Poder Absoluto. Peña Carulla. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Sábado, 04 de Mayo de 2013 06:35

PODER ABSOLUTO
LOS ENTRESIJOS DE LA POLÍTICA
 
EDUARDO FARELO / EMILIO GUTIÉRREZ CABA
FOTO: PRODUCTORA
A los escenarios españoles van llegando con regular cadencia espectáculos que abordan asuntos tan actuales como la corrupción en que está inmersa buena parte de la clase política. Un fenómeno universal, pero que, en nuestro país, alcanza unas dimensiones que superan cuanto podíamos imaginar. El escándalo se agrava porque afecta a todas nuestras instituciones y se produce en un momento de profunda crisis económica. Lo que conocíamos a través los medios de comunicación, se convierte en materia artística y en motivo de reflexión. Es bueno que así sea y reconforta que los autores españoles asuman su papel de testigos y críticos de los males de nuestra sociedad. Roger Peña Carulla ha sido uno de los primeros en hacerlo, pues escribió el texto hace siete años, cuando estas cuestiones todavía se veían como hechos aislados.
 
En Poder absoluto, asistimos al encuentro de dos políticos pertenecientes a un partido conservador. El de más edad, Arnold Eastman, aspira a convertirse en el próximo presidente del país. Será la culminación de una carrera política jalonada de éxitos. El más joven, Gerhard Bauer, declarado admirador suyo, tiene ante sí un futuro prometedor. Ambición no le falta, aunque no parece tener prisa. Aquel representa la experiencia de los políticos curtidos en las luchas por el poder y, ya de vuelta de todo, no tiene recato en mostrar los recursos poco ejemplares que se emplean en política para llegar a la cima ni en confesar como el enriquecimiento a cualquier precio es una de sus metas. Sus confidencias son el preludio para la demanda de un favor muy especial, al que un día puede llegar a ser su delfín. Reclama su ayuda para despejar algunos nubarrones que amenazan su elección. Hasta ese momento, nada hace sospechar que la acción no transcurra en España. Lo que Eastman confiesa podrían contarlo, sin cambiar una coma, no pocos de los representantes de nuestra clase política. Pero no es así. Los nubarrones a los que alude el personaje son determinadas informaciones sobre su pasado que un conocido investigador político se dispone a desvelar. Tiene que impedirlo a toda costa. Su muerte es la solución y el joven político es el elegido para llevar a cabo el asesinato. Cuando sabemos que lo que se pretende ocultar es la vinculación que tuvo con el nazismo y su participación activa en las monstruosidades habidas en los campos de exterminio, advertimos que se está hablando de otro país y de otra época. En el programa de mano, el autor da dos datos: Viena, 1996. Pero algunas líneas más abajo escribe algo que propicia el equívoco: “Vivimos en un país que prefiere salvar a los bancos antes que a sus ciudadanos; en un país cuyo Ministro de Defensa estaba al frente de una empresa que vendía bombas de racimo.” Ese país es España. Es verdad que la obra, aun siendo de ficción, se inspira en un hecho real acaecido en otro lugar de Europa: el descubrimiento del pasado nazi de Kurt Waldheim, que fue candidato a la presidencia del gobierno austríaco en la década de los ochenta del pasado siglo. Uno considera, sin embargo, que el autor bien podría haber situado la acción en nuestro país si tenemos en cuenta que, entre nuestros políticos, abundan los que se han subido al carro de la democracia habiendo sido cómplices del franquismo. Más de uno hay en cuya hoja de servicios figuran hechos criminales no menos graves que los cometidos por el político austriaco.
 
Poder absoluto adquiere la categoría de "thriller" a partir del momento en que Bauer acepta el encargo y ambos personajes, símbolos, uno, del cinismo y, otro, de la avaricia, negocian la recompensa. Se suceden ofertas y contraofertas y, alcanzado el acuerdo, surge la desconfianza mutua. ¿Cómo asegurarse de que no se traicionarán en el futuro? Las garantías son escasas y cada uno trata de tener atado de pies y manos al otro. Quien cree haberlo conseguido, no tarda en percibir que las ataduras no son sólidas. Asistimos a una pugna en la que los cambios en el control de la situación son continuos y vertiginosos. Mil y una posibilidades, alguna traída por los pelos o cogida con alfileres, son puestas sobre el tapete, demorando más de la cuenta un final absolutamente previsible.
 
Roger Peña ha alumbrado un texto bien escrito, en el que destaca la agilidad de los diálogos. El lastre es la artificiosidad de su contenido. No ahorra el autor ardides para hacer discurrir su discurso por los cauces que se ha trazado, evitando que se desborde. También hay cosas poco creíbles. Por ejemplo, que conozcamos por él mismo y no por otra fuente la falta de ética de Eastman en su actividad política. A pesar de tratarse de un cínico, no es normal que se desnude de tal manera ante quien, hasta ese momento, no ha formado parte de su círculo íntimo. Por otro lado, apenas hay acción y la dirección, asumida por el propio autor, no consigue aportar recursos capaces de dinamizarla. Las idas y venidas copa en mano de los personajes por la estancia en la que se produce el encuentro tienen más de pasos medidos que de movimientos espontáneos.
 
El buen trabajo de los actores suple en buena medida estos inconvenientes. Eduard Farelo, que interpreta al joven político, lucha contra la rigidez de su personaje y alcanza sus mejores momentos cuando deja de ser un envarado oyente pasivo y entra en colisión dialéctica con su oponente. Emilio Gutiérrez Caba es el aspirante a presidente. Pone al servicio del turbio individuo toda su sabiduría teatral, que es mucha. Con natural gravedad y sin un gesto de más compone un personaje más verosímil que el sugerido por el discurso que el autor pone en su boca.

 
EDUARDO FARELO / EMILIO GUTIÉRREZ CABA
FOTO: PRODUCTORA
 
 
Título: Poder Absoluto
Autor: Roger Peña i Carulla
Intérpretes:  Emilio Gutiérrez Caba, Eduard Farelo
Escenografía: Carles Pujol
Iluminación: Raúl Martínez
Vestuario: Eulàlia Miralles
Producción: La Villarroel, Pentación Espectáculos y Entresol Produccions
Dirección: Roger Peña i Carulla
Duración : 1 h. 15 min. (sin intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Bellas Artes, 17 - IV - 2013
EDUARDO FARELO / EMILIO GUTIÉRREZ CABA
FOTO: PRODUCTORA
 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

 

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Última actualización el Sábado, 04 de Mayo de 2013 07:52