Mujeres de Shakespeare. El brujo. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Lunes, 27 de Agosto de 2012 08:46

MUJERES DE SHAKESPEARE
UN PERSONAJE LLAMADO EL BRUJO
 
 
 
 RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: FRAN FERRER
Rafael Álvarez interpreta como nadie al Brujo. Lleva años haciéndolo. El personaje no tiene secretos para él. Aparece en todas las obras que representa y en todas hace cosas parecidas, hasta el punto de que en este último trabajo él mismo, en un momento determinado, confiesa que está a punto de meterse, a poco que se descuide, en la versión que años ha hizo del Lazarillo. Y es que sus monólogos, modalidad teatral en la que se especializó hace décadas, parecen calcados unos de otros. Mantienen una misma estructura. Elabora un guión a partir de obras protagonizadas por personajes que se adaptan a sus cualidades interpretativas, que son notables, y pone de su cosecha guiños que aluden a la política y cultura actual y a sus representantes. Dado a la improvisación y amigo de las morcillas a la que tan propensos son algunos comediantes,  muchas veces son esos textos añadidos los que más regocijan al público, que los espera como agua de mayo y se impacienta si tardan en llegar. Rafael Álvarez es, sin duda, un excelente actor que necesita el escenario para él solo. Tiene algo de bululú, en el que el actor único interpreta a varios personajes mudando la voz. Él lo hace, pero poco. También de juglar, pues gusta de acompañar sus palabras de la música de algún instrumento de cuerda, aunque delega su manejo en otro. En este caso en Javier Alejano, que toca el violín de maravilla. Pero los verdaderos juglares eran más respetuosos con la letra de sus trovas y menos irreverentes. En realidad pertenece a la estirpe de los bufones, de lo que se siente orgulloso, si bien también cabría calificarle de conferenciante histriónico. Lo es en la medida en que actúa de cara al público, frecuentemente atrincherado ante un atril, y finge leer los folios que lleva escritos. Nuestro actor tiene admiradores incondicionales y detractores. Abundan más los primeros y hace bien en darles gusto, aunque, siendo tanto su talento, sería bueno que de vez en cuando, en bien del teatro, acometiera retos de mayor enjundia.
 
Mujeres de Shakespearenos acerca al mundo femenino del dramaturgo inglés, llamando la atención sobre cuatro de sus representantes: Rosalinda, la protagonista de Como gustéis; Catalina, la de La fierecilla domada; Beatriz, la de Mucho ruido y pocas nueces; y la infortunada Julieta. No les presta igual dedicación, pero a todas trata con amor. Las pone en un pedestal, más, para que no parezca que exagera, rebaja su altura a base de mucha ironía. Elogia los méritos de cada una, que le parecen muy superiores a la de los grandes protagonistas masculinos  del autor inglés. De ahí que los hombres estén ausentes del censo de personajes que ha seleccionado y que, cuando los cita, lo haga para reprochar su excesivo narcisismo y pocas luces. En ellas ve mayor sabiduría, perspicacia y sentido de la realidad. No faltan alusiones a otras mujeres, como la misteriosa dama oscura del soneto 127 o a otras Rosalindas: la de Trabajos de amor perdidos y la primera novia de Romeo. Tampoco a la vida y los secretos del propio dramaturgo, todo un personaje enigmático, tan atractivo como los nacidos de su ingenio. Ello le da pie ofrecer su visión del teatro inglés de la época, que le sugieren sabrosos comentarios.
 
Para transitar por el universo shakesperiano, Rafael Álvarez ha llevado en su equipaje, a modo de guía, la Biblia que sobre la obra del poeta escribiera el controvertido crítico norteamericano Harold Bloom. Pero la lectura de La invención de lo humano, que tal es el título del ensayo, debió llevar al Brujo a la conclusión de que el ensayista era más papista que el Papa. Parecía saber más de de la obra de Shakespeare que el propio autor. Tan convencido está de ello nuestro actor que, en un momento de la representación, afirma que es posible que Bloom llegara a creerse que era el verdadero autor de Hamlet.  Tanta arrogancia da pie al cómico para entrar a saco en las páginas del libro y componer un disparatado y festivo discurso. Discurso discontinuo, porque desde los primeros compases el actor intercala comentarios sobre asuntos de actualidad, conocidos personajes o acontecimientos que han tenido lugar en representaciones anteriores del espectáculo que estamos viendo.
 
Así, tras poner en solfa los contenidos del diario El Mundo, nos cuenta que, la víspera, su crítico de teatro estaba en la sala anticipándose en un día al estreno oficial del espectáculo. Reconoció que, de haberlo sabido, hubiera omitido su comentario, aunque le tranquilizaba saber que, si el periodista aludía a él, Pedro Jota no lo leería. De Mariano Rajoy dijo que es un enigma cuántico, pues puede estar en dos posiciones distintas a la vez y, al mismo tiempo, en ninguna. De la familia real no dejó títere con cabeza. Lamentó la falta de cultura de los Borbones, la peligrosa afición a los deportes del actual monarca y no dejó de recordar los quebraderos de cabeza provocados por  su poco ejemplar yerno. El príncipe Felipe y Letizia no salieron mejor parados. Habló de Cela, de su obsesión por la palabra coño, repetida hasta la saciedad en muchas de las páginas en las que derrochó su ingenio, y de Marina Castaño. No faltaron alusiones a las peripecias que le tocó pasar en la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas durante la huelga de controladores; al incremento del IVA y al daño que causará al teatro por su negativa influencia en el precio de las localidades; a la capacidad genésica de alguno de sus colegas, poniendo énfasis en la del desaparecido Juan Luis Galiardo. Son solo algunos ejemplos de un repertorio que hace las delicias de sus incondicionales. A veces se recrea en exceso en ellos o añade alguna ocurrencia nueva y el espectáculo se alarga: veinte minutos el día del estreno, ese en el que el público, como recordó en un par de ocasiones, va de gorra.
 
La risa es sana y Rafael Álvarez conoce y domina los recursos para provocarla. Bienvenida sea en estos tiempos de tribulación en que todos andamos con la frente cargada de graves pensamientos, pues como decía Crispín, otro avispado hijo de la farándula, nada prende tan pronto de unas almas en otras como esa simpatía de la risa.  
 
Título: Mujeres de Shakespeare
Autor, intérprete y director: Rafael Álvarez, El Brujo
Asesoría literaria: Richard Michael
Música original: Javier Alejano
Violín: Javier Alejano
Escenografía: Roberto García
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Realización de Vestuario: Javier Alejanlo
Realización de Escenografía: Antigüedades Bugebrack
Realización de Atrezzo: Alicia Lozano
Fotografía: Fran Ferrer
Diseño gráfico: Trebol Propuesta Gráfica
Regidor: Juan Bastida
Jefe Técnico: Oskar Adiego
Diseño de Producción: Herminia Pascual
Producción: Rafael Álvarez, El Brujo
Distribución: Gestión y Producción Bakty, S.L.
Dirección: Rafael Álvarez
Estreno en Madrid: Teatro Cofidis (antiguo Teatro Alcázar), 15 – VIII - 2012
 
 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Domingo, 17 de Agosto de 2014 17:31