Decamerón Negro. L'Om Imprebis. Crítica Imprimir

 

DECAMERÓN  NEGRO
AMOR Y SEXO PILARES DE LA HUMANIDAD

NAC 7170 D 
 YOLANDA EYAMA / JOSE J. RODRÍGUEZ / SARA NIETO /
GORSY EDU / CLAUDIA COELHO
FOTO:NACHO ARIAS

Bocaccio escribió El Decamerón (1351- 1353). Durante la peste bubónica de 1248 que asoló Florencia, 10 jóvenes - 7 hombres y 3 mujeres - se reúnen en una villa en las afueras de la ciudad, huyendo de la peste. Esta es la disculpa para la unión de una serie de cuentos que abordan temas como el amor, la inteligencia y la fortuna. En algunos de ellos el sexo cobra especial protagonismo. Un sexo lleno de ingenuidad y bondad. Se trata de narraciones contadas con la mayor naturalidad e inocencia.

Quien se atrevió con este texto para llevarlo al cine, fue Pier Paolo Pasolini. Marcó una época a nivel de trasgredir la censura imperante. Su Decamerón sufrió denuncias judiciales. El escándalo no provenía tanto de los cuentos en sí mismos, sino de la imagen. Por vez primera - nunca se puede decir que es la primera vez - se atrevía a filmar al hombre desnudo con sus genitales al aire en una película destinada a una sala comercial, y no al circuito pornográfico. Lo notable es que las salas comerciales exhibían el cuerpo de la mujer desnudo, planificado generosamente en diversos tamaños. Hoy este discurso ha dejado de tener vigencia si echamos una ojeada a las pantallas. Las historias se narraban con la misma  ingenuidad e inocencia que su ancestro literario.

Decamerón Negro es el correlato del libro de Bocaccio, pero, en África, Leo Frobenius (CLIKEAR) recopiló entre 1904 y 1915, una serie de historias africanas, a partir de la tradición oral. L'Om Imprebis ha tomado algunas de esas narraciones y las ha trasladado a la escena, a través del canto, la danza y la narración verbal. Tal traslación posee varios niveles. Uno es el de mantener al narrador, figura popular en África y conocida como "griot" , que nos cuenta la historia, como si de un monólogo se tratara. Otro nivel es la traducción visual del cuento, mediante la danza y el canto, que a veces sirven de transición entre un cuento y otro, creando la atmósfera africana, y otras veces se incorporan a la misma historia, proporcionando una gran carga sensorial expresiva a la austera narración, con una carga visual de sensualidad y sexualidad, sin que se pueda catalogar como pornográfico. Todo ello está transido de la naturalidad en inocencia del primitivo Decamerón, con ribetes poéticos - no almibarados o cursis -, emanados de la propia situación. Si echamos una mirada global al espectáculo se puede hablar de una cosmogénesis en la que la relación humana es protagonista. Como fondal se sugiere un mundo mágico en una fértil naturaleza.

Cinco actores, tres chicas y dos chicos, son los encargados de transmitirnos estas historias. Dada la sensualidad y lozanía de las historias pedía que los intérpretes plasmasen en sus cuerpos tales atributos. Un requisito que los cinco cumplen, así como cumplen buena destreza en la danza, la expresión corporal y el canto, sobre todo Yolanda Eyama, protagonista en las partes cantadas, cuyo amplio registro de voz evoca el diverso mundo sonoro de culturas novedosas para nosotros. Esa capacidad de abordar diversos estilos le lleva a interpretar, en un estilo propio, pero eficaz, una de las arias de Cosi Fan Tute (La escuela de los amantes), la jocosa ópera de Mozart.

Hay un buen trabajo de dirección, en el que el ritmo del espectáculo mantiene al espectador en un continuo interés. Así mismo, con elementos sonoros y un evocador minimalista fondo, se consigue un ambiente unitario aunque los actores proceden diversas áreas culturales: Guinea Ecuatorial, Angola y Cuba. La gran virtud es que el canto y la danza interactúan bien con los personajes, de modo que están bien engarzados en las historias.

Un espectáculo con gran poder de evocación, con momentos de humor que transmiten la inocencia del ser humano en el paraíso. Es un canto a la alegría de vivir.

He comenzado esta reflexión a partir de El Decamerón de Bocaccio. Hay algo que, al menos en las historias escogidas, lo diferencia. Allí los personajes son seres defectuosos y sin ningún valor noble. Prevalecen los ladrones, los adúlteros... y se alaba la astucia en contraposición al caballero que juega con la fuerza o belleza. Hay también una componente anticlerical. Todo esto no está tan presente en estos cuentos africanos. En cambio, su paralelo de éste con el de Bocaccio está en el Eros, dios del Amor. Ese Eros es el que rige el mundo, y el hombre y la mujer están destinados a entenderse sensualmente, y experimentar su relación sexual. El Eros es el que barniza todo el Decamerón Negro. 

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FOTO: www.madridteatro.net

Título:Decamerón negro
Dramaturgia: (a partir del libro homónimo de Leo Frobenius): Santiago Sánchez y Hassane Kouyaté
Escenografía:Dino Ibáñez.
Vestuario:Elena Sánchez Canales.
Diseño de Iluminación:Rafael Mojas.
Diseño de Sonido:José Luis Álvarez.
Colaboración Musical:Manuel Coves, Yayo Cáceres Y Marina Barba.
Coreografía:Paloma Díaz.
Trabajo de objetos:Edu Borja.
Trabajo de voz:Concha Doñaque.
Construcción escénica:Pascualín, S.L, Jordi Castells.
Realización de vestuario:Maty. Utilería: Lola Olazabal.
Diseño gráfico:Minim comunicación.
Fotografía:Nacho Arias.
Producción:Ana Beltrán.
Prensa y Comunicación:María Díaz.
Coordinación de grupos:Menchosa.
Distribución:Emilia Yagüe Producciones.
Compañía:L’Om Imprebís.
Intérpretes:Elenco: Gorsy Edu (Ebebiyin, Guinea),  Claudia Coelho (Luanda, Angola),  José Juan Rodríguez (La Habana, Cuba), Sara Nieto (Madrid, España), Yolanda Eyama (Mikomiseng, Guinea).
Dirección:Santiago Sánchez y Hassane Kasi Kouyaté.
Estreno en Madrid:Teatro del Canal (Sala Verde), 27 - XI  - 2013

 
 

José Ramón Díaz Sande 
Copyright©diazsande



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