Julio César. Festival de Mérida..Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 17 de Febrero de 2014 18:02

 

JULIO CÉSAR
CREDIBILIDAD Y CERCANÍA

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 TRISTÁN ULLOA / JOSÉ LUIS ALCOBENDAS
FOTO: www.madridteatro.net

Llega a Madrid al Teatro Bellas Artes el montaje de Julio César de Shakespeare, con credenciales de éxito en el Festival de Mérida de donde procede, y de la gira posterior. Se trata de una versión "sólo para hombres", en cuanto que se han eliminado los personajes femeninos, que, por otro lado, Shakespeare no fue generoso con ellas en lo que se refiere a extensión del papel. Se podría decir que se trata de un Julio César de "cámara",  que ha huido de la grandiosidad escénica de otros montajes.  No se echa de menos. Tal concepción da como resultado mayor intimidad y sobriedad, que pone de relieve la palabra del autor. También la recitación queda más cercana al espectador y más creíble.

El Julio César de Shakespeare, a partir de un hecho histórico centrado en las intrigas y corruptelas políticas de la Roma clásica, está construida de tal forma que pronto conecta con la realidad política de todas las épocas, como si fuera un eterno "ritornello" en esto del gobierno de las naciones. En esta ocasión la misma lectura se repite, más acentuada  debido a los convulsos tiempos que nos han tocado vivir, que han desvelado corruptelas y desconciertos en el camino marcado por el gobierno. Este padecer da la sensación de haber contagiado a los propios actores que subrayan el lamento sobre estos tiempos.

El meollo que se desprende de Julio César es la manipulación del pueblo por parte del poder establecido. Pueblo que soporta las ambiciones de un grupo de personas poderosas, quienes hacen y deshacen a su antojo. Tal manipulación comienza con el propio César y sigue con Casio, en incluso Bruto. Casio es intrigante para provecho propio; Bruto lo es por un sentimiento más noble: el bien del pueblo. Marco Antonio tampoco se escapa de ser un manipulador. Su brillante discurso es otro modo de manipular  a las masas. De este modo Shakespeare ha sabido poner de relieve la gran tragedia de la humanidad que perpetuamente va a la deriva como un barco zarandeado por las olas de babor a estribor. En este montaje tal zarandeo cobra mayor relieve.

Lo peculiar de este montaje de Paco Azorín es la sobriedad en todos los aspectos, y la limpieza del texto en pro de la palabra, con la excelente traducción de Ángel Lluis Pujante. Un espacio común evoca la Roma Clásica, mediante un gran Obelisco en el lateral izquierdo del espectador y un juego de sillas, cuyo respaldo evoca el entrelazado en aspa de barandales romanos. El obelisco, según declaraciones, simboliza la masculinidad y viene a ser un gran falo, que se vendrá abajo hecho pedazos, tras la muerte de César, con las luchas intestinas. Además del simbolismo del poder fraccionado, funciona bien como paisaje devastado por las luchas civiles de la propia Roma. Tal espacio, del propio Paco Azorín,  está bien utilizado y colabora bien con la transición de las escenas, sin que se pierda el ritmo.

Escénicamente se juega con cámara oscura y con una pantalla al fondo, sobre la que, recuperando el invento brechtiano, aparecen palabras que nos sitúan espacialmente o las referencias al acto en que nos movemos. También sirve para potenciar, aprovechando el Primer Plano cinematográfico, la fiereza y mortal angustia de los protagonistas en el momento de la lucha. Este espacio cobra relieve gracias a la cuidada iluminación de Pedro Yagüe. A destacar el espacio sonoro de Orestes Gas, que a partir de Sostakowicz, crea los diversos ambientes de tensión.

Representada sin interrupción, posee un buen ritmo que anula los tiempos muertos y evita que el espectador se adormezca, como sucede en algunos montajes de esta obra. Al ritmo ayuda la bondad de la versión, sin arqueologismos, y a una vibrante y fluida interpretación de los actores.

Sobresale José Luis Alcobendas como Casio. Diseña su personaje con credibilidad y fuerza. Es actor que controla y matiza los diversos aspectos emocionales, hasta el punto de hacerlos suyos. Su magro rostro y sus cincelados rictus ofrecen un impactante Casio.

A quien se espera es al actor que interprete a Marco Antonio, por el tópico del brillante discurso que escribió Shakespeare, y por el buen decir de Marlon Brando. Se ha convertido, también, en un tópico tal referencia. Lo que sucede es que, en España, hablar de la comparación con Marlon Brando es una ingenuidad, porque no escuchamos el "verbo" de Marlon Brando, sino al doblador. El mérito, pues, si lo tiene sería del actor de doblaje.  De todos modos, el mencionado discurso es un salto a superar. De tal embolado se encarga Sergio Peris-Mencheta. La mayor virtud de él, es haberlo incorporado e  introyectado en su propia carne, y emitirlo con controlada energía combinada con la ironía, para llegar a la explotación del grito revolucionario que emociona.

Bruto es Tristán Ulloa, actor, también, solvente en esta representación. No obstante, abunda en el grito excesivo, que, a mi entender, desvirtúa el personaje original de flema menos exaltada.

Julio César es Mario Gas. Personaje de menor protagonismo, algo anómalo en la producción teatral de Shakespeare que el protagonista daba título a la obra: Hamlet, Macbeth, Rey Lear, Enrique IV... Estamos habituados a que Mario Gas no defraude, nunca. Aquí tampoco. Destaca el aplomo de la autoridad  que representa Julio César. Desgrana el texto con convicción y emoción.

El resto de los personajes, con menos intervención, cumplen bien su cometido. Todo esto quiere decir que se ha conseguido una unidad interpretativa digna de alabar.

A destacar la segunda parte de la obra tras la muerte de César, cuando comienzan las guerras intestinas. Se sabe encontrar la fórmula para mantener el interés. Digo esto, porque es lugar común, incluyendo la película, el que decaiga el interés. Terminado el discurso de Marco Antonio, la obra toma otro cariz, con las luchas, que a veces, erróneamente, se han representado en escena y, por supuesto en la película. En tales versiones poco nos importa lo que pueda suceder a Casio, Bruto y demás colegas. La llegada de Octavio va a marcar el cambio de rumbo de la República. Son hechos más o menos históricos que parecen apartarse del tema de la primera parte. En este montaje tal decaída de interés no sucede. Las acciones físicas de la lucha quedan en segundo plano, y vuelve a centrarse el conflicto en la palabra.

Lo más notable de este montaje es el haber huido del tono declamatorio, prefiriendo un tono más realista, sin perder la altura literaria del texto. Es posible que a ello ayude el convencimiento de los propios actores de la situación histórica creada por Shakespeare, que en nuestra época se vive día a día. Lo mismo que Marco Antonio ha desvelado la intriga y manipulación de la clase político-militar, nuestro mundo ha descubierto una voluntad fantasmagórica que gobierna el mundo a su antojo e interés, más allá de las fronteras.

Aunque muy lejos del Julio César shakesperiano, cuando leí, años ha, Asesinato en el Oriente Exprés de Agatha Christie no pude menos de reproducir el acribillamiento de Julio César por todos los conjurados. En la obra de la Christie, todos clavan su puñal en el indeseable personaje.

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MARIO GAS
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 SERGIO PERIS-MENCHETA
 FOTOS: www.madridteatro.net

Autor: William Shakespeare
Traducción: Ángel Luis Pujante
Escenografía: Paco Azorín
Diseño de Vestuario: Paloma Bomé
Diseño de Iluminación: Pedro Yagüe
Espacio Sonoro: Orestes Gas
Audiovisual: Pedro Chamizo
Movimiento escénico: Carlos Martos
Caracterización: De María
Ayudante escenografía y vestuario: Juan Sebastián Domínguez
Ayudante de Producción: Isabel Díaz
Asistene de dirección: Esperanza Candela
Asistente de caracterización: Lolita
Recursos pedagógicos: Nieves Pérez-Abad
Gestión pedagógica: Marina Beltrán
Técnico de Iluminación: Israel Menéndez
Maquinista: Giovanni Colangel
Sastra/Maquiladora: Pura Fernández
Construcción escenografía: Talleres del Teatre-Auditori de San Cugat
Confección vestuario: Miguel Crespi
Peluquería: Ivana Linares
Productor técnico: Jesús Cimarro
Jefe de producción: Raúl Fraile
Prensa y comunicación: María Díaz
Gerente/Regidora: Judit  Vicente
Director Técnico: David Pérez Arnedo
Fotografía: David Ruano
Diseño Grçafico: Metaproduccions
Distribución:  Pentación Espectáculos
Ayudante de Dirección: Nieves Pérez-Abad
Coproducción:59 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida 2013, Teatro Circo Murcia y Metaproducciones
Intérpretes: Mario Gas (Julio César), Sergio Peris-Mencheta (Marco Antonio), Tristán Ulloa (Bruto), José Luis ALcobendas (Casio), Agus Ruiz (Casca), Pau Cólera (Decio), Carlos Martos (Metelo), Pedro Chamizo (Octavio)
Dirección: Paco Azorín
Estreno en Madrid: Teatro Bellas Artes, 22 - I - 2014

 
 
José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

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Última actualización el Viernes, 20 de Junio de 2014 11:48