Manual de Bricolaje. R. Esteo Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Miércoles, 05 de Diciembre de 2012 11:37

MANUAL DE BRICOLAJE
LA TRAGICOMEDIA DE UNA FAMILIA VENIDA A MENOS
 
(MUESTRA DE LAS AUTONOMÍAS, 24 Y 25 –XI- 2012)
 
 
 ASUN AYLLÓN
FOTO: RAFA GALÁN
Cuando en la década de los sesenta del pasado siglo, Miguel Romero Esteo inició su andadura como dramaturgo, su rara escritura, que rompía los moldes, no solo del teatro al uso, sino del entonces considerado de vanguardia, llamó la atención de estudiosos de la talla de Fernando Lázaro Carreter o Pedro Aullón de Haro. También la de la prestigiosa editorial alemana Suhrkamp Verlag. Un grupo de estudiantes de la Escuela de Arte Dramático de Madrid, con Luis Vera y Juanjo Granda a la cabeza, fundadores de Ditirambo, uno de los pilares del teatro independiente, se enamoró de su obra y se propuso difundirla contra el viento de la censura y a contracorriente de la marea de lo rutinario. Luis Vera todavía sigue empeñado en esa tarea. Con el tiempo, el teatro de nuestro autor encontró nuevos valedores, entre ellos Moisés Pérez Coterillo, y su prestigio fue creciendo, sobe todo en al ámbito académico, tanto dentro, como fuera de España. También ha recibido homenajes y se celebran congresos y seminarios dedicados al estudio de su obra. No han faltado reconocimientos oficiales, como el Premio Europa, en 1985, el Nacional de Literatura Dramática y el Luis de Góngora hace apenas cuatro años. Sin embargo, todos esos avales no han sido suficientes para que su teatro llegue con regularidad a los escenarios. Lo ha hecho en escasas ocasiones, casi siempre gracias al esfuerzo de algunos de sus amigos. Las instituciones han preferido limitar el suyo a la concesión de subvenciones para la publicación de sus textos y a bautizar con su nombre una calle, un colegio y un premio de teatro. Contribuir al su acceso a los escenarios es harina de otro costal. La empresa privada lo intentó en una ocasión. Llevó a escena El vodevil de la pálida, pálida, pálida, pálida rosa como si se tratara de un vodevil al uso, y fracasó.
 
Hay que convenir que el teatro de Romero Esteo presenta muchas dificultades para ser representado y no menores para ser entendido. Estructuralmente es complejo. Hacer realidad los escenarios que describe es tarea titánica y costosa. No menor, llenarlos con la legión de personajes que los invaden. Los empresarios huyen como la peste de este tipo de espectáculos, pero también los creadores que, faltos de referencias, temen extraviarse por los vericuetos de lo desconocido. Otro freno es la extensión de los textos, que, con frecuencia, alcanzan varios centenares de páginas. Prolijas son las didascalias, pero los parlamentos que pone en boca de los actores no le andan a la zaga. Abundan las salmodias, que el autor sazona de forma que no resulten monótonas a base de acuñar frases que se alargan por acumulación y reiteración de palabras. Hay también letanías que son disparatados juegos de vocablos, y ejercicios de intertextualidad  Lo popular y lo culto se mezclan y dan lugar a un lenguaje de buscada musicalidad que, por desmedido, resulta ser una reinvención “sui géneris” del barroco, lo que no deja de ser una provocación cuando el arte y la literatura actuales persiguen la síntesis.
 
Manual de bricolaje, originalmente titulada Bricilage, responde al intento de Romero Esteo de escribir una obra de carácter comercial. Si exceptuamos La oropéndola, que le fue encargada por Televisión Española, solo en una ocasión ha asumido, no recuerdo si de forma premeditada, un reto parecido. Me refiero a Pasodoble, que es, de toda su producción, la más representada. En esta ocasión no parece que haya alcanzado su objetivo, si tenemos en cuenta que su estreno ha llegado diecisiete años después de que la escribiera y que no lo ha hecho de la mano de un empresario al uso, sino de la compañía malagueña Teatro del Gato, ligada a una sociedad cultural promotora de actividades escénicas. Su paso por Madrid ha sido efímero y con escasa publicidad: dos únicas representaciones en el Círculo de Bellas Artes en el marco de la Muestra de Teatro de las Autonomías, que, en su decimosexta edición, ha visto reducido a tres el número de compañías participantes. Vista la función, hemos de convenir que Romero Esteo y el teatro comercial están reñidos y que cualquier intento de aproximación está condenado al fracaso. Ni siquiera ha ayudado la respetuosa intervención de Luis Vera sobre el texto, orientada a reducir la duración del espectáculo.
 
Manual de bricolajees, con todo, una obra de argumento sencillo. Gira en torno a las tribulaciones de una familia burguesa integrada por una madre y sus dos hijos, quienes, ante la ausencia del padre, que les ha abandonado, tratan de salir a flote. Todo sucede en el sótano de una mansión en el que la madre, dama elegante con cierto aire de sacerdotisa sonámbula, actúa como guía errática de sus jóvenes vástagos. No resulta fácil la convivencia en aquel sótano húmedo y mal iluminado por la débil luz de una bombilla ni establecer una hoja de ruta que les permita recuperar el bienestar perdido. Quiénes conocen al autor saben que lo que sucede en el escenario es, empleando una terminología muy suya, trasunto de su asunto familiar. El hijo es su álter ego. Romero Esteo, que ya había escrito sobre sus fantasmas familiares, lo hace aquí en clave artística, con bastante humor y sin recato. El mozanco bien parecido y nada pijo que irrumpe en escena haciendo “footing” - Esteo jugaba al futbol en su juventud -, muestra su desvalimiento por la falta del padre y se siente abrumado por la pesada carga que las mujeres han echado sobre sus hombros, que no es otra que la de resolver las penurias económicas de la amputada familia. Lidia también con la tentación y el rechazo del incesto, con el desasosiego que le produce la presencia del fornido jardinero, provocador de sueños eróticos, y con los muchos y metafísicos miedos que acompañan al individuo desde el nacimiento hasta la muerte. En ese abanico de temas, ocupa un lugar destacado el teatro. Romero Esteo nos habla de la angustia del creador ante la página en blanco cuando la inspiración no llega y de la imposibilidad de compaginar la escritura como fuente de recursos materiales con la función de válvula de escape de tormentas interiores.
 
La puesta en escena de Rafael Torán refleja en todos sus detalles la estética del teatro de Romero Esteo, del que es buen conocedor. Con los medios disponibles, que no son los de un centro dramático nacional, ha armado un buen espectáculo en clave de tragicomedia. Le ha dotado de un ritmo que subraya la musicalidad del texto y la de los sonidos que acompañan o se alternan con su recitado. Los intérpretes, con  Asun Ayllón a la cabeza, se expresan con contenida grandilocuencia. Hacen un trabajo excelente  
 
 
FOTO: JORGE DRAGÓN
  
Título: Manual de Bricolaje
Autor: Romero Esteso
Escenografía: Isabel Soto
Asesor vestuario: Jesús Calvo
Sonido: Francisco Yáñez
Iluminación: Patricia Gea
Asesora musical: Araceli Campos
Distribución: Teatro del Gato, 678 503 117
Secretaría de producción: Eva Martos. Ana García
Gerencia: Luis Torán
Gestoría: ASEGA
Realización audiovisual: Avenate Producciones
Intérpretes:  Asun Ayllón (la madre), Irene Sánchez (la hija), Fran Millán (el hijo), Gilen Xavier (el jardinero)
Dirección: Rafael Torán
Estreno en Madrid: Teatro Fernando de Rojas (Círculo de Bellas Artes), 24 – XI – 2012 (Muestra de las Autonomías)
 
 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Miércoles, 05 de Diciembre de 2012 12:08