Tercer Cuerpo. Tolcachir. Crítica. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Miércoles, 04 de Mayo de 2011 14:59

TERCER CUERPO
 (LA HISTORIA DE UN INTENTO ABSURDO)

 

¿VUELTA AL EXISTENCIALISMO?

 

FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

Claudio Tolcachir vuelve y de nuevo con una agradable sorpresa teatral: Tercer Cuerpo. Un texto escrito totalmente por él – La omisión de la familia Coleman  era fruto de la recogida de las improvisaciones -, y que posee un gran poder evocador, a partir de situaciones aparentemente triviales.

 

Una oficina destartalada y de otros tiempos sugerida a través de un desfasado mobiliario realista, será el campo de operaciones de cinco vidas que se alternan en sus historias, se chocan y, al final, se encuentran. La oficina obliga a que la imaginación del espectador construya otros ambientes: la casa de una pareja, un bar y una consulta médica. Si algo caracteriza a este montaje es su gran poder de sugerencia, no solamente en los espacios, sino en la historia de cada personaje que va más allá de lo que se cuenta o de lo que lo que se dice.

 

Un punto en común de todos ellos es la soledad e incomprensión que les atenaza y, al mismo tiempo, la necesidad de dar amor y ser amados: deseo de un hijo, de amor de parejas, de calor de hogar. Todos estos sentimientos están vividos en la corriente de esa agua de las fuentes que siempre es la misma: la rutina. Lo más llamativo, a la vez que positivo, es que  Tolcachir no utiliza el texto para contar, explicar o adoctrinar. Se limita a que los personajes hablen de lo cotidiano en un montaje alterno, apuntando pudorosamente los sentimientos en un breve respiro verbal. Estas historias de oficina terminan por ser una gran metáfora de un mundo más amplio: el que vivimos día a día y que nos lleva a meditar sobre nuestras propias vidas.

 

Un valor añadido es la “intriga”, no tanto a nivel de “thriller”, sino a nivel de desconcierto, en la historia de la pareja, y de preguntarnos a dónde nos lleva el habernos colado en una oficina y convertirnos en “voyeuristas” de unos seres humanos, que, en principio, son peculiares pero que  “pian piano”, como dicen los italianos, terminan por ser universales. Al final todas las piezas encajan y dejan un agridulce sabor de boca.

 

Estas historias, en el fondo, trágicas, son servidas a través de la comedia de humor, aunque un humor con mucho de “negritud”. La sonrisa y la carcajada sosegada afloran al rostro del espectador, con generosidad, gracias a las frases del texto, las situaciones, los tiernos caracteres de los personajes y la impresionante interpretación de unos actores que consiguen borrar las fronteras entre realidad y ficción.

 

Los actores de Tolcachir han desarrollado un modo interpretativo que llega con naturalidad al espectador, con el que se goza. La fuerza es tal, que se comprende que no necesiten mucha parafernalia escénica para contarnos sus alegrías y sus tristezas. El modo de alternar las frases, emitir el grito o el silencio y ofrecer su rostro al personaje, se lo han robado al mecanismo de precisión de un reloj, pero llenándolo de humanidad. Y este preciso mecanismo consigue el auténtico ritmo escénico. No se pierde ni un minuto. La obra es coral y, aquí, más que nunca cabe decir aquello que “sería injusto destacar a un actor más que a otro”.

 

Un denominador común de Tolcachir, en sus textos, es la ausencia de paredes y abundar en los muebles. Ello obliga a sostener el peso de sus montajes sobre los actores. Con todo, el toque ambiental sí lo da con muebles realistas. En esta ocasión es la oficina, pero una oficina antidiluviana, en la que aún es “vedette” la máquina de escribir. Los actuales ya no son tiempos, como en los años sesenta, en los que hay que buscar razón semiológica a todo que aparece sobre la pantalla de cine o sobre el escenario. De todos modos llama la atención el que sus personajes deambulen por tal espacio detenido en el tiempo. Me es inevitable  buscarle su razón lógica: ¿la vida atrapada en un tiempo sin esperanza? En tal caso, Tolcachir se remonta al existencialismo de los años cuarenta del siglo XX: la vida un sin sentido, un absurdo. Si es así se explica el subtítulo: La historia de un intento absurdo.

 

La cercanía de los espectadores en la Sala 2 – Sala Pequeña del Matadero -  ayuda a involucrarnos en las peripecias de estos cincos seres que rezuman humanidad y a los que terminamos por querer, tal vez porque nos sirven de espejo.

 

Título: Tercer Cuerpo (La Historia de un intento absurdo)

Autor: Claudio Tolcachir

Diseño espacial: Claudio Tolcachir

Escenografía: Gonzalo Córdoba Estevez

Iluminación: Omar Possemato

Producción general: Jonathan Zak y Maxime Seugé

Distribución España: Producciones Teatrales Contemporáneas

Coproducción: Teatro Timbre 4 y del Festival Internacional Santiago a Mil

Asistente de dirección: Melisa Hermida

Intérpretes: Melisa Hermida, Daniela Pal, José María Marcos, Hernán Grinstein y Magdalena Grondona

Dirección: Claudio Tolcachir

Duración aproximada: 1 hora y 5 minutos (sin intermedio)

Reestreno en Madrid: Matadero, Naves del Español, 27 – IV – 2011

 
 FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

 

 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Sábado, 13 de Agosto de 2011 14:33