Eri Nakamura muestra en esta coreografía un gran dominio del movimiento corporal. Se ha concebido para ella, en el primer acto, unos movimientos que, trazados desde el clásico, intentan dar la rigidez de la Androide. Es una bailarina segura y que lleva el movimiento de fragmentación hacia la perfección,

Ana Noya expresa un gran lirismo y espiritualidad en contraste con el mecanicismo de Eri. El primer paso a dos de ambas está tratado muy inteligentemente en una sucesiva progresión hacia la Humanización. Acertada la aparición por los aires – la llevan entre dos bailarines – al utilizar un vocabulario estrictamente dancístico y teatral.

 

Hay que destacar el imaginativo vestuario que crea Pedro Moreno, a través del cual se nos da las texturas cibernéticas, sin renunciar al tu-tú, que sirven de enganche visual y plástico con el mundo del ballet clásico.

Algo similar hay que decir de una escenografía ingeniosa y visualmente muy impactante con un guiño hacia Metrópolis. De gran efectismo la levantada de la puertas del fondo con los acordes musicales. Aunque en el Teatro Albéniz está algo más reducida, cumple los requisitos mínimos.

Coppélia es un espectáculo de una gran unidad y calidad en todos los sentidos. Todo está al servicio de la narración, sin tiempos muertos o concesiones al mero exhibicionismo. El buen hacer de toda la compañía nos habla de que  ésta se encuentra en su mejor momento y vuela alto.  Con todo, como he mencionado anteriormente, necesitaría una revisión en el final del primer  acto y, posiblemente, enriquecer coreográficamente el paso a dos de Coppélia (Eri Nakamura) y Franz (Yevgen Uzlenkov) en el segundo acto.


Y. UZLENKOV/E. MAKAMURA
FOTO: JESUS VALLINAS


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Lunes, 10 de Mayo de 2010 15:31