Loa nadadores nocturnos. Crítica Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla   
Viernes, 26 de Septiembre de 2014 11:02

 

LOS NADADORES NOCTURNOS
MEZCOLANZA

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   FOTO: MARIO TARDÓN

Un amplio sector del público pareció recibir con agrado, incluso con euforia, el estreno de Los nadadores nocturnos.  La expectación previa a la exhibición del trabajo era evidente y la explosión de aplausos y otras expresiones de júbilo al final del  espectáculo atestiguaban la satisfacción de numerosos asistentes a la escenificación de Los nadadores nocturnos.  Reconozco de antemano que no compartí tanto entusiasmo. José Manuel Mora es un activo dinamizador de la vida teatral y un dramaturgo que ha escrito textos prometedores, textos que han interesado a algunos círculos académicos y específicamente teatrales. Sin embargo, no me parece esta su entrega más estimulante.

Los nadadores nocturnos presenta una serie de historias truncadas, encarnadas por atormentados personajes que encuentran refugio en una orden - fundada por un antiguo profesor a quien  expulsaron del centro en el que se enseñaba   cuando fue acusado de pederastia por uno de su alumnos -  que les proporciona una suerte de fraternidad entre otros seres desplazados, acogidos por la institución. Desencuentros amatorios, frustraciones eróticas, disconformidades con los propios cuerpos,  embarazos, abortos, deseos insatisfechos, actos de violencia sexual, desilusiones, etc., componen  el mapa de esta secta en la que resuenan los ecos del infierno sartreano y se respira el aire de los cubículos en los que transcurren las piezas de Jean Genet. A estas referencias se suma la cita explícita, escrita sobre el canto de las mesas que miran a los espectadores: “Cuando anochece, se necesita a alguien”, rememorada, glosada y parodiada por Enrique Vila-Matas en su novela Aire de Dylan y que remite a Tres camaradas, la película que produjo Mankiewicz a partir de la novela de Remarque  y en cuyo guión intervino Scott Fitgerald. La frase aquí parece constituir un ingenuo lema para un imaginario frontispicio del lugar de reunión de los nadadores nocturnos.

Lo fragmentos de las historias se entrecruzan y se entreveran con canciones, coreografías, discursos ante un micrófono, proyecciones, brindis, confidencias a público... una amalgama de materiales de procedencia diversa y de dudosa necesidad dramática. El criterio para su uso parece supeditado a la imitación o al empleo de recursos más o menos en boga, y no al significado o al sentido que puedan adquirir en este espectáculo concreto, donde todo adquiere un aire desenfadado y elegante, pero ineficaz, como si pretendiera poner remedio a las carencias de un texto de muy escaso recorrido, plagado de lugares comunes o de refritos y falto de incisividad o de lirismo. En algunos momentos me resultaba errático y reiterativo, en otros - muchos - se pierde la tensión dramática. El discurso me pareció complaciente y falto de riesgo, más propio de una trasnochada percepción adolescente de las turbulencias de la vida afectiva y sexual que de un pensamiento crítico o de una exploración ambiciosa de los temas que el dramaturgo menciona en la nota que figura en el programa de mano: La paternidad y el terrorismo. Ciertamente estos temas se mencionan y hasta se incoan, y hubiera sido deseable que el escritor se adentrase con originalidad y con valentía pro esos territorios, pero no ocurre nada de eso en Los nadadores nocturnos. O tal vez  no supe verlo.

El trabajo de interpretación es desigual, no solo por la diferencia de calidad artística del equipo (en el que figuran muy interesantes actores y bailarines, desde luego), sino también por el distinto grado de implicación y compromiso. La dirección no ha sido capaz de ahormar un estilo para el trabajo actoral en este espectáculo, más allá de un epidérmico alarde de actividad o de energía.

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  FOTO: MARIO TARDÓN

Título: Los nadadores nocturnos.
Autor: José Manuel Mora.
Coreografía y espacio escénico: Carlota Ferrer.
Diseño de iluminación: José Espigares
Diseño audiovisual y de sonido: Eduardo López
Realización video niño: Jaime Dezcallar
Diseño de vestuario:  Ana Lopez Cobos
Asistente a la dirección: Enrique Sastre
Producción: Draft.inn
Agradecimientos a todo el equipo técnico de las Naves del Español de Matadero, al Teatro Español y al Teatro de La Abadía.
Intérpretes: Joaquín Hinojosa, Esther Ortega, Paloma Díaz, Miranda Gas, Jorge Machín, Óscar de la Fuente, Alberto Velasco, Ricardo Santana.
Con la colaboración especial de Enrico Barbaro
Estreno en Madrid:  Naves del Español. Matadero, 18.IX.2014.
Dirección:Carlota Ferrer

 

 

Eduardo Pérez – Rasilla
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Última actualización el Viernes, 26 de Septiembre de 2014 11:33