C(h)oeurs. Teatro Real. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 19 de Marzo de 2012 11:19
 
C(H)0EURS, CORAZONES

C(H)0EURS, CORAZONES

UN GRAN FRESCO DE LA HUMANIDAD DOLIENTE

 

 
 FOTO: JAVIER DEL REAL

Estreno absoluto en el Teatro Real de un montaje un tanto insólito: C(h)oeurs. Musicalmente el protagonismo se asienta en los componentes del coro. Por eso el título: C(h)oeurs, es decir, Coros. En concreto los de las óperas de Giuseppe Verdi y los de las de Richard Wagner. No se trata de un recital, sino que se ha construido una dramaturgia, que va más allá del simple hilo conductor externo o de estilo musical que siempre se busca para que los fragmentos sueltos coréuticos, no sean islas. Es con esta dramaturgia cuando el primer significado Coros, se transforma en Corazones.

 

La prehistoria dramatúrgica de esta concepción musical, se pueden encontrar en el significado que tuvieron los "Coros de Ópera" en su época, los cuales, herederos del "Coro Griego", representaban escénicamente al pueblo de la historia que nos contaban. En aquellos tiempos operísticos, la ópera transcendía los locales de los teatros y saltaba a la calle aposentándose en las voces del pueblo. El clamor del pueblo operístico se encarnaba en el clamor del pueblo real y los temas musicales se convertían en reivindicaciones sociales reales. Es proverbial el Coro de Nabucco "Va pensiero..." (Ve pensamiento...), inspirado textualmente en el Salmo 137 "Sobre los ríos de Babilonia", que canta el exilio hebreo en Babilonia, tras la caída del Primer Templo de Jerusalén. Este himno de lamento y nostalgia por la patria abandonada tiene su máxima expresión en la frase "Oh mia patria sì bella e perduta! (¡Oh patria mía, tan bella y perdida!)". Cuando Verdi la escribe, la bota de Austria domina Italia. El pueblo se apropiará de este himno para expresar por doquier su ansia de rebeldía y liberación del opresor. En esta base ancestral parece apoyarse C(h)oeurs.

 

Otra de las bases de este Coro Dramatúrgico, es la época que nos ha tocado vivir, la cual va desde lo más inmediato nacional a una visión mundial. A través del ancestro contestatario y la contestación de nuestros tiempos - el 15 M de los indignados está a la vuelta de la esquina - en los que hemos asistido a la convulsión de luchas intestinas del Medio Oriente, los abusos de poder de los estados emergentes, la corrupción institucional que ha proliferado en los Estados consolidados y el desprecio por la dignidad humana, se ha construido la dramaturgia.

 

A partir de este inmediato horizonte la mirada se universaliza. C(h)oeurs es una reflexión sobre la doliente humanidad, azotada por enigmáticos poderes malignos. En definitiva C(h)oeurs nos lleva a la incógnita del eterno problema del mal, que nos presenta un mundo sin sentido y nos precipita en el "absurdo" de los existencialistas, en los años cuarenta. No obstante, C(h)oeurs no se queda en la denuncia, ni en el pesimismo. Encuentra una vía de escape y por lo tanto la posibilidad de redención, y es, entonces, cuando el término Coros se transforma en Corazones. Es de un gran  acierto la imagen final de todos alzando las palmas de las manos teñidas de rojo - teñidas de sangre ajena y sangre de sus corazones -que, al abrirse y cerrase, emulan los latidos del corazón, impulsores de la vida humana.

 

El minimalismo preside el espacio escénico: un cuadrángulo cerrado por tiras de plástico que permiten las entradas y salidas, y dominado por dos altavoces suspendidos en el aire. Nos transmiten voces exteriores y el sucinto texto de Hildegard De Vuyst - responsable de la dramaturgia. El diseño de los altavoces no parece ser inocente. Sus líneas y su ubicación nos transportan al tipo de altavoces de los campos de concentración, los cuales han terminado por imprimir en nuestra retina el binomio Opresor y Oprimidos y de ahí el "holocausto". De este modo C(h)oeurs se transforma en una metáfora de la vida humana, maltratada por el poder. A esta interpretación ayuda el desvalimiento que en todo momento expresa la acertada danza de Les Ballets C de la B, creadora de sugerentes imágenes.

 

La danza de Alain Platel , director de Les Ballets C de la B, resulta impactante  y enormemente expresiva. En la línea de la danza contemporánea, busca en el dominio del cuerpo y en el deslizamiento del movimiento, a nivel individual, el desamparo del ser humano. Por la configuración de manos y piernas, en un frecuente temblor, evocan el miedo, la angustia, que el ser humano experimenta ante el miedo por el dominio de otros. A ello ayuda el vestuario, algunos de ellos en ropa interior con desnudo dorsal al final. Ello aporta ese desvalimiento, así como la humillación del ser humano en interrogatorios que pretenden degradarlo. No es pues una danza que traduzca los compases musicales del Coro, sino que deambula durante la interpretación musical y en otros momentos. Su presencia es casi prácticamente continua, entremezclado, en muchos momentos, entre el coro, sobre el que se prolongan dichos movimientos, que le proporcionan dinamismo y expresividad, muy lejos de los antiguos coros estáticos convencionales.

 

El otro ingrediente de este "Gran teatro musical" como lo ha llamado Gerard Mortier u Ópera como lo ha calificado Alain Platel, es el coro con sus interpretaciones musicales. Arranca con el Requiem de Verdi, el Dies Irae, que suena contundente y con gran fuerza. A la brillante interpretación coral hay que sumar, como alabanza, su capacidad interpretativa a nivel de masas - el clamor del pueblo -, e individual de cada uno de los integrantes del coro. Alain Platel crea con él imágenes revolucionarias, unas veces, y otras angustiosas como es la carrera desenfrenada en círculo llena de pánico y temor. Es en estos momentos cuando hay una perfecta fusión de los bailarines con los cantantes. La música y la corporeidad se convierten en la escritura de la vacilante vida humana

 

Otro de los aciertos es la ubicación del coro variando espacialmente: sobre el escenario, entre cajas, en el hall del teatro, en las balconadas... Ello hace que el espectador se sienta inundando por la parte musical, que la orquesta interpreta con seguridad y matices, bajo la firme batuta de Marc Piollet.

 

Así como hay un hilván dramatúrgico sólido, también lo hay a nivel de selección musical de los fragmentos corales y de otros instrumentales. El hilván musical se logra con diversos elementos: prolongación de las notas finales, sonidos exteriores o silencios. Demuestra un buen trabajo sobre la  partitura, puesto que lo captamos como un todo continuo.

 

C(h)oeurs es un espectáculo musical lleno de evocadoras imágenes visuales y sonoras, así como una muestra de cómo el contexto argumental modifica el significado de la música, o lo potencia. El desvalimiento de Violeta en el preludio del Tercer Acto de La Traviata, funciona muy bien ante el desvalimiento de unos seres desprotegidos. Quiere decir que se ha sabido encontrar la esencia de la música para expresar emociones.

 

Algo discutible puede ser la secuencia en la que los diversos participantes se acercan al público con sus carteles en lo que se pueden llamar slogans de reivindicación, como lo lleva a cabo cualquier manifestación o lo pudimos ver, recientemente,  en la Puerta del Sol el 15 M. Dentro de la gran potente evocación contestataria por el que ha ido deambulando el espectáculo, resulta demasiado explícito y restalla por contraste.

 

Algo que, imagino, no funciona como se creía, son las palmas de tango que todos los participantes lanzan hacia el público. Lo normal en cualquier espectáculo popular o juvenil es que el público se sume a las coreográficas palmas, en un momento de comunión, rompiendo sonoramente la barrera escena-platea. El público del Teatro Real no está por la labor y no se suma. Por el contrario, al final, los aplausos son reiterativos, los bravos y, en un momento dado, se suma al escenario con las palmas de tango.

 

C(h)oeurs es un buen espectáculo por lo insólito y la perfecta simbiosis de Canto, música, danza y dramaturgia. Es como un gran fresco medieval que narra las eternas y reiterativas angustias del pueblo.

 

C(h)oeurs, además de todo lo dicho, es un homenaje a los Coros, que en una representación operística tradicional se le recluye al fondo. En C(h)oeurs se le permite avanzar hasta la batería del proscenio.

 

Título: C(h)oeurs

Dramaturgia: Hildegard De Vuyst

Dramaturgo musical: Jan Vandenhouwe

Música adicional y paísajes sonoros: Steven Prengels

Figurinista: Dorine Demuynk

Iluminador: Carlo Borguignon

Diseñador de sonido: Bart Uyttersprot

Asistentes de director de escena: Sara Vanderieck, Marcelo Buscaino

Asistente de figurinista: Dorothée Catry

Realización del decorado: les ballets C de la B, NTGent

Maestros repetidores: Miguel Ángel Arqued , Arnaud Arbet.

Niños: Ignacio Ma Gatell Redondo, Martin Lopez Malgesini, Nicolas del Real Sasaki, Pepe Soler Sacristan

Nueva producción del Teatro Real coproducción con les ballets C de la B

Patrocina: LOEWE

Creadores e intérpretes: Bérengère Bodin, Daisy Ransom Phillips, Ido Batash, Juliana Neves, Lisi Estaras, Quan Bui Ngoc, Romain Guion, Romeu Runa, Rosalba Torres Guerrero, Serge Aimé Coulibaly

les ballets C de la B

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

(Coro Intermezzo y Orquesta Sinfónica de Madrid)

Director del Coro: Andrés Máspero

Director Musical: Marc Piollet

Director de escena, coreógrafo y escenógrafo: Alain Platel

Duración aproximada: 2 horas, sin pausa

Estreno en Madrid: Teatro Real, 12 - III - 2012

Una vez iniciado el espectáculo no está permitido, en ningún caso, el acceso a la sala.

 
 
 FOTOS: JAVIER DEL REAL

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


FOTO:
BOGUSŁAW TRZECIAK

Teatro Real
Director: Gerard Mortier
Plaza de oriente s/n
28013 – Madrid
Tf. 91 516 06 60
Metro: Ópera, líneas 2 y 5
Ramal Ópera-Príncipe Pío
Sol, líneas 1, 2 y 3
Autobuses: Líneas 3, 25 y 39
Parking: Plaza de Oriente
Cuesta y Plaza de Santo Domingo
Plaza mayor
www.teatro-real.com
 

 

Última actualización el Miércoles, 29 de Agosto de 2012 18:23