El alma bunea de Se-Chuan Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Domingo, 16 de Marzo de 2014 13:07

EL ALMA BUENA DE SE-CHUAN
PARÁBOLA LAICA CON DIOSES SOBRE LA NATURALEZA HUMANA

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  FOTO: ADELA CAPOTE

Ya no se lleva el teatro didáctico. Tampoco las parábolas. Pero todavía sigue frecuentando los escenarios del mundo una obra que reúne ambas condiciones. Se trata de El alma buena de Se-Chuan, de Bertolt Brecht. El texto que se representa sigue siendo el mismo que escribiera el dramaturgo alemán sin más variaciones, en el caso de España, que las debidas a las distintas traducciones utilizadas, las cuales también se han visto reflejadas en el título. En efecto, el de la  versión de José Monleón y Armando Moreno para la compañía de Nuria Espert (1967) era La persona buena de Sezuán; en la de Jesús Munarriz para el Centro Dramático Nacional (2006), La buena persona de Sezuán; El alma buena de Se-Chuan es el que lleva el que ahora se representa en Las Naves del Español utilizando la traducción, retocada por Vladimir Cruz, que Raquel Warschaver hiciera, en 1964, para la editorial argentina Nueva Visión; y, en fin, como El alma buena de Sezuán figura en la traducción hecha por Miguel Sáenz para las obras completas de Brecht (Cátedra, 2006). Lo que no es seguro es que, a pesar de esa presencia escénica, conserve su antigua lozanía y vigencia al cabo de sus recién cumplidos setenta años.

Recordemos que estamos ante una parábola protagonizada por ciudadanos chinos de la imaginaria ciudad semieuropeizada de Se-Chuan. Lo que en ella se cuenta es lo sucedido durante la desalentadora visita a la tierra, dominada por el egoísmo y la injusticia, de tres dioses en busca de un ser bueno. A punto de arrojar la toalla y tras no encontrar a nadie que les proporcione un lugar en el que descansar, una prostituta llamada Sen-Te les ofrece su casa. En agradecimiento a su generosidad, le dan dinero para que abandone su oficio y monte un negocio. A partir de entonces, su bondad es puesta a prueba por los acontecimientos. Cuantos más esfuerzos hace por ayudar a los demás, mayores son los abusos que soporta. Los que la rodean quieren beneficiarse del su bienestar y no tienen reparos en esquilmarla. La única salida a la situación es desdoblarse en un supuesto primo suyo, quien desprovisto de bondad, se comporta como un cruel tirano déspota y sin sentimientos que mantiene a raya a la legión de acosadores.

Queda claro que en el mundo que describe Brecht no hay sitio para las personas decentes y altruistas. Que la bondad tiene un elevado coste para el que la ejerce, es la lectura más elemental que puede hacerse de esta obra. Pero Brecht decía bastante más.  Ponía en cuestión un sistema en el que los bienes disponibles son escasos para satisfacer las necesidades de la sociedad y esa falta de recursos impide la plena implantación de la justicia. El contenido ideológico de la obra era evidente y así fue entendido en nuestro país en la década de los sesenta, aunque los responsables de las primeras representaciones españolas no hicieron hincapié en ello por razones obvias. En 1967, Ricard Salvat, el introductor de Brecht entre nosotros, cuando la dirigió para la compañía de Nuria Espert,  un año después de haberlo hecho en catalán para la Adriá Gual, escribió que la obra plantea un problema ético-político cuyo tema es la imposibilidad de la bondad individual y su progresiva perversión o corrupción al entrar en contacto con las estructuras de la sociedad capitalista. Sottovoce, era más explícito y no faltaban los que veían la obra como una reivindicación del comunismo como mejor, si no única, vía para resolver los males del mundo. Años después, otros vislumbraron ciertas connotaciones religiosas y más recientemente algunos han hecho, sin demasiado fundamento, una lectura feminista. 

Hoy, la carga política ha perdido peso y El alma buena de Se-Chuan es vista desde otra óptica. Nos solidarizamos con la protagonista, cuyo drama es la necesidad de renunciar a su carácter bondadoso si no quiere sucumbir al acoso de sus voraces vecinos. Al cabo, el mundo es como es y no hay dioses que lo remedien. Por eso, los de la obra abandonan la Tierra dejándonos la patata caliente a los humanos. Por descontado, nadie está dispuesto, por cansancio o por considerarlo un empeño inútil, a cerrar el final abierto que propuso Brecht. Tampoco ha resistido el paso del tiempo uno de los valores que se le reconocían a la obra: la sencillez con la que el autor había expuesto un asunto de extraordinaria complejidad. El texto se nos hace largo por reiterativo y excesivamente elaborado y algunas situaciones se nos antojan, aún admitiendo que se trata de una parábola, poco naturales y un tanto ingenuas.

Dicho esto, el espectáculo se ve con agrado. La puesta en escena es sencilla y limpia. La escenografía, diseñada por Aurora  Jácome, quien ha recurrido al empleo de materiales transparentes bien iluminados, sugiere los espacios en los que transcurre la acción. El cubano Vladimir Cruz asume la dirección de un reducido grupo de actores españoles y latinoamericanos, que se desdoblan para representar con entusiasmo, compenetración y buen ritmo todos los papeles. Destaca el trabajo de la joven Raquel Ramos de Andrés en el de la protagonista Shen-Té, quizás el de mayor responsabilidad desde que, tras su paso por el teatro amateur, se incorporara a la escena profesional. Consigue hacer creíble el inverosímil juego de contraposición entre la verdadera identidad de la prostituta buena y la falsa de su malvado primo creado por Brecht.

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  FOTO: LIVEN CÉSPEDES

Título: El alma buena de se-chuan
Autor: Bertolt Brecht
Traducción: Raquel Warschaver
Música: Paul Dessau
Versión y producción musical: Pilar Ordoñez
Versión letra canciones: Vladimir Cruz / Raquel Ramos
Montaje canciones: Ana Hernández Sanchiz
Diseño escenografía y vestuario: Aurora Jácome
Diseño de iluminación: Paco Ariza / Jesús Prieto
Pianista: Charles Matthwes
Diseño del cartel: Aitor Echevarría / foto: Eva Abril
Ayte. dirección: Dayana Contreras
Regiduría: Eduardo Vicente Rivera
Dirección de producción: Jesús Prieto / Ana Hernández Sanchiz
Intérpretes: Ana Hernández (Sanchiz Sra. Yang/ Sra. Shin / Sra. Mi-Tzú), Jordi Soler (Segundo Dios / Hombre), Raquel Ramos (Shen-té / Shui-T), Vladimir Cruz / Juan Pablo Shuk (Yang Sun/Sobrina/Segundo Dios), Jesús Prieto (Shu-Fú/Desarrapado/Polícia/Primer Dios/Abuelo), Rafael Ramos de Castro (Wang / Carpintero Lin-tó / Bonzo), Jordi Soler (Tercer Dios / Hombre), Dayana Contreras (Mujer / Anciana)
Dirección: Vladimir Cruz
Estreno en Madrid: Matadero (Naves del Español) (Sala 1), 26 - II - 2014


 

JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Viernes, 20 de Junio de 2014 11:07