Los días felices. Beckett. 2011. Entrevista. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Lunes, 07 de Febrero de 2011 15:54

LOS DÍAS FELICES

EL VALOR DE LA ESPERANZA

 


En su momento vinieron los ecos de una novedad, para otros una extravagancia y para bastantes un posible “pestiño”.  Te contaban que Samuel Beckett te invitaba a una obra en dos actos, en la que veíamos a una señora hundirse en las arenas del desierto. No había acción ninguna. La obra databa de 1960. En realidad era un monólogo circulando por los raíles del teatro del absurdo. La España de aquellos años sesenta brujuleaba por las nuevas lindes del teatro más allá de nuestras fronteras: existencialismo y el absurdo. Algunas se reducían a la lectura. Los Días Felices se tradujo y en 1963 se estrenaba. En años sucesivos se volvió a ella tanto en Teatros públicos como en salas alternativas.

 
 ISABEL ORDAZ
FOTO: PRODUCTORA
De las últimas representaciones en Madrid  está la versión de Amelia  Ochandiano en el Teatro Fernando de Rojas en el Círculo Bellas Artes. Esta última cita viene a cuento porque está relacionada con Isabel Ordaz, la intérprete de la versión que se estrena en los Teatros del Canal.

 

·         Amelia Ochandiano me propuso interpretar Los Días Felices – confirma Isabel -, pero no podía. Me dio mucha pena no hacerla.

 

A Isabel Ordaz el público de la Televisión la conoce por series tan populares como Aquí no hay quien viva y La que se avecina, que creó el divertido personaje de “la hierbas”. Ese como estar fuera de la realidad de “la hierbas” recuerda a Winnie, la protagonista de Los Días Felices.

 

·         Va más allá – corrige Isabel -, pues Beckett te da mucha cuerda y después te ahorca.

 

Winnie está semienterrada en un montículo calcinado. Tiene mediana edad. La luz es cegadora. Su optimismo le lleva a encontrar motivos para considerar sus “días felices”. Winnie tiene un marido, Willie, que al poco descubrimos tras el montículo. El sexo le obsesiona, así como una fotografía pornográfica.  

 

LOS DÍAS FELICES: UN CLÁSICO

SALVADOR BOLTA
SAMUEL BECKETT (JOVEN)

Salvador Bolta se ha encargado de dirigir este montaje. Comenzó su carrera artística como actor desde 1982 que combinaba con el ser ayudante de dirección y la asistencia artística. En 1992 alterna el teatro con las artes plásticas y la museología. A partir de ese año se decide por la dirección y casi cada año se compromete con una obra. Dese 2005 es coordinador de Dirección Artística del Centro Dramático Nacional. Sus últimos montajes son La Rosa de Papel de Valle Inclán (2009) para el CDN; Amortal de A. M. Puigpelat (2010); Piezas radiofónicas de Tom Stoppard como lectura dramatizada (2010).

 

·         A estas alturas Los Días Felices se conoce de sobra, pues ha pasado a ser un clásico. Siendo en su tiempo teatro del absurdo, ha devenido en teatro naturalista con los años. La realidad surge de la fantasía. Lo que primero me pareció es que se trata de un teatro complejo y el personaje de Winnie complicado. La realidad es que al abrir con el bisturí ves dónde puedes entrar si te olvidas de todos los prejuicios y encuentros y de lo que quiso decir el autor, descubres que estás entrando en la intimidad de una persona con emociones, vísceras, sueños, opiniones, experiencias como cualquiera de nosotros. Este personaje literario al encarnarlo en Isabel Ordaz en el teatro se hace mucho más cercano que el leído. Nuestro objetivo ha sido trabajar para el espectador y compartir con él y dotarle no de piernas, pero sí de alma y emociones. Viendo a Isabel me resultó mucho más comprensible que los primeros días, en los que no sabía por dónde empezar.

Tras este traslado de la literatura a la escena Salvador declara:

 

·         Lo hemos conseguido con todas las dificultades, maldiciendo y bendiciendo al autor y disfrutando de esa tortura. Confío en este texto teatral y de vuelo poético y fiel a lo que el autor propone con el texto, pero no desde un punto de vista literario. Beckett organiza un torrente de palabras y pequeñas acciones prodigiosamente, para convertir el escenario en l lugar de encuentro de la plástica, la música y de la poesía.

 

ISABEL ORDAZ
FOTO: PRODUCTORA


Salvador
describe la gran posibilidad de un texto para una gran actriz, la cual…

 

·         Puede tejer un trabajo rico, precioso, emocionante, profundo y cargado de humor, ironía y humanismo.

 

WINNIE: UN SER HUMANO Y DOLIENTE

 

ISABEL ORDAZ
FOTO: PRODUCTORA

Esa “diosa”, como diría la Mari Pepa de La Revoltosa, cuando Felipe describe su ideal de mujer, se presenta:

 

·         Yo soy esa intérprete – humoriza Isabel. Es un proyecto que surge por una enorme curiosidad por el teatro de Beckett en lo que respecta a lo mistérico y el humor. No conocía su teatro. Siempre he soñado con saber en qué consistía el tan famoso y temido “humor” en Beckett. Siempre he creído que nunca se le hace bastante, se le estudia bastante, porque su teatro, junto con todo el teatro europeo del s. XIX y XX tendría que estar permanentemente en los escenarios, porque siempre hay alguien de 16 para los 17, o de 17 para los 18, y que tienen que poder encontrar su pasado más próximo, más reciente, ahí puesto, como un espejo donde aprender y saber de los que les antecedieron.

 

Tras esta racionalización y justificación Isabel se sincera:

 

·         La realidad es que no conozco en profundidad a Beckett y sólo por eso deseo acometer este montaje, para saber algo, un poco más. Conozco Final de partida y Esperando a Godot, y el seguir tras las huellas de Beckett era como seguir los Cantos de Sirenas. He descubierto que es menos oscuro, bastante humanista y en la modernidad existe el ser humano. Por eso sigue siendo actual.


Superada la primera intención de dejar ser ignorante acerca de Beckett Isabel declara lo que ha podido aportar a Winnie como intérprete:

 

·         Winnie es un ikono del s. XX y siempre he creído que podía aportar algo. Ayudada por Salvador Bolta creo que lo hemos encontrado. Hablar de Beckett es hablar de signos de interrogación: preguntas y más preguntas. Es hablar de un universo tendente como el de la poesía a abrir espacios, cuestiones, preguntas. Una invitación continua a ir un poco más allá, o más acá, nunca se sabe, en cuestiones siempre de radical prioridad sobre la condición humana. A pesar de las etiquetas que le adjudicaron: existencialismo, absurdo… él siempre las rechazó, porque es poliédrico. Yo he intentado aportar humanidad al personaje enterrado. Es un ser humano, doliente que contrasta con la épica del optimismo.

 

ISABEL ORDAZ
FOTO: PRODUCTORA
La visión que Isabel tiene sobre Winnie es la de una mujer

 

·         Loca de esperanza, frágil, divertida, en contra del pesimismo que se le ha adjudicado a Beckett. Busca la felicidad a pesar de todo. De esa katarsis descubierta en Winnie y su circunstancia de enterramiento, surge la mayoría y visión del espectáculo.

 

Salvador Bolta refuerza la idea de Isabel y la completa:

 

·         Aparentemente no sucede nada, pues Winnie se encuentra atrapada entre la desesperanza de su propia situación y la voluntad de vivir. Beckett la sumerge en una existencia dramática y al mismo tiempo la da una herramienta preciosa: el optimismo que le ayudará a sobrellevarla. Frívola, atolondrada y charlatana Winnie no ceja de comenzar cada día con una dosis de buen humor. De este modo nos proyecta hacia lo más profundo y básico de la condición humana, recordándonos el valor de la esperanza.


Isabel relaciona a Beckett con T. S. Elliot y J.D. Salinger y advierte que es una opinión muy personal.

 

·         Los tres nos dejan la incertidumbre y transición en lo que respecta a los grandes desastres dl s. XX. De una manera u otra, cada uno de ellos, se mueve en un espacio que personalmente me interesa muchísimo y que  tiene que ver con las ya famosas afirmaciones que se pusieron en evidencia tras la II Guerra Mundial. La primera sería el “Ya no y todavía no” que tendría que ver con habitar ese lugar done la humanidad, habiendo llegado a un punto de no retorno como los campos de concentración, progromos  etc… debía mirar hacia adelante y seguir caminando. Y la segunda es la famosa “por qué escribir después de Auschwitz, que tendría la misma significación y peso que su contraria: “y  por qué no”.

 

UN MARIDO CASI INVISIBLE

 

JULIO VÉLEZ
FOTO: PRODUCTORA

Willie es un marido que al principio no lo descubrimos, porque el montículo lo oculta. Julio Vélez es su intérprete:

 

·         Es un personaje pequeño en cuanto su intervención y se le ve poco. Quien no aguante toda la función no lo verá, pero estoy seguro de que aguantará la función. Personalmente es un privilegio porque estoy con esta actriz maravillosa. Lo que más me gusta de este texto es el sentimiento compasivo en el espectador, que es de lo que hablan todas las religiones.

 

Beccket vuelve a ser el eterno desconocido para Julio.

 

·         De Beckett conocía poco y no lo entendí. Al entrar en él comienzas a entenderlo y a reconocer personajes. Por ejemplo reconozco a mis padres. Willies hay muchísimos en España. El espectador disfrutará más de lo que cree. Los diez días con 12 funciones son muy poquito, para Beckett del que hay mucho que aprender.


LA NO ACCIÓN Y EL INMOVILISMO

 

A Winnie la conocemos emergente de un agujero, pero esa “emergencia” se transforma, con los minutos, en hundimiento. Ello obliga a la actriz a un inmovilismo e la actriz. Isabel confiesa que

 

·         Se trata de una inconveniencia técnico-física. El cuerpo se duele de esa inmovilidad y hay cierta rebeldía, pero hay fe en la palabra desnuda ante tiempos de tanta información y medios. Mis piernas bonitas quedan atrapadas – ríe Isabel -,  pero en la segunda parte me queda el cuello al aire y se soporta.

 

Este esfuerzo de inmovilidad no es extraño en el mundo artístico. Albert Boadella – director artístico de los Teatros del Canal -, recuerda a los modelos que posan: “Es lo mismo que cuando posas para una escultura o pintura que estás quieto”.

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

Última actualización el Sábado, 26 de Febrero de 2011 07:05