Purgatorio.de Ariel Dorfman.Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Domingo, 13 de Noviembre de 2011 12:20

PURGATORIO

MEDEA EN EL DIVÁN

 

 

 
 VIGGO MORTENSEN / CARMEN ELÍAS
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

Un hombre con bata blanca y una mujer. Una estancia oscura fría que lo mismo puede ser sala de interrogatorios, consulta de un médico,  o dependencia de una institución un tanto siniestra. El mobiliario escaso. Una mesa de despacho con su correspondiente sillón y una cama. Sobra la mesa, una cartera de mano. En ningún caso se trata de un lugar agradable. Los dos personajes hablan, guardan silencio, discuten, se desafían, se irritan, rompen el diálogo, lo reanudan. Ella sufre y él se impacienta porque las sesiones se suceden sin resultados positivos. La mujer no le facilita la tarea de elaborar un informe cuyo contenido, junto a la grabación de las conversaciones, ha de entregar a unos superiores de los que nada sabemos. ¿Quiénes son? ¿Un refinado torturador y su víctima? ¿Un psicólogo y su paciente? ¿Un investigador que trata de esclarecer algún asunto importante? ¿un confesor y la pecadora que acude a él para obtener el perdón? El acento porteño que Viggo Mortensen presta al personaje que interpreta y la propia situación de la que somos testigos apunta, sin excluir ninguna de las posibilidades, en una dirección que nos remite a cuestiones abordadas frecuentemente en el teatro posdictatorial chileno y argentino. Pero a medida que la acción avanza se abren nuevas vías de interpretación. Hay, por ejemplo, un intercambio de papeles. Ella es la que lleva la bata y el control del diálogo y él asume el papel de víctima que ha sabido perdonar, de paciente felizmente curado o cualquier otro que nos sugiera su comportamiento. Es solo un paréntesis, porque, a la postre, ambos vuelven al esquema inicial. Crecen las dudas sobre la identidad de los personajes, pero poco a poco vamos despejando las que se refieren a la mujer. La de el hombre, la descubriremos solo al final, cuando despojado de la bata, ella reconozca a su propio esposo. Estamos ante una Medea contemporánea, que como su inspiradora clásica, ha asesinado a sus propios hijos en un acto de venganza provocado por el repudio de su esposo, que ha decidido unir su vida a una mujer más joven que ella. Como Jasón.

 

En ningún momento son mencionados los nombres de los trágicos personajes ni Ariel Doffman, el autor de la obra, lo ha hecho en sus declaraciones. El dramaturgo se ha referido a relaciones de dominio, a seres que causan daño, a sentimientos de culpa, a heridas abiertas, a conceptos como justicia, venganza, olvido, redención, compasión, perdón… De todo eso hablan los dos personajes y lo hacen a puerta cerrada, en un lugar al que da nombre el propio título del drama: el purgatorio. Ellos son los protagonistas, pero también lo es el miedo que les atenaza. Si hablo de drama y no de tragedia es porque hay un final supuestamente feliz. La superación del miedo conduce a la reconciliación. La pregunta que subyace es si es justo el borrón y cuenta nueva que supone equiparar a víctimas y verdugos, a inocentes y culpables, a no ser que en la vida todos participemos de ambas condiciones. En cierto modo, ese es el debate al que nos enfrentamos los españoles en la hora final del terrorismo.

 

José María Mestres ha hecho una puesta escena sobria. Ha dejado todo el protagonismo a los actores. La expectación era grande. En el caso de Carme Elias, porque se la echa de menos en los escenarios. En el de Viggo Mortensen, por la popularidad que le ha proporcionado el cine. No defraudan, aunque en el caso del astro tengamos la sensación de que, en el teatro, es ave de paso. Pone toda la carne en el asador en las en las escenas con más enjundia dramática, pero pasa de puntillas por las no escasas en las que el interés decae. Carme Elías confirma una vez más su talento a la hora de asumir papeles  de gran calado. En esta ocasión se enfrenta a un personaje complejo con muchos recovecos y a un lenguaje que a veces apunta al melodrama y, en otras ocasiones, suena artificioso. En la última escena, el duelo interpretativo de ambos es de un altísimo nivel. Les ayuda un texto que, en su desenlace, eleva su vuelo y conmueve.

 

Título: Purgatorio

Autor: Ariel Dorfman

Escenografía: Clara Notari

Iluminación: Ignasi Camprodon (aai)

Vestuario: Rosa García Andújar

Producción: Teatro Español

Dirección: Josep Maria Mestres

Intérpretes: Viggo Mortensen (Hombre), Carme Elias (Mujer)

Dirección de escena: Josep Maria Mestres

Estreno en Madrid: Naves del Español, Matadero (Sala 2) - 4 -XI -2011

 
 
VIGGO MORTENSEN / CARMEN ELÍAS
FOTOS: ANDRÉS DE GABRIEL

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Viernes, 31 de Agosto de 2012 18:52