Trágala, Trágala, Haro. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Viernes, 10 de Abril de 2015 08:18

TRÁGALA, TRÁGALA
EL MONARCA FELÓN EN LA CORTE DE FELIPE VI

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   FOTO: www.madridteatro.net

Alarmado ante la actual situación de España, Fernando VII sale de su tumba para recuperar el poder y corregir su peligrosa deriva recurriendo a los expeditivos métodos  que empleó durante su reinado. Lo que sucede es que, ya entre los vivos, se muestra alterado y surgen dudas sobre su estado mental. Los que han sido testigos de la resurrección, se dirigen al público solicitando los servicios de un médico. El que se ofrece voluntario para atenderle resulta ser argentino y psiquiatra. La terapia no puede ser otra que la de tumbarle en el diván y hacerle echar fuera sus recuerdos. Van brotando de su memoria a modo de viñetas animadas ordenadas cronológicamente. A través de ellas se dibuja su retrato y el de la España que gobernó, no tan distinta, según se apunta a cada momento, de la de ahora. Y es que las fronteras entre ésta y aquella se van borrando cuando vemos aparecer a un regidor reivindicativo y con coleta llamado Pablo Iglesias y las escenas empiezan a ser escenificadas en un plató en el marco de un programa de televisión, cuya presentadora es una joven locutora llamada Letizia, la cual sueña con convertirse, como moderna Cenicienta, en reina de España. El vertiginoso encadenamiento de escenas hilarantes y tragicómicas saca el máximo jugo a las posibilidades que brinda un personaje que, a pesar de ser el causante de muchos de los males padecidos por España durante su nefasto reinado, resulta divertido. Este es, a grandes rasgos, el resumen de Trágala, trágala, la nueva pieza de Íñigo Ramírez de Haro. Estamos ante una sátira, género en el que el dramaturgo se mueve como pez en el agua. No es el primer caso en el que el teatro recurre a tan deleznable individuo para censurar conductas políticas contemporáneas. Entre las piezas que han quedado en la pequeña historia del teatro español del tardofranquismo está la que escribimos una decena de autores españoles titulada El Fernando, que fue escenificada por el Teatro Universitario de Murcia, con dirección de Cesar Oliva.

Lo que sucede es que la comparación entre las dos Españas está cogida por los pelos. Es cierto que la que nos ha tocado vivir, sumida en una crisis económica brutal y regida por políticos incompetentes y corruptos, no hay por dónde cogerla y que los abusos que posibilita la mayoría absoluta del actual gobierno propicia conductas poco democráticas. Pero es exagerado compararla con una dictadura inquisitorial como la de aquel rey felón. De ser equiparables, El trágala de Ramírez de Haro no hubiera subido a ningún escenario español y mucho menos hubiera sido programado en un teatro público, como es el caso. No hay que olvidar que quien decidió su estreno en el Español fue Natalio Grueso, en ese momento gestor de los teatros municipales de Madrid, designado para el cargo por un ayuntamiento regido por el Partido Popular; ni tampoco que Juan Carlos Pérez de la Fuente, su actual responsable, ha respetado el compromiso. Otro destino bien distinto tuvo el más arriba citado El Fernando, que tras su estreno y unas pocas representaciones, fue prohibido por la censura tan pronto como las autoridades coligieron que quién se ocultaba bajo las prendas del Borbón era el mismísimo Franco. El escándalo que se esperaba no se ha producido. Alguna alusión jocosa a la actual monarquía y la guasa sobre la reina Letizia provocan sonrisas y poco más, como no puede ser de otro modo cuando hablar de la familia real en tono crítico ha dejado de ser tabú. En cuanto a las quejas sobre la falta de libertad de expresión, que ciertamente existe, han sido acalladas por la normalidad que ha presidido el estreno. Los intentos de alimentar la hoguera de la protesta con combustible extrateatral, como la convocatoria de una concentración a las puertas del teatro o recordar que el autor es cuñado de Esperanza Aguirre y que sus relaciones son malas, no han surtido efecto.       

Dicho esto, la obra tiene calidad literaria, derrocha ingenio y abunda en escenas provocativas, aunque cabe apuntar ciertos desequilibrios, achacables, quizás, a que el texto original, excesivamente largo, ha sufrido algunos recortes, pero, sobre todo, a la incorporación un tanto forzada de nuevas escenas sugeridas por acontecimientos producidos en la vida política con posterioridad a su primera redacción. Forzosamente son de nuevo cuño las que aluden al Pablo Iglesias erigido en líder de Podemos, en fustigador de los representantes de la casta y en acuñador del tic-tac que anuncia la cercanía de su final, cuando hace apenas un año era un profesor de universidad y un tertuliano comprometido y con carisma.  Tampoco por entonces había abdicado el rey Juan Carlos ni, por tanto, pronunciado su sucesor el discurso que escuchamos en off.

Los tres grandes pilares de la puesta en escena son su director, Juan Ramos, uno de los padres de Yllana, que se las sabe todas  en materia de humor teatral; las canciones de Ron Lala, que nos propone un ameno y gozoso viaje por las formas más populares de nuestra música; y un reparto de lujo encabezado por un Fernando Albizu sembrado. Su Fernando VII parece escapado del retrato de Goya. Es feo, obsceno y grotesco. Le acompañan Balbino Lacosta, travestido en la ligera de cascos María Luisa, amén de hacerse cargo de otros tres personajes; Luis Mottola, el psiquiatra argentino capaz de, con su labia, vender la burra al más pintado; Ana Cerdeñeira, la locutora que sueña con seguir los pasos de Letizia; Paula Iwasaki, que se luce en el papel de la cantaora  Pepa la Malagueña; Jorge Machín, sosias de Pablo Iglesias, y, en fin, Ramón Merlo, Joshean Mauleón y Manuel Maestro, que dan vida al a los numerosos personajes históricos que se asoman al escenario.

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   FOTO: www.madridteatro.net

Título:Trágala, Trágala…
Autor:Íñigo Ramírez de Haro
Composición, dirección musical y letras:Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Álvaro Tato (RON LALÁ)
Escenografía:Miguel Brayda
Diseño de luces:Toño M. Camacho (AAI)
Diseño de vestuario:Tatiana de Sarabia
Diseño de espacio sonoro:Luis López de Segovia
Diseño de efectos de sonido:Alberto Fernández Roda
Diseño de audiovisuales:Javier de Prado
Ayudante de escenografía:Ascensión López, Carlos Brayda
Ayudante de vestuario y confección:Matias Zanneti
Confección vestuario (traje Fernando VII):Maribel Rodríguez
Asistente de gestión artística:Ana Fernández de Cosa
Asistente musical:Mario Quiñones
Vestuario:Sastrería Cornejo
Fotografía y diseño de cartel:Javier Naval
Producción:Teatro Español
Colaborador de dirección escénica y movimiento escénico:Rolando San Martín
Intérpretes (por orden de intervención):Fernando Albizu (Fernando VII ), Jorge Machín (Regidor),  Ramón Merlo (Carlos IV / Napoleón / Alagón),  Luis Mottola (Tanatista),  Balbino Lacosta (Reina María Luisa / Inquisidor Mier / Fray Juan / Saperes ), Joshean Mauleón (Goya / Obispo de León / Martínez de la Rosa / Arzobispo ), Manuel Maestro (Godoy / Riego / Reina María Carolina),  Ana Cerdeiriña (María Antonia / Doña Carlota / Locutora),  Paula Iwasaki (Pepa la Malagueña / Reina Josefa Amalia / Reina María Cristina)
Dirección de escena:Juan Ramos Toro (YLLANA)
Duración:2 horas
Estreno en Madrid (Estreno absoluto):Teatro Español (Sala Principal), 25 de marzo de 2015 

Más información
  
Trágala, Trágala, Haro.Yllana
 
  Trágala, Trágala, Haro. Entrevista

JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Viernes, 10 de Abril de 2015 22:55