Gaspar. Reseña.1973. Crítica Imprimir
Escrito por Carlos Gortari   
Jueves, 09 de Junio de 2011 09:33
 

GASPAR de PETER HANDKE

Este drama  ha surgido en el oportuno momento  

 
 RESEÑA 1973
NUM. 65, pp. 13 - 14

GASPAR

de

PETER HANDKE

 

José Luis Gómez había llegado a España,  con su formación teatral en Alemania. Con él vinieron nuevos aires teatrales.Pronto sería cotizado institucionalmente. En ese contexto trae su Gaspar.

 

 

Este drama del importante escritor aus­tríaco Peter Handke ha surgido, como to­das las obras que tienen una importancia indiscutible dentro de la historia del tea­tro, en el oportuno momento histórico, en la encrucijada donde las teorías estructu­ralistas cumplen la función de interrogar­nos sobre el profundo debate sobre lengua­je y libertad y lenguaje y ser. Parece in­discutible que frente a las teorías idealistas que veían en el hombre una esencia desli­gada de su circunstancia, cada día es más patente el vínculo irrenunciable del hom­bre con su entorno y, por lo tanto, con la coerción que éste representa. Según la definición de los más destacados ensayistas del estructuralismo, si bien el habla es esencialmente un acto individual de selec­ción y de actualización mediante el que el sujeto hace las combinaciones libremente, estas combinaciones se remiten siempre a un código lingüístico del que depende si trata de expresar su pensamiento perso­nal, pero sobre este pensamiento se sobre­pone la lengua como institución y sistema irrenunciable, la lengua que no es sino una entidad puramente abstracta, una norma superior a los individuos, un conjunto de tipos esenciales, que el habla realiza en modos infinitamente variables, pero, aña­do yo, difícilmente libres.

 

Peter Handke elige un hecho de la cró­nica de sucesos: la existencia en Nurem­berg de un hombre de madurez física y si­cológica que sin embargo apenas podía an­dar y mucho menos hablar para interro­garse dramáticamente sobre la condición del hombre en sí y su posible comunica­ción en sociedad. Este hombre, del que se pensó - en algún momento que era de ori­gen noble, comienza a aprender, a moverse y a expresarse, pasando a la manera del niño salvaje del que nos habló Truffaut o como Helen Keller a relacionar los signos con los objetos y por último a lograr comu­nicarse. En el film de Arthur Penn, basado en la comedia de William Gibson, el drama era un canto triunfal a la derrota de la nada y la soledad; ya en Truffaut queda­ba la duda sobre si la ruptura del aisla­miento había merecido la pena. En el drama de Peter Handke la conclusión es profundamente negativa; la lengua, tal como la vivimos día a día, es otra forma de alienación y un instrumento de poder social que anula al individuo. Como con­tinuo "ritornello" el protagonista, que no es en principio sino una marioneta, nos va expresando su anhelo de ser como aquel que quiso ser algo determinado y no lo fue. En esa sencilla letanía está implícita la rebelión contra las limitadas posibilidades de elección en la manera de ser y estar en el mundo que le caben al hombre. Se abandona la vertiente metafísica según la cual lo más importante que le puede ocu­rrir a todo hombre es ser, porque la gene­ración actual, en su estamento más lúcido, rechaza radicalmente el salto cuantitativo cuando no supone al mismo tiempo un avance cualitativo. Toda inserción en una sociedad exige el sometimiento a unos có­digos de conducta mediante los que puede existir en apariencia libremente; la len­gua es el código de conducta más inmedia­to, pero se ha institucionalizado de tal ma­nera que llega a convertirse no en una po­sibilidad liberadora, sino en un instrumen­to esclavizante, de tal forma que los prime­ros ejercicios de habla de Gaspar se con­vierten más en un ejercicio de doma de animal de circo que en una realización personal.

 

Pero no existe sólo el dominio opresor de la lingüística, sino también el de la semiología; es decir, el de cualquier acti­vidad desde el vestirse hasta las formas de comportamiento que pueden ser en cierto modo formas de expresión. El consumo y la publicidad no sólo en sus formas pura­mente verbales, sino hasta en sus actitu­des, convierten al hombre en un robot. De este modo Peter Handke lleva a sus últi­mas consecuencias los descubrimientos del teatro del absurdo. Si Ionesco en La can­tante calva había descubierto la carencia de significado del habla de la burguesía, si Beckett había expresado la inutilidad de la existencia, Handke va mucho más ade­lante por este camino y consigue que las formas del teatro del absurdo se convier­tan en una contestación radical y revo­lucionaria, denunciando la esencia opre­sora de las aparentemente más inocuas actividades del hombre.

 

José Luis Gómez en uno de los traba­jos más serios, por intención y por disciplina que ha podido ver el espectador en los últimos años, ha expresado dichas cla­ves desde las formas de un arte teatral que se hace antiteatro para romper las barre­ras que impiden la comunicación entre los hombres. Gaspar, como el discípulo que quiso ser tutor, manifiesta en los primeros cuadros de la pieza su designio de ser, pero de ser no simplemente por el puro hecho de ser reconocido como tal, sino conforme a los proyectos de sus más íntimos sueños; después poco a poco se va convirtiendo en un hombre objetal portador de prendas ab­solutamente similares a las de sus semejantes para llegar a hablar con la misma carencia de sentido de los "spots" publici­tarios y de los dibujos animados y terminar reducido a la nada en un conjunto de objetos destinados a un triturador de basura. Este viaje, como decían nuestros clásicos, no merecía alforjas.

 

La capacidad de José Luis Gómez para convertir un hecho teatral en un código de expresión totalmente dominado es ad­mirable por la forma en que cada movi­miento, cada efecto sonoro y cada recurso de iluminación se funden en un todo ar­monioso. Es también una sorpresa muy agradable el comprobar que sus recursos de dicción igualan a sus facultades de ex­presión corporal y que todas estas cualida­des que le hacen el mejor actor español en estos momentos, se ponen al servicio de una obra que desde una apariencia for­mal rabiosamente moderna se interroga so­bre un tema que sin temor a la retórica podemos considerar eterno: el hombre, su existencia y su libertad. Todo ello dicho en clave de tragicomedia desde un escenario de dimensión, posibilidad y dotación a ni­vel colegial.

 

Titulo original: Kaspar.

Autor: Peter Handke.

Versión española: José Luis Gómez, Emi­lio Hernández.

Escenografía y vestuario: José Alexanco.

Música: Luis de Pablo.

­Intérpretes: José Luis Gómez (Gaspar), Fidel Almansa, Jeannine Mestre, Emilio Hernández y Camilo García.

Producción: Corral de Comedias.

Dirección: José Luis Gómez.­

Estreno en Madrid: Teatro Ar­lequín, 1973

 

 

 


CARLOS GORTARI
Copyright©carlosgortari

 

 

 

 

TEATRO ARELQUÍN
C/ San Bernardo, 5 (semiesquina Gran Vía)

28013 - MADRID

TF. 91 7588383

PARKING: SANTO DOMINGO,

BUS: SANTO DMINGO, L 2/ PZA ESPAÑA L 10/CALLAO L 5

 

 
 

 

Última actualización el Jueves, 09 de Junio de 2011 15:02