¡Ay, Amor!. El jondo amor. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 08 de Octubre de 2012 15:05
 
¡AY, AMOR!
EL JONDO AMOR

¡AY, AMOR!
EL JONDO AMOR
 
 
 EL AMOR BRUJO
ESPERANZA FERNÁNDEZ / NATALIA FERRÁNDIZ
FOTO: FERNANDO MARCOS
LA VIDA BREVE
MILAGROS MARTÍN / LOLA CASARIEGO/
ENRIQUE BAQUERIZO
FOTO: FERNANDO MARCOS 
¡Ay, Amor! es el título que Herbert Wernicke (CLIKEAR) da a dos composiciones escénicas: El amor brujo y La Vida Breve.  Este título genérico refleja una temática que une a las dos obras, y lo escribe con exclamaciones, exclamaciones de dolor, por la relación entre el amor y el dolor, parámetros que mueven, sobre todo el primero, el mundo, aunque muchas veces sea una búsqueda sin éxito.
 
Que yo sepa siempre hemos conocido ambos títulos por separado, y con respecto a El amor brujo, la segunda versión de 1925.  Hubo una primera versión en 1915 que se subtituló Gitanería en un acto y dos cuadros. Falla la compuso y la representó como homenaje a Pastora Imperio, para representarla en un fin de fiesta. Las crónicas de la época la tacharon de fracaso, y a partir de entonces poco se ha sabido de ella, salvo las referencias en los libros. Su orquestación se acomodó a 13 instrumentos, los que cabían en el foso, y se acomodaron a la voz de Pastora. Con posterioridad Falla amplió la orquesta y alteró de orden las escenas. La nueva versión iba destinada a los Ballets Españoles de "La Argentina", y es la versión que ha circulado por las Compañías de Danza.
 
Con motivo del Festival de Falla del Teatro La Fenice de Venecia (1987), Antonio Gallego - catedrático de Musicología del Conservatorio Superior de Madrid y Director de Servicios Culturales de la Fundación Juan March - reconstruyó la partitura de la primera versión. Supuso un hallazgo. Con posteridad Hebert Wenicke descubrió la posibilidad de aunar ambos títulos, ya que en las dos obras Falla profundiza en el mundo gitano, liberándolo del tópico literario y musical.
 
Unidad de temática narrativa y musical, puesto que en ambas el cante jondo es protagonistas, más cercano al purismo en El amor Brujo y más estilizado en La Vida Breve.  A la dos les une un tipo de instrumentación, que será marca de fábrica de Falla. Herbert Wernicke las ha unido también en el espacio escénico. Una plataforma inclinada y de bordes ovalados, émula del tablao, y un gran ciclorama, que se adecuan a esa austeridad del sentimiento profundo y callado y del espíritu gitano en lo que supone de misterio y dolor. Resulta eficaz y muy sugerente, así como de una sobria austeridad.
 
El amor brujo es austero: una cantaora (Esperanza Fernández) y una bailaora (Natalia Ferrándiz). Cantaora y bailaora son la encarnación de un único personaje, la gitana Candelas. En su origen, Pastora Imperio cantaba y bailaba. No sé la última intención que ha guiado a Wernicke a tal desdoblamiento, pero, viéndolo desde fuera, tal concepción va más allá de una mera narración de la historia. El que la cantaora esté plantada en medio del escenario y sentada en una silla ocultando a la bailaora, que surgirá cuando llega el momento del baile, nos traslada al ancestro de lo que es el espectáculo flamenco: la cueva, los cantaores y los bailaores. Otro de los elementos que funcionan bien es dejar circular esa brisa de lo español, plasmada en las procesiones, el torero, el guitarrista. A los dos últimos los sitúa en el fondo del escenario, casi como un recorte evocador de todo un mundo andaluz. Con respecto al desfile procesionario, se desliza por el fondo de un lado a otro del escenario como fondal de toda una cultura. Candelas va del ansiado y oscuro amor, a la plenitud. Wernicke aprovecha el cortejo procesionario para apoyar esa idea: la primera procesión de capirotes enlutados acordes al momento de la pasión, y la segunda en color beige, como corresponde a la resurrección.  Todo ello esta dibujado con una delicada estética que sublima el mundo gitano, intentando extraer lo profundo de su cultura.
 
Esperanza Fernández (la cantaora), estática sobre un silla como es frecuente en los cantaores de flamenco, recita y canta, pues se han añadido poemas. Los fragmentos cantados, sobre todo en la segunda versión, se suelen encomendar a la tesitura de mezzosoprano de escuela belcantista. Es la voz que más puede aproximarse a lo jondo. Ha habido versiones en que las ha cantado una voz flamenca, como en el caso de Rocío Jurado. Aquí se ha decidido por el cante en su pureza, y Esperanza posee la fuerza y pasión, propias del estilo. Es más, nos acerca al lamento del personaje.  El baile de Natalia Ferrándiz - la otra faceta de Candelas - es concentrado sobre el mismo cuerpo, huyendo de folklorismos, y buscando la austeridad que posee todo el espectáculo. Wernicke ha traducido bien el alma de esa llamada "gitanería". Viendo ahora este Amor Brujo, no se entiende cómo pudo ser un fracaso en su estreno. Se trata de una concepción diversa de la segunda versión.
 
Tras el descanso entra La Vida Breve sobre el mismo espacio escénico. Pocos elementos más nos trasladan a  las diversas escenas. La concepción es un tanto brechtiana a nivel escénico y de ubicación de los actores. A nivel de vestuario la ha desnudado del faralaes y del traje campero. Lo trae hacia la mitad del siglo XX, pero no solamente en el aspecto externo, sino también en la interpretación de los cantantes, que a pesar de estar pautados por la partitura, desarrollan una interpretación cercana al verismo.
 
Esta austeridad visual en los personajes gitanos, contrasta con la vistosidad de la boda de gente bien, y la irrupción del baile coral flamenco. Es un estallido de color y vida.
 
El 29 de octubre cantaba María Rodríguez en el papel de Salud, Milagros Martín en el de la abuela, Enrique Baquerizo como tío Sarvaor y José Ferrero como Paco.
 
María Rodríguez, habitual en el Teatro de la Zarzuela, interpreta una Salud que convence a todos los niveles. Es soprano, de visos dramáticos, que proporciona ese "pathos" propio del personaje. Los aplausos reforzados dieron cuenta de su buen trabajo. Milagros Martín, tiene su casa, ya, en el Teatro de la Zarzuela. La mayoría de los repartos cuentan con ella. Es una mezzosoprano que con el tiempo ha ido adquiriendo una mayor profundidad en la voz, y en esta ocasión se hace más patente.  Casi desde sus inicios ha sabido combinar canto e interpretación. Enrique Baquerizo en su papel de Tío Sarvaor, muestra su experiencia de larga trayectoria lírica. Siempre impone por su voz de barítono y su estatura, así como su buen hacer interpretativo. En esta ocasión, aunque su intervención es más reducida, tampoco defrauda. José Ferrero es Paco, el engañoso amante de Salud. Su intervención como personaje, tiende a la brevedad, ya que la partitura se centra más en Salud y la Abuela.  Es tenor de voz limpia y segura, en la que el esfuerzo parece no existir.
 
En conjunto lo que se percibe es una interpretación muy aligerada de corsés, cuyo mérito, en este montaje del Teatro de la Zarzuela, se debe Wendelin Lang, ayudante de dirección de Herbert Wernicke, ya fallecido, que conoce al dedillo al espectáculo.
 
Hay que alabar la intervención del coro y del ballet de Natalia Ferrándiz. La orquesta con una ejecución eficaz bajo la batuta de Guillermo García Calvo, en algún momento pisaba a los cantantes, aunque esto puede ser relativo ya que el Teatro de la Zarzuela no posee una buena acústica por igual en toda la sala.
 
¡Ay, Amor! es una meditación sobre la necesidad del amor en el ser humano. En El amor brujo, se recurre a las artes magas para conseguirlo desesperadamente, y en La vida Breve, sin amor y, sobre todo por una traición en ese sentimiento, no vale la pena la vida. Pero en esta última ópera hay algo más. Termina por ser una denuncia de tipo social: los señoritos frente a la pobre gente. No sé si Carlos Fernández Shaw, autor del texto, tenía presente esta dimensión.

 
Título: ¡Ay Amor! (El amor Brujo y La Vida Breve)
Música: Manuel de Falla
Coreografía: Natalia Ferrándiz
Revisión de vestuario: Karin Van den Broeck
Ayudante de dirección: Simon Breden
Iluminación: Hermann Münzer
Bailarines: Rodrigo alonso, Bruno Argenta, Fermín Calvo, Olga Castro, Marina Claudio, Rosa Zaragoza
Figuración: Julia Barbosa, Leyre Berrocal, Rafael Delgado, Irene Domínguez, Raquel Espada, Carrillo Foulkes, Ainhoa Hernández, Carmen Herrero, Camilo Maqueda, Elisa Marinas, David Martín, Rocío Megías, Félix Navarro, Iván Nieto-Balboa, Celia Núñez, Jorge Puch, Elena Rey, Pedro Ángel Roca y Jorge Varandela
Niños: Nerik Forcada y Ana Rosselet.

Título: El amor brujo
Autora: María de la O Lejárraga (Gregorio Martínez Sierra)
Intérpretes: Natalia Ferrándiz (Candelas [bailaora]) - Esperanza Fernández (Candelas [cantaora] )
 
Título: La vida breve
Autor: Carlos Fernández Shaw
Intérpretes: Lola Casariego (21, 23, 28, 30 de septiembre y 5, 7, 10, 17, 19 de octubre), María Rodríguez (22, 27, 29 de septiembre y 3, 6, 12, 14, 20 de octubre) (Salud) - Milagros Martín (La abuela) - Ruth Iniesta (Carmela) - Mª Elena García (Vendedora primera) - Milagros Poblador (Vendedora segunda) - Julia Arellano (Vendedora tercera) - José Ferrero (21, 23, 27, 28, 29, 30 de septiembre y 3, 6, 7, 10 de octubre), Andrés Veramendi (22 de septiembre y 5, 12, 14, 17, 19 y 20 de octubre)(Paco) - Enrique Baquerizo (El Tío Sarvaor) - José Ángel Carmona (El Cantaor) - Josep-Miquel Ramón (Manuel) - Gustavo Peña (Una voz en la fragua) - Ignacio del Castillo (La voz de un vendedor) - Javier Ferrer (Una voz lejana)
Guitarristas : Vicente Coves, José Mª Molero , entre otros
Orquesta de la Comunidad de Madrid: Titular del Teatro de La Zarzuela
Coro del Teatro de La Zarzuela
Director del coro: Antonio Fauró
Dirección musical: Juanjo Mena (21, 22, 23 de septiembre y 3, 5, 6, 7 de octubre) / Guillermo García Calvo (27, 28, 29, 30 de septiembre y 10, 12, 14, 17, 19 y 20 de octubre)
Dirección de escena, escenografía y vestuario: Herbert Wernicke †
Realización de la dirección: Wendelin Lang
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 21 - IX - 2012.
LA VIDA BREVE
FOTO: FERNANDO MARCOS
EL AMOR BRUJO
FOTO: JORGE GUERRA
 
 
 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Lunes, 08 de Octubre de 2012 15:54