Zarzuela. Escena Lírica. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 13 de Agosto de 2012 17:41

ZARZUELA
AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE
LA VERBENA DE LA PALOMA
 
LA TABERNERA DEL PUERTO
 
AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE
LA VERBENA DE LA PALOMA
 
  LA TABERNERA DEL PUERTO
Escena Lírica S.L. se ha presentado en Madrid con dos programas. El primero un programa doble dedicado al género chico. Agua, Azucarillos y Aguardiente, y La Verbena de la Paloma; el segundo dedicado a la zarzuela grande: La Tabernera del Puerto. No sé si estaba en la intención de los programadores, pero desde el punto de vista histórico es un acertado recorrido: los dos títulos del género chico dan una visón de la música lírica del s. XIX y el segundo, la del siglo XX de los años treinta, en los que, a pesar de la languidez del género, Pablo Sorozábal cree en ella y le da nuevos aires.
 
Escena Lírica  es Compañía privada y por lo tanto su presupuesto no es el del Teatro de la Zarzuela. Quiere decir que si toda comparación es odiosa, aquí más. Hay que juzgarla dentro de estas coordenadas, y viene a ser la continuación de aquellas compañías de repertorio de Zarzuela de los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX. Dentro de este contexto, las representaciones muestran una dignidad plástica y salvan las voces protagonistas. Donde tal vez se padece más es en lo que respecta al coro, ya que viene integrado por cinco chicas y cinco chicos, cifra más, cifra menos. Y los coros en la lírica española son un puntal importante.
 
Puestas las cosas así hay que alabar el esfuerzo y entusiasmo de compañías similares que siguen aportando su granito de arena, a que la llama de la lírica española siga adelante. El público asistente, más de la mitad del patio de butacas, se siente satisfecho, ríe con las humoradas propias del género y arranca aplausos.
 
AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE
 
Las melodías de Agua, Azucarillos y Aguardiente se han popularizado sobradamente. Su anécdota es sencilla y afecta al pueblo llano y con pocos céntimos, que maneja, interesadamente, un prestamista. Sus víctimas: madre e hija, sin un duro, recién afincadas en Madrid, huyendo del pueblo. Un galán, que vive de papá y unas aguadoras que vocean el refresco veraniego: ¡Agua, Azucarillos y Aguardiente!, y no se detienen en lanzarse improperios mutuamente. Y después están los paseantes por el Paseo de Recoletos, una mezcla de niños, niñeras, soldados, barquilleros y demás tipos populares. Se llamó en su tiempo “pasillo de verano”.
 
El protagonismo de las voces corre a cargo de los dos personajes femeninos protagonistas: Pepa y Manuela, interpretados por Belén López y Carmen Aparicio. Dos sopranos seguras y diestras tanto en la parte musical como interpretativa. Enrique R. del Portal, carga con el aprovechado de Serafín, un personaje con tintes cómicos a la vez que ridículos. Enrique es ducho en estos menesteres líricos, y su carrera ha transcurrido ampliamente entre la lírica española – pisando los grandes escenarios - y las comedias musicales de estas últimas hornadas. Como siempre resulta eficaz.
 
Agua, azucarillos y Aguardiente es una obra en la que los coros tienen especial importancia, aquí se resiente un tanto por la escasez de personal. Por desgracia, uno de los precios que hay que pagar cuando los presupuestos son exiguos.
 
Esta obra, como otras del género chico, de una hora de duración se permite el lujo de dos decorados. La casa de Asia y su madre, y el Paseo de Recoletos. Esto no suponía una dificultad en la época de los telones pintados, plástica del teatro del siglo XIX. Con tirar de las cuerdas hacia el telar, la mutación era un decir “¡Jesús!” Desde que José Tamayo, con Doña Francisquita (1958) introdujo los decorados de volumen en el mundo de la zarzuela – en el teatro de prosa ya habían entrado antes -, toda compañía que se precie acude a ellos, lo cual no siempre es atractiva cuando lo escenarios son reducidos, pues dejan de lado las perspectivas que alejaban los fondos. Aquí se ha recurrido a laterales de volumen y proyección – el estanque del retiro, con el agua en movimiento – al fondo. Una convención que se puede permitir, aunque el Estanque y Recoletos no se hayan saludado nunca. Personalmente esa mezcla de proyecciones con los decorados de volumen no acabo de integrarlos, sobre todo si las imágenes son realistas, resulta un tanto pastiche. Otro cantar es cuando toda la escenografía es digital.
 
LA VERBENA DE LA PALOMA
 
Melodías y título archiconocidos este año se han descolgado en Madrid tres Verbenas: ésta, una en el Teatro Arlequín y la de los jardines Sabatini. Son tres gradaciones distintas en cuanto a la puesta en escena. Dejando aparte las dos últimas, la Verbena de Escena Lírica, se presenta como Nueva Versión. Tal sobrenombre intriga. La Verbena de la Paloma es una de las más entrañables y redondas piezas líricas del género chico. Tocarla es como tocar los conjuntos blancos del ballet El lago de los cisnes. No es que no se pueda, sino que hay que ir con bastante cuidado y unas veces se acierta y otras no.
 
En el caso que nos ocupa, más bien es un tanto desafortunada la versión por varios motivos. La Verbena posee tres cuadros: una calle (Casa, botica, buñolería y taberna); una calle de la Latina con casa sencilla de grandes rejas (tenemos que ver parte del interior) y casa más moderna con el Café de Melilla en su bajo; una calle, con salón de baile verbenero.
 
En esta versión se ha suprimido el tercer cuadro, por lo tanto se elimina la Verbena y todo el desenlace final se desarrolla en el segundo cuadro. Imagino que ha sido ideado así por “mor” de la economía de cambios de escenario. Tal supresión supone un cierto fallo, ya que el cuadro de la Verbena posee cierto simbolismo, aunque se le pueda aligerar de ciertos chistes, hoy faltos de gracia. Otro de los elementos escenográficos es la exigua reja que, poco, nos permite ver del interior. Pero todo esto son males menores, si se me apura mucho.
 
Lo más negativo de esta nueva versión son dos personajes, que creo, están mal enfocados. Una de las virtudes de texto es que los tipos están bien construidos y en esta versión se han destruido, sobre todo la Seña Rita y el Tabernero. La Señá Rita es todo un carácter, una mujer de pelo en pecho. Sabe mantener la compostura y domar al alocado de Julián, desquiciado por los celos. Aquí, al final, se enzarza con la Tía Antonia hasta rodar por los suelos. Eso nunca lo haría un personaje de ese fuste. En cuanto al Tabernero, es un sentenciador con cierto aplomo, y sus pedantes sentencias muestran su calma. Aquí se le ha pedido que esté un poco piripi y lanza tales sentencias inspirado por el alcohol. Un fallo de concepción dramática. Lo mismo sucede con los andares chulescos del tabernero y sus amigos, llevados a la parodia. Resultan forzados y de vergüenza ajena.
 
Tras todo lo dicho, esto que acuso como fallos sustanciales en la dramaturgia, hacen las delicias y risas del público.
 
Algo típico de esta obra, además de reflejar los incidentes en esa noche de agosto, es el “gran calor” de ese 15 de agosto madrileño. El arranque inicial del original es perfecto en crear esa atmósfera a través de todos los personajes, que han aparcado sus cuerpos en la calle para poder refrescarse, fuera de los inmuebles en los que “hace un calor arriba que sale fuego de la pared”.  Es típica la pareja de Don Hilarión y Don Sebastián sentados ante la botica, los porteros con el bebé ante la puerta etc. Todos toman el fresco. Sus abanicos y “el calor que hace esta noche es una atrocidad, y yo tengo a todas horas la camisa tan sudá”… crean ese clima.  Aquí, a Don Hilarión y Don Sebastián se les sitúa dentro de la botica, a los que vemos, tras alzarse el muro del lateral de la botica. Don Hilarión detrás del mostrador y Don Sebastián al otro lado, como si Don Hilarión estuviera despachando. Parece que se ha orientado la escena por una situación más naturalista. No obstante la realidad es que en esa noche de calor lo único que se puede hacer es tomar el fresco y vaguear, mientras el mancebo se ocupa de la farmacia.
 
Musicalmente funciona bien y Enrique R. del Portal, Julián, resulta convincente como cantante y como intérprete. Se le notan las tablas, por hablar en argot teatral antiguo. Rosa Ruiz encarna bien el personaje, como Susana, aunque el personaje de la seña Rita, en la ajustada voz de Carmen Aparicio se lleva el protagonismo. En realidad, así es en el libreto.
 
Esta Nueva Versión de La Verbena de Escena Lírica, es digerible, por la partitura que sigue siendo admirable y las voces protagonistas, menos en la puesta en escena que convendría repensar.
 
Una cantante que he dejado para el final es María Jesús Sevilla, que en Agua, Azucarillos y Aguardiente interpreta a Asia, y en La Verbena de la Paloma a Casta, cuya intervención musical es mínima. En estas dos interpretaciones pasa un tanto desapercibida, debido a la entidad de los propios personajes. María Jesús me lleva a La Tabernera del Puerto.
 
LA TABERNERA DEL PUERTO
 
En la representación – 11 de agosto a las 19:30 horas – a la que asistí, María Jesús encarnaba a Marola, la protagonista, y debo decir que me sorprendió su calidad de voz y su interpretación. Y esto hasta tal punto que tuve que mirar el programa de mano y cerciorarme de era la misma intérprete de Asia y de Casta. No había color. Posee una tesitura de soprano ligera con seguros y limpios agudos, sin perder calidad en los bajos, los cuales se adecuan bien al personaje de Marola. Fue la triunfadora de esa tarde, y el público lo manifestó con crecidos de aplausos.
 
Con La Tabernera del Puerto, Escena Lírica da un llamativo salto. Musicalmente es una de las más inspiradas partituras de Pablo Sorozábal, tanto en la parte orquestal como en la selección de las tesituras vocales: soprano, barítono, tenor, y bajo.
 
El barítono Santos Ariño da vida a Juan de Eguía. Sorprende su claridad en la dicción y la limpieza de voz, así como su verosimilitud en la interpretación. En esta versión se recupera la romanza de Juan de Eguía De aquel amor olvidado, que se suele suprimir, incluso en la versión discográfica con parte de los diálogos, interpretada por Alfredo Kraus, Leda Barclay, Enriqueta Serrano y Renato Cesari, que es de las más completas. Es una bella romanza más integrada en el argumento que La mujer de los quince a los veinte,  eliminada en esta versión ya que es una canción tabernaria junto a En un país de fábula, las cuales detienen dramáticamente el argumento . Se ha preferido De aquel amor olvidado suprimida, ya, en los libretos de los años cuarenta, no así en el archivo de la SGAE. Fue el propio Sorozábal, quien la suprimió. Ha valido la pena retomarla. (CLIKEAR)
 
El tenor Jesús Lavín encarna al joven Leandro, y, como en otras ocasiones, muestra seguridad y sus agudos resultan limpios. El bajo Carlos London interpreta a Simpson, personaje que ya le es familiar. Carlos es un bajo de llamativos graves y con una potencia de voz fuera de serie. Nos da un Simpson más cómico que en otras versiones, que suelen orientarlo por lo siniestro. Funciona, y sobre todo el público entra en comunicación con él.
 
El resto del equipo nos da, tanto en coros como en intervenciones personales, una representación digna.
 
La escenografía vuelve a combinar decorados de volumen y proyecciones, en este caso un exterior de costa. Y, de nuevo, tengo la sensación de estar ante un pastiche. Me explico, los decorados de volumen, diseñados figurativamente y con sabor realista, no lo son del todo. Se percibe, lógicamente, la artificiosidad propia del decorado, lo cual al teatro le suele venir bien. La proyección, en cambio es totalmente realista y surge el choque visual. En cambio, en el segundo acto, el interior de la taberna, tal proyección funciona bien, pues mantiene la artificiosidad. La escena de la barca y la tormenta, antiguamente resuelta con las típicas olas pintadas que se deslizan sobre el suelo en asincronía, aquí se sustituye por una proyección de oleaje. Resulta más digerible.
 
Es llamativo cómo en el mundo de la Zarzuela, salvo algunos montajes del Teatro de la Zarzuela, estas compañías privadas han optado por un realismo escenográfico, que no llega a serlo del todo. Así como el teatro clásico, el teatro en general y la ópera (en los Grandes Coliseos) ha encontrado nuevos caminos escenográficos. No ha sucedido así con el mundo de la zarzuela, que soporta mal el realismo, salvo contadas ocasiones. Urge una investigación sobre nuevas concepciones escenográficas. Escena Lírica en su dossier ha ofrecido un cartel de La Tabernera del Puerto de mayor estilización en las líneas. ¿Por qué no podría ir por ahí?
 
Título: Agua, azucarillos y aguardiente
Libreto:  Miguel Ramos Carrión
Música: Federico Chueca
Intérpretes: Belén López / Rosa Ruiz (Pepa), Carmen Aparicio (Manuela) , Rafael Álvarez de Luna (Lorenzo),  Ángel Walter / Carlos London (Vicente),  María Jesús Sevilla (Asia ), Ángel Walter (Serafín),  Carmen Dólera (Doña Simona),  Karmelo Peña (Don Aquilino),  Olivia Pablo/ Pilar Sánchez/ Lorena Ganchegui (Gachó del Arpa) Olivia Pablo/ Jaime Barreno/ Lorena Ganchegui/ Juncal Irastorza/ César Zarzalejo (Niños)
 
Título: La Verbena de la Paloma
Libreto: Ricardo de la Vega
Música: Tomás Bretón
Intérpretes: Rafael Álvarez de Luna (Don Hilarión),  Belén López / Rosa Ruiz (Susana),  Carmen Dólera (Señá Rita),  Enrique R. del Portal / Isidro Anaya (Julián),  Carmen Dólera (Tía Antonia),  María Jesús Sevilla (Casta),  Karmelo Peña (Tabernero) , Ángel Walter (Don Sebastián),  Carlos London (Sereno),
Akemi Alfonso (Cantaora), Jesús Ortega (Inspector ), Antonio Fernández Vírgala
(Mozo 1º),  Manuel Fernández Puebla (Mozo 2º),  Gonzalo Barreno (Guardia 1º)
Manolo Ganchegui (Guardia 2º)
Duración del Primer Progama: 130 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Cofidis (antiguo Teatro Alcázar), 17 - VII- 2012
 
Título: La tabernera del Puerto
Libreto: Federico romero y Guillermo Fernández Shaw
Música: Pablo Sorozábal
Intérpretes: María Jesús Sevilla (Marola, (Soprano)),  Jesús Lavín (Leandro (Tenor)), Santos Ariño (Juan de Eguía (Barítono)), Carlos London (Simpson (Bajo)), Olivia Pablo / Pilar Sánchez (Abel (Niño)),  Carmen Dólera (Antigua (Característica)), Rafael Álvarez de Luna (chinchorro (Primer Actor)), Karmelo Peña (Ripalda (Tenor) ), Isidro Anaya (Verdier (Barítono)), Corista (Menga), Corista (Fulgen), Corista (Senen), Corista (Valeriano (Guardia Civil))
Duración: 130 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Cofidis (antiguo Teatro Alcázar), 31 - VII- 2012
 
Jefe Técnico:Judith Vicente
Diseño de Luces:Oscar Cabañas
Diseño de Decorado:Carlos Carvalho
Decorados:Carvalho S.L.
Vestuario:Escena Lírica Sl
Sastrería:Marisol Herrero
Atrezzo:Escena Lírica
Attrezzista:Ángel Zarzalejo
Transportes: Hnos. Hernández
Maestro Repasador:Miguel Ángel Arqued
Producción Ejecutiva:Manuel Ganchegui
Ayudante de Producción:Antonio Sevilla
Producción:Escena Lírica Sl
Dirección Artística:Oscar Cabañas
Dirección Musical:José Antonio Irastorza
 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Lunes, 13 de Agosto de 2012 18:32