Hay que deshacer la casa. 1985 Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Sábado, 23 de Agosto de 2014 21:58

 
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RESEÑA, 1985
NUM. 155, PP. 25-26
 

HAY QUE DESHACER LA CASA
CANTAR APARTE

 

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  AMPARO RIVELLES / LOLA CARDONA
FOTO: PRODUCTORA

Hay que deshacer la casa, de Sebastián Junyet, explota la fórmula de actrices, el teatrolegible para un gran blico tanto en texto como en senti­miento, y el desarrollo de laaccn en un marco natura­lista/realista (si es que se puede hablar así en teatro). Todos estos ingredientes son terreno abonado para que, des­pués, dos buenas actrices, Am­paroRivelles y Lola Cardona, terminen de tejer con meticulosidad lafiligrana.

Premio Lope de Vega de 1983, su destino, si hubiera seguido los cauces oficlales, sería el de llegar al Teatro Español por turno. El teatro comerclal/privado la ha recu­perado, lo que redunda en beneficio para la obra, porque se ha adelantado el estreno y, es probable, que se la saque en gira. Es decir, se la explota lo s posible. Y esto es bueno para el texto y el autor. Por otra lado, al ser obra de un único decorado y dos intérpre­tes, se presta a larmulatea­tral sin subvenciones.

Con motivo del último esla­bón familiar, la muerte de lamadre, se impone deshacerse o recuperar aquellos objetos del pasado llenos de senti­miento, de rencor o de lucro. La acdota une a dos herma­nas, separadas desde mucho tiempo atrás por seguir cami­nos diferentes: una, la esca­pada de casa en pos de lalibertad y la independencia; la otra, la fiel, la que ha aguan­tado al pie del cañón aten­diendo como ama de casa a su marido e hijos y a sus padres. Lacasa está en trance de embalaje y los objetos comiezan a evocar ese pasado que resulta funesto porque ha cons­truido un presente femenino sin horizontes. Una y otra han caído en la trampa de una época en que el padre y el marido son dictadorzuelos. Son las malparadas o mal pari­das de una sociedad. La obra aparece como un rito de libera­ción. Como terapia en la que la "verbalización" de las frustra­ciones femeninas libera de la angustia del silencio pero que ya no tiene remedio.

Junyet ha construido una situación y un diálogo cohe­rente con las suficientes notas de suspense para que el interés no decaiga. Su habilidad esta en mezclar en medidas propocionales el recuerdo del pa­sado con las recriminaciones propias y las situaciones del presente de las dos hermanas en su relación. Al mismo tiem­po juega con tres ingredientes fundamentales: lo dramático, lo cómico y lo trágico. Esta variabilidad de géneros engendran en el espectador sentmientos que van desde la sonrisa a la carcajada y desde el odio a la compasión. Junyet ha sabido construir, pues, un texto, lejos de la frialdad racional para adentrarse en el mundo del sentimiento y a veces en el del melodrama. Pero un melodrama eficaz, lejos de la sensiblería que - ¿por qué no? - convence.

Junyet construye un diálogo creíble, sin retoricismos, que fluye armoniosamente donde los recuerdos parecen brotar connaturales a la situación planteada. Sólo, algunas pocas veces se lee ve el plumero: ciertos textos que reconstruyen el pasado suenan falsos y como pretexto para describir o criticar tal situación.

Cantar aparte es la temática de fondo. Huele a familiar. Ya fue aquella Casa de Muñecas de Ibsen. Junyet sigue por esosderroteros. Los mismos que en estos últimos años (lejos del poder del padre, el cura, la abadesa, el dictador) se han prodigado en la novela, el cine y el teatro. La novedad de Junyet está en no recurrir a grandielocuentes dramatismos como causas desencadenantes. Las razones de las frustraciones de dichas mujeres las encuentra en la vida cotidiana y les vaticina difícil solución. Todo, al final, vuelve a quedar en orden. No existe la rebelión de Nora de Casa de Muñecas. EI rito de deshacer la casa ha servido para que las dos hermanas se conozcan un poco mejor y se hayan liberado de palabra.

Con una escenografía evocadora del pasado en clave realista, Javier Artiñano construye eficazmente la escena. Las paredes semidesnudas, con las huellas del pasado, son testigo del drama familiar y, en su estilo; sugerencia de lo ocurrido mas allá de los cristales: la vida provinciana.

Pero el plato fuerte de la obra es la interpretación de Amparo Rivelles y Lola Cardona. Se trata de un mano a mano continuo donde dos personajes, en apariencia opuestos, llenos de matices y de cambios. Lo dramático, cómico y trágico se hilvana continuamente y de ello dan buena cuenta tanto Amparo como Lola. Sin desmerecer el trabajo de Lola Cardona, impacta Amparo Rivelles.

De Amparo siempre se han dicho cosas buenas. Incluso cuando era "estrella española" en aquellas películas de los cuarenta. Era Amparito Rivelles y "trabaja muy bien". En aquella época, "daba bien en pantalla más que trabajaba". Todos estos años la han ido convirtiendo en una auténtica actriz. Un progresar que solo hemos podido comprobar, tras su vuelta de Méjico. Pero últimamente, a excepción de La voz humana, se prodigó en la comedia: Salvar los delfines, de S. Moncada, y El caso de la mujer asesinadita, de M. Mihura. Y ya sabíamos que Amparo estaba bien. Ahora, también otra comedla, pero con muchos más matices de interpretación porque dibuja el personaje con gran precisión. Dice el texto sin ningún esfuerzo, como si aquello tuviera que ver con su propia alma. Y lo que es menos frecuente en los intérpretes españoles cuando se apartan de su modo de hacer: nos olvidamos de Amparo y creemos en el personaje. No hace de, sino que es. Su rostro se transfigura en la tragedia y se alegra en la comedia. La Laura de Junyet en manos de Amparo Rivelles cobra vida propia a través de su voz y gestos. Baste decir que, "desde luego, estas muy bien, Amparo". Se trata de una gran lección de interpretación.

Joaquín Vida, el director, ante un texto de este género (monologo/diálogo) y ante dos actrices que parecen lograrlo ellas solas, casi desaparece. Sin embargo su mano está ahí, logrando un buen ritmo, un continuo movimiento, sin que se note, y evitando el estaticismo, pecado fácil en esta clase de obras.

Y por último, lo que es más eficaz para la producción: el éxito de público. Hay que deshacer la casa posee todos los ingredientes para que el público acuda. Sobre todo, un público maduro: el que ha vivido esos momentos y se reconoce en situaciones paralelas y diálogos (habilidad de Junyet) que ha dicho o ha oído decir. Se sienten identificados. El público joven puede que se encuentre mas ausente, pero, en todo caso, les capta la lección de interpretación que es Hay que deshacer la casa. 

Título: Hay que deshacer la casa.
Autor: Sebastián Junyet.
Escenografía: Javier Artiñano.
Producción: Alberto A. Santa Marta.
Dirección: Joaquín Vida.
Intérpretes: Amparo Rivelles (Laura), Lola Cardona (Ana).
PREMIO LOPE DE VEGA 1983 DEL EXCMO. A YUN-TAMIENTO DE MADRID.
Estreno en Madrid: Teatro de la Comedia, 1985. 


José Ramón Díaz Sande
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PZ. JACINTO BENAVENTE.

 

 

Última actualización el Sábado, 23 de Agosto de 2014 23:22