Tarantos. Entrevista. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Sábado, 22 de Mayo de 2010 15:33

TARANTOS
UN MUSICAL DE TEATRO 100 % FLAMENCO

[2005-09-18]

BAILE, CANTE Y TEXTO
POR VEZ PRIMERA EN EL MUNDO DEL FLAMENCO.

TARANTOS
UN MUSICAL DE TEATRO 100 % FLAMENCO


FOTOS: DAVID RUANO.

BAILE, CANTE Y TEXTO
POR VEZ PRIMERA EN EL MUNDO DEL FLAMENCO

Todo comenzó con Arthur Brooke, autor del poema La trágica historia de Romeo y Julieta, publicado en 1562, que encontró un primer desarrollo en el italiano Mateo Bandello. Muy posiblemente Shakespeare conoció el poema y la narración de Bandello, que estaban en la biblioteca del conde de Southampton, protector de Shakespeare en Londres. Durante años el Romeo y Julieta que se divulgó fue el del autor inglés. De ahí paso al cine y USA se atrevió a desacralizarla – para algunos – convirtiéndola en un musical (se tenía la idea de que los musicales eran un tanto frívolos y proclives a la comedia más que al drama o la tragedia, para eso estaban las óperas) que centraba la historia en la contemporaneidad: el enfrentamiento de polacos y portorriqueños, dos bandas neoyorkinas. Se tituló West Side Story y marcó época tanto a nivel de la concepción del musical cinematográfico, como de coreografías y música. Y había algo más, se rompía el concepto de lo sagrado e intocable.

Por España, más tarde, Alfredo Mañas, un aragonés emigrado a Barcelona que iba como barbero y hecho a sí mismo en lo que respecta a literatura teatral, comenzó a escribir. De su pluma salieron Tiempo de luz, Coplas para el corregidor y la molinera, La feria de Cuernicabra que le da nombre internacional (estreno en París) y nacional (Teatro Romea, Barcelona), así como en opinión del crítico Ángel Carmona fue “una entrada de aire fresco en el polvoriento Teatro Español”. A partir de ahí, siguió su producción literaria, pero entre ellos terminó por ser mítica La historia de los Tarantos (1962, estrenada en La Torre de Madrid): la base era un Romeo y Julieta, gitanos, en el marginal barrio de Somorrostro (Barcelona). Dos clanes gitanos, los Tarantos y los Zorongos, vuelven a revivir la historia los Capuletos y Montescos.

La obra se popularizó gracias a la película Los Tarantos (1963) de Francisco Rovira Beleta, y en ella concurrieron varios aciertos: la interpretación de Carmen Amaya (última película que hizo) y la de Antonio Gades (su primera película); el perfil de una Barcelona que retrataba la marginación, visión totalmente lejos de la oficial del régimen, y el tratamiento realista y lírico a la vez, así como la planificación de los bailes, apartados de los clichés musicales al uso. Todos estos méritos le llevaron a ser nominada al Oscar a La Mejor Película de habla no inglesa 1963.

Los Tarantos sirvió también como base para un ballet. Lo que ahora aterriza en el Teatro Albéniz es Tarantos:

  • Es el primer musical gitano que recorre los diferentes colores de la música y el baile flamenco, hasta llegar a la fusión con los ritmos urbanos de principios de este siglo – especifica Emilio Hernández, director y autor de esta versión.

Y aquí está la peculiaridad. No se trata de un ballet, no se trata de un texto teatral sino de poner en pie un musical, con todo lo que ello conlleva: palabra, música y baile. Las fuentes en las que ha bebido Emilio han sido la película de Rovira Beleta, la propia historia de Alfredo Mañas y por supuesto Romeo y Julieta. De él es el relato y las canciones. Alguien ha llegado a definir este Tarantos como Los Miserables español-gitano.
 

  • Pienso que es más hondo – corrige Emilio pues aunque nos habla de la marginación del grupo gitano en España, se puede extrapolar y ampliar a otras etnias, que ahora pululan por toda la geografía europea y en concreto en España. Etnias diferentes que invaden pacíficamente. Por eso ya hay algo más que la mera historia de Romeo y Julieta. También va más allá, porque aunque mantenemos el tono dramático de la historia, ésta viene tratada con mucho humor y fiesta, creando una apertura hacia la esperanza. Surge una tercera generación de esperanza. Habla de las circunstancias de la vida.

Todo espectáculo tiene escollos desde su concepción hasta que se levanta el telón. Pero éste, en concreto, posee un añadido de base: la indisciplina.

Tanto el productor como el director e incluso los bailarines presentes están de acuerdo en el término, y nos desvelan algo ignorado para quien no se mueve en los ambientes artísticos del flamenco.

  • Parecía difícil poder llevar a cabo el proyecto de un musical – aclara Emilio - en el que hay que actuar, cantar y bailar. No porque no tuvieran capacidad, a pesar de ser el primer musical gitano en toda regla, sino porque los artistas flamencos son muy indisciplinados.

De tal indisciplina no somos conscientes los que vemos sobre el tablao o el escenario el desarrollo del cante y del baile. Pero si nos paramos un poco es lógico. El flamenco tiene mucho de inspiración, intuición, improvisación y variación. Algo parecido a lo que le sucede al “jazz”. Atarle las manos a un jazzista o a un flamenco es llevarle al suicidio artístico. Aquí estaba el desafío: proponer un nuevo modo de trabajar y hacer que el bailaor o el cantaor, interpretase y fuera fiel a un personaje y no a sí mismo.

  • Cuando me propusieron la Historia de los Tarantos – añade Jordi González, el productor – pensé que sería muy difícil. Se trataba de un musical completo y para ello se necesitaban artistas de musical y grandes artistas flamencos. Es decir gente flamenca que actúe, cante y baile. Todo ese miedo inicial se fue superando, al comprobar que se ha llegado a una Compañía flamenca que ha demostrado tener grandes artistas.

Los inconvenientes de un musical son bien conocidos por Jordi y la productora Focus, que dirige Daniel Martínez de Obregón. Fue de las primeras productoras que se liaron con el musical en España. De su mano salieron West side Story, Rent, Amadeus, Gaudí (Homenaje al arquitecto barcelonés), la controvertida La Verbena de la Paloma y otros títulos no musicales. Desde 1986 ha producido 123 espectáculos y con Focus han trabajado hombres de punta como Calixto Bietio y Ricard Reguant, director de bastantes de sus musicales.

  • Es una satisfacción para mí – añade Emilio que la indisciplina ha quedado atrás y hemos encontrado el camino para sacar el intérprete de un bailaor o cantaor. Ha sido un trabajo difícil, pero satisfactorio y una suerte, para mí, el poder dirigirlos. Para algunos era la primera vez que subían a un escenario teatral.

MÚSICA Y COREOGRAFÍA FLAMENCA

Un musical sin música ni coreografía deja de serlo. Es obvio. Pero ahí no estaba el problema, sino en que debería ser un musical extraído de las propias entrañas del flamenco.

El 96 % de la música la ha compuesto Juan Gómez, Chicuelo – guitarrista y compositor de flamenco de relieve - y con la colaboración especial de José Fernández Torres, Tomatito – pareja artística de Camarón durante 18 años y acompañante a la guitarra de los grandes del cante.
 

  • Se trata de una música flamenca y genuina que le hace diferente a cualquier otro musical. Ha sido un trabajo de meses. Se recorren los diversos colores musicales que se fusionan con ritmos urbanos de principios de este siglo – aclara Emilio, en sustitución a la ausencia de Chicuelo y Tomatito.

Enric Palomar – autor de música de cámara para formaciones diversas y muy ligado a la orquestación de intérpretes del flamenco – es el encargado de los arreglos y orquestación.

La coreografía corre a cargo de Javier Latorre - ex primer bailarín del Ballet Nacional de España y dedicado a la coreografía en todos estos años, uno de cuyos últimos trabajos fue El loco (2004) – participó, en un primer momento, de la opinión de que el personal se había vuelto loco. Una cosa es un ballet y otra cosa muy distinta arremeter con un musical y con flamencos.

  • Pensé que estaban locos, pues yo conocía muy bien la idiosincrasia y asepsia del gremio. Nunca imaginé que se pudieran encontrar artistas flamencos que fuesen capaces de mantener la identidad de un personaje durante dos horas y media. Nos encontramos que tras un año de actuación en Barcelona, al tenerlo que retomar para nuestra gira en Atenas, primero no fue necesario sustituir a nadie y segundo estaba todo muy fresco.

La presentación en la Acrópolis de Atenas fue todo un éxito. Parecía imposible que 4.500 griegos, todos en pie, no dejaran de aplaudir y hubieran seguido fervorosos las dos horas de espectáculo.

Para Javier Latorre.

  • El trabajo coreográfico ha sido lo más fácil porque me topado con grandes bailarines. Ha sido muy satisfactorio el asistir a un cambio radical en todos. Ver que quien no había hablado, lo ha hecho. Y el milagro mayor es que tras coreografías de cinco minutos, puedan hablar.

Con motivo del estreno de El Loco, Javier dedicaba su trabajo a Antonio Gades. Aquí con más razón. En su opinión:

  • Gades puso la danza flamenca en el siglo XXI.

En el fondo, estos Tarantos, por parte de todos, se suma al Homenaje a Gades. Se recuerda él increíble baile de Antonio en las Ramblas junto a las bocas de riego. Pero para Emilio Hernández, además del baile de Gades estos Tarantos conectan con él:

  • Porque Tarantos tiene un sello social importante y Antonio tuvo ese compromiso durante toda su vida. Al mismo tiempo estaba muy unido a la tierra (Cuba) que a mí me vio nacer.
Miguel Cañas – bailarín de clásico español y bailaor flamenco con un amplio currículo y compañía propia – encarna al personaje de Gades:
  • Es difícil tanto en el baile como en el texto. Ha sido un reto personal y artístico. Al principio del proyecto me enfrenté con una serie de caminos a seguir. Al encontrarme con mis compañeros vi que el reto era muy fuerte. No niego el susto que me entró, no tanto por el personaje sino porque lo había interpretado Gades. Antonio ha sido un referente.

Candy Roman (Rosendo, el padre Zorongo), desde hacía cuatro años había desaparecido para el baile. No parecía que tanto tiempo hubiera pasado y es que el tiempo vuela.
 

  • Pues sí, llevo retirado cuatro años. Sabía que el tiempo pasaba, pero después de estar bailando 30 años con Antonio y ver que Antonio dejaba todo por su salud, quise hacer una pausa, pues me parecía difícil poder encajar la nueva situación. No pensaba volver más al baile. El destino me puso Tarantos y pensé dejar el pasado (sólo el baile) con la idea de que fue una buena escuela y decidí retomar el escenario (actuar). Me encontré con una guinda. Un papel lleno de matices que no tenía en otros personajes. Emilio me ha dejado muy libre. Hay que tener en cuenta que no somos actores, pero por el afán y el querer hacer algo más fue un reto, y eso se valorará. Hay mucho de verdad en lo que hacemos. Hacer Tarantos a diario ha sido descubrir muchas cosas y algo nuevo. En la interpretación he encontrado todo lo que el baile queda incompleto y que lo da la palabra.

Antonio Gades, es un nombre que a Candy no se le cae de la boca:

  • Quiero aprovechar para dar las gracias a Antonio, pues tras esa pausa esta obra es un regalo más de Antonio. Antonio me regaló muchas cosas. Si Tarantos no hubiera estado, yo habría desaparecido totalmente. Ahora me he vuelto a sentir joven y sólo la caja de pino me liberará del mundo del escenario.
Tres historias de amor nos conducen desde la España del hambre hasta la de la riqueza que no alcanza a todos; desde el amor apasionado, a la pasión del odio entre familias; desde la desesperanza, a la fuga hacia un futuro libre de ataduras. En esa trama dos personajes son clave Juana (Julieta), interpretada por Ana Salazar (Cádiz) e Ismael (Romeo) a quien da vida Juan Carlos Lérida (Alemania).

Juan Carlos Lérida se ha formado en danza clásica, contemporánea y flamenca. Bodas de sangre y Amor Brujo, son alguno de sus títulos y ha sido dirigido por Ramón Oller y Calixto Bietio, entre otros. Posee una amplia experiencia como coreógrafo. Según Emilio Hernández, se ha revelado como gran cantante.

  • Ha sido un placer – confiesa Juan Carlos el haber trabajado con esta intensidad en España, cosa que no es frecuente y menos en el mundo del flamenco, y poder manifestar una amplitud de registros. Ha sido un reencontrarme con mis orígenes gitanos. Con mi madre y con mi familia. En lo que sucede, cuando eres diferente. Sucede que te apoyan en todo. Y eso es lo que te mantiene, porque hay un grado de complicidad entre unos y otros. Ha sido un placer poder compartir con Ana Salazar el mundo de la interpretación y responder a lo que Emilio nos exigía. Pasar de la energía del baile a la energía del texto sin perder la tensión.

Ana Salazar, la Juana/Julieta, desde los 16 años actúa como solista y como acompañante a las primeras figuras del cante y el baile flamenco. Ha trabajado con Rafael Amargo, Eva Yerbabuena, Antonio Canales y Belén Maya. En el 2003, en clave flamenca, publicó Ana Salazar canta a Edith Piaf, como homenaje a la Piaf. Recibió el Premio Flamenco. Actualmente es Premio Cantante Revelación concedido por la crítica y el Premio Mejor disco extranjero, de la Sacem (Francia).

Un personaje mítico es Soledad la Taranta, por haber sido interpretado por Carmen Amaya, la llamada “reina de Barcelona”. Fue su última película y el nombre de Carmen, proporcionó el sello de internacionalidad a la película. Cuando surge el nombre de Carmen, siempre, tanto coreógrafos como bailaoras, dejan claro la imposibilidad de imitar su arte y la dificultad de estar a su altura. En esta versión Carmelilla Montoya es Soledad. Desde los tres años le da al baile y con 9 entra en el clan artístico de los Montoya, de los cuales actualmente es la savia que los mantiene. A los 15 años se le concede el Premio Nacional de baile flamenco por la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera. Ha trabajado con Camarón, Antonio Canales, Paco de Lucía

  • Agradezco mucho – confiesa Carmelilla - de que hayan creído en mí. Yo he cantando y bailao pero interpretar nunca. Me parecía imposible. En esta ocasión intento acercarme a ella (Carmen Amaya), pero lejos de mí está el imitarla. Estoy muy contenta de estar aquí.

La trascendencia de subir al escenario Tarantos, para Emilio Hernández, va más allá que el mero resucitar la historia de Romeo y Julieta:
 


EMILIO HERNÁNDEZ
  • Cuando Europa late con diferentes sangres por una llegada pacífica de pueblos de diferentes latitudes en busca de trabajo, un hogar, y una convivencia democrática, es el momento de traer a primer plano la presencia en occidente del pueblo gitano, eterno inmigrante, que sigue sufriendo las penurias de la marginación y los conflictos que entre ellos mismos genera esta situación, se ve hoy compartiendo las mismas trinchera de los suburbios europeos que los árabes, los kurdos, los turcos, los africanos y tantos otros de reciente venida, como se vio compartiendo los campos de exterminio nazi con los judíos.

 


Tarantos
refleja el drama de esa marginación,
los sueños de una vida digna
y la pasión que les permite vivir,
pero también morir.

E. Hernández

 

 

Más información

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José Ramón Díaz Sande
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