Montenegro ( Comedias bárbaras). CDN. Crítica Imprimir

 MONTENEGRO
LAS COMEDIAS BÁRBARAS

MONTENEGRO 11  Foto Valentín Álvarez B 
 RAMÓN BAREA
FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ

No escribió Valle-Inclán sus tres comedias bárbaras para que se representaran en una sola jornada. De hecho, Cara de plata fue escrita tres lustros después que Águila de Blasón y Romance lobos, aunque los hechos a los que se refiera se corresponden cronológicamente con los que inician la historia de Juan Manuel Montenegro. Sin embargo, a lo largo de los años algunos directores han tenido la tentación de ofrecerlas reunidas, aunque las dificultades del proyecto les hiciera desistir. Fue en 1991 cuando José Carlos Plaza, a la sazón director del Centro Dramático Nacional, en momento de dulce bonanza económica, se atrevió a dar el paso, siendo el resultado un espectáculo de seis horas de duración que tuvo buena acogida. En 2003, Bigas Luna alumbró en Sagunto con injustificado despilfarro faraónico otras Comedias bárbaras para el olvido. Considera Ernesto Caballero, que ahora ocupa el cargo que tuvo Plaza, que el teatro de Valle Inclán debe tener regular presencia en la programación del CDN y, en consonancia con ello, ha incluido, en la de la presente temporada, una versión propia de la monumental trilogía.

La función dura tres horas, la mitad de la ofrecida por Plaza. A priori, podría pensarse que el propósito era el de aligerar el texto para hacerlo más asequible al público. Pero una vez vista, queda claro que su intención era otra. Para empezar, Caballero ha alterado el orden de las escenas. La acción arranca con la que abre la jornada primera de Romance de lobos, en la que, en medio de una noche de tormenta, el inquieto potro que monta Juan Manuel Montenegro, espantado por un trueno, se encabrita. Es un arranque potente y de gran belleza plástica en la que el animal está compuesto por actores. Tras ese fogonazo que anuncia la estética del espectáculo, el caballero se embarca camino de Flavia-Longa para encontrarse con el cadáver de su esposa doña María. En medio de esa travesía, mientras los marineros tratan de gobernar la barca, él evoca su pasado. La transformación de una narración lineal en la rememoración de hechos pretéritos no es baladí. Permite al adaptador prescindir de numerosos episodios cuya ausencia solo será advertida por los conocedores de la obra original y, aún estos, han de reconocer que los fragmentos seleccionados están bien unidos, sin que se noten las costuras. Pero lo esencial es que ese recorrido biográfico retrospectivo permite que el personaje reflexione sobre un pasado con más sombras que luces, que le atormenta y que no puede borrar. El Montenegro de Caballero es el de Valle-Inclán, el pariente no tan lejano de Lear, el último representante de una sociedad feudal, un hidalgo soberbio y sin escrúpulos, no exento de grandeza, venerado por sus criados y amado y temido por la legión de mendigos que viven de sus limosnas. Pero también nos muestra a otro Montenegro: el espectador de su pasado. Un ser que, al verse, se siente angustiado. Percibimos que mantiene un intenso debate entre la razón y el desorden y eso ofrece una visión calderoniana del personaje.

A hacerla más perceptible contribuye de forma decisiva Ramón Barea. Su retrato de Montenegro es radicalmente distinto al ofrecido por la mayoría de quienes le han precedido en ese papel. La nómina es larga. La integran, entre otros, Luis Prendes, Antonio Casas, José Bódalo, Alfredo Alcón, José Luis Pellicena, Juan Luis Gallardo, Chete Lera y Manuel de Blas. No todas las interpretaciones estuvieron a la altura del personaje, pero las que han merecido la pena tienen en común el empeño en mostrar a un ser de una pieza que, incluso cuando flaquea, es un trueno en la voz y en el gesto. En algún caso, el divismo no ha dejado ver la complejidad del personaje. El Montenegro de Barea, aunque la disimula, no oculta su debilidad y eso le hace aparecer más humano y cercano. Ha sido un acierto que Ernesto Caballero le haya confiado el papel cuando todavía no le respaldaba el Premio Nacional de Teatro, que le fue concedido en vísperas del estreno, siendo su único aval, que como se ha visto no era pequeño, una trayectoria tan larga y discreta como sólida.

Otros veinte actores completan el reparto. De ellos, varios asumen dos o más papeles e incluso algunos se convierten en bueyes, caballos, perros y hasta en objetos, como el que recrea la imagen del Cristo crucificado que preside una estancia de la casona del hidalgo o los que se convierten en figuras animadas de las cartas que echa la Pichona. Realizan todos un encomiable trabajo coral, tan importante en este inmenso retablo de señores y criados, y, cuando abordan personajes con nombre propio, se vacían para sacar a relucir lo que el talento de Valle puso en ellos.  En esa nómina de excelentes actores destacan Rebeca Matellán (Sabelita), Ester Bellver (Pichona), Edu Soto (Fuso Negro), Juan Carlos Talavera (capellán), Janfri Topera (Don Galán), Alfonso Torregrosa (abad) y Yolanda Ulloa (Doña María).

El espectáculo es, a pesar de las apariencias, sobrio. Un enorme puente de piedra de tres ojos y arquitectura que remite a los que abundan en los ríos del norte de España, preside el escenario. Esta escenografía, cargada de simbolismo, arropa todas las escenas. Algunas son de una cuidada y deslumbrante belleza estética y todas poseen una gran fuerza dramática. El mérito de Ernesto Caballero como responsable de esta aventura debe mucho a que ha sido fiel, no solo al texto, que es el de Valle, sin añadidos, sino también a las formas artísticas en las que bebió el escritor, el simbolismo y el expresionismo, que, en sus manos, desembocarían en el esperpento.             

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FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ

 

MONTENEGRO 7  Foto Valentín Álvarez B
FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ

Título: Montenegro (Comedias Bárbaras)
Autor: Ramón María del Valle-Inclán
Versión: Ernesto Caballero
Escenografía: José Luis Raymond
Vestuario y caracterización: Rosa García Andújar
Iluminación: Valentín Álvarez
Música: Javier Coble
Ayudante de dirección: Víctor Velasco
Producción: Centro Dramático Nacional
Músicos: Javier Coble, Kepa Osés
Intérpretes (por orden alfabético): Fran Antón (Gonzalito / Marinero 4), Ramón Barea  (Caballero), Ester Bellver (Pichona / Andreíña la sorda / Doña Moncha), David Boceta (Cara de Plata / Manco de Gondar ), Javier Carramiñana (Farruquiño / Marinero 3), Bruno Ciordia (Pedrito / Patrón de la barca) , Paco Déniz (Molinero / Pobre de San Lázaro), Silvia Espigado (Jeromita / Juana la Manchada /V iuda),  Marta Gómez (Rosalva / La mujer del Morcego), Carmen León (Andreíña),  Toni Márquez (Mauro / Marinero 2), Mona Martínez (La Roja),  Rebeca Matellán (Sabelita), Iñaki Rikarte  (Rosendo / Marinero 1), José Luis Sendarrubias (El Morcego / Bieto Zagal / Alguacil), Edu Soto (Fuso Negro/Capitán de los ladrones),Juan Carlos Talavera (Capellán / El viejo de Cures), Janfri Topera (Don Galán), Alfonso Torregrosa (Abad / Escribano / El manco leonés),  Yolanda Ulloa (Doña María / Dominga de Gómez),  Pepa Zaragoza (Liberata / Paula la Reina)
Director: Ernesto Caballero 
Duración: 3 horas (aprox.) con intermedio
Estreno en Madrid: Teatro Valle Inclán (Sala Principal), 3 - XII - 2013

 

 

JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
DIRECTOR: ERNESTO CABALLERO
SALA PRINCIPAL:
Aforo: 510
SALA FRANCISCO NIEVA
Aforo: 150
PZ. DE LAVAPIÉS, S/N
28012 – MADRID
TF. 91 310 15 00
METRO: LAVAPIÉS
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