Roemo y Julieta. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Miércoles, 14 de Abril de 2010 11:34
ROMEO Y JULIETA
BALLET DE SENTIMIENTOS

[2004-06-01]

Siempre siento la misma sensación cuando asisto al Romeo y Julieta de Sergi Prokofiev...

ROMEO Y JULIETA

BALLET DE SENTIMIENTOS

Título: Romeo y Julieta
Coreografía, Escenografía y vestuario: Pascual Touzeau
Música: Sergi Prokofiev
Pianista: Irina Nefodova
Maestra de Danza: Carmen Roche
Realización escenografía: Eugenio Älvarez / Galindo
Realización de vestuario: Nieves de Bedoya
Técnico de iluminación: Tatiana Reverto
Compañía: Ballet Carmen Roche
Intérpretes: Alexia Pita-Barro, Blanca Älvarez, Berta Secall, Raquel Martínez, Patricia Cabello, Cristina Ayllón, Débora Maiques, Lucía Zapatero, Joan Clevillé, Alberto Pineda, Jon Vallejo, Miguel Angel Plá, Carlos Martínez
Dirección: Carmen Roche.- Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 15 de abril de 2004. (en gira).

Siempre siento la misma sensación cuando asisto al Romeo y Julieta de Sergi Prokofiev. La música basta para sentirse a gusto. En muchos casos la partitura del compositor sobrepasa a la propia coreografía. Muy mal tiene que estar ésta para que el espectador se levante de la butaca y se vaya.

Carmen Roche de amplia y exitosa trayectoria profesional como bailarina - Ballet de Antonio, Ballet Gulbenkian de Portugal, Ballet del s. XX de Béjart (bailarina, maestra de baile y directora de la enseñanza de la Escuela Mudra) - evoluciona hacia la dirección y la enseñanza. En la actualidad dirige el Ballet Carmen Roche (1998) que en este 2004 puede llamarse el año de la madurez con dos coreografía completas: Traviata de Ángel Rodríguez y ahora Romeo y Julieta con coreografía de Pascal Touzeau.

Touzeau “atemporaliza” la historia para intentar llegar al meollo de este drama y universalizarlo de alguna manera. Por ello elimina las referencias históricas de vestuario y escenografía. No obstante hay un guiño hacia el pasado mediante el vestuario que apunta al miriñaque en su estado más esquemático - un acierto, ya que crea, en la fiesta, unos evocadores personajes encopetados - o a la faldita medieval - un volante rígido - en los hombres. Señuelos de corsés y correas - evocadores de corazas - completan los figurines. No molesta ese vestuario pero la estética resulta desigual. El volante “crinolinesco” de los hombres resulta un tanto ridículo y sus pantaloncillos de múltiples arrugas en la entrepierna evoca demasiado el trillado calzoncillo de algodón. La tal “atemporalidad” comienza en esos trajes de dudosa estética.

La sobria escenografía rectangular de láminas blancas en tela con posibilidad de estrecharse o ensancharse, deja paso, a veces a un evocador palacio o plaza de elevadas columnas, esquematizas en tiras rectangulares. Es de alabar la múltiple posibilidad de conseguidos ambientes en ese espacio. Protagonista es una urna - paralepípedo de metacrilato - caminante sobre ruedas a lo largo del escenario según convenga - , cuyos significados se multiplican : puertas de entrada y salida, balcón de amor para Romeo y Julieta ... y al final trágica tumba de los dos amantes. Es una buena idea con un solo pero. El metacrilato está montado - y es lógico - sobre una estructura metálica demasiado “monstrenca”, que llega a resultar antiestética. Otro cantar es el acertado uso simbólico y escenográfico que se hace de ella.

No es habitual que una crítica de danza comience por los figurines y el espacio escénico, pero, en esta ocasión, cobra un excesivo protagonismo con sus más y sus menos.

Después está el baile, lo principal. Touzeau acude a dos estilos fundamentales: el neoclásico - no olvida las puntas - y la danza contemporánea. En medio, bastante de expresión corporal, que, de alguna manera, sustituye a la pantomima en los “ballets” tradicionales. Se aparta también de la tradición en cuanto que todos los personajes bailan (el padre, la madre y cortesanos de la pantomima). Aunque hay una historia narrativa, la que ya conocemos, la danza de Touzeau potencia más los sentimientos internos de los personajes que la mera narración externa de la acción. Sirva de ejemplo - y es un acierto - la lucha inicial de los dos bandos. Más que narrar una lucha estilizada, los bailarines, en un ordenado desorden, expresan lo sentimientos que conlleva el odio de unos y otros. Este tratamiento va ser frecuente a lo largo de todo el ballet y así se consigue la universalización y “atemporalidad” de la historia. Con todo, el transcurrir de la velada resulta desigual y cuesta, a pesar de conocerse la historia, reconocer los diversos personajes y creo que es culpa del propio vestuario demasiado monocorde.

La mezcla de ambos estilos se consigue.

Interpretativamente se percibe cierta desigualdad entre el conjunto coral de los chicos y las chicas. Éstas resultan superiores en precisión y técnica. La pareja protagonista - el programa de mano no especifica nombres, un error - despliega un buen hacer, sobre todo en los solos y los pasos a dos.

Lo más sobresaliente es haber conseguido expresar coreográficamente la esencia de sentimientos, tanto a nivel coral como individual en cada uno de los personajes. Las 2 horas de duración pesan un poco y se debe a lo ya he notado anteriormente: no todos los momentos son brillantes.


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Domingo, 09 de Mayo de 2010 21:13