¡Hombres! T de Teatro. 1995. Crítica

Escrito por Jerónimo López Mozo

Domingo, 17 de Abril de 2011 16:03

RESEÑA, 1995
NUM 265, pp. 18

¡HOMBRES!

SUPERFICIAL, PERO DIVERTIDO

En 1995 ¡Hombres! Venía programada por unos días. Fué un “boom” de público y ocupó toda la temporada. T de Teatre se había consagrado como Compañía.

FOTO: PAU ROS

T de Teatre es un grupo creado por actrices procedentes del Institut de Teatre de Barcelona. Triunfó en su primer espectáculo - Pequeños cuentos misóginos, sobre textos de Patricia Highsmith - en el que ironizaba sobre el mundo de las mujeres. Ahora, con ¡Hombres!, su segundo montaje, trata de repetir el éxito y lo consigue. Esta vez, el protagonista es el hombre, al que, en cierto modo, desnuda y convierte en blanco de sus bromas.

Texto y dirección han sido encomendados a nombres importantes del teatro catalán. Esta, a Sergi Belbel. Los textos, a varios autores - Francesc Pereira, Ferrán Verdés, el propio Belbel y Josep María Benet i Jornet-, que han escrito sendas piezas breves, pequeñas historias que recogen otros tantos momentos significativos de la vida del hombre. En «Primavera», de Pereira, un mozalbete descubre el sexo; en «De copas y en compañía», Verdés describe la noche de ligue y copas de tres jóvenes; Belbel muestra, en «Ramón», a un marido abúlico, vencido por el tedio, enclaustrado en su casa, sin más compañía que el periódico y una esposa obsesionada por saber si él la quiere; y, en fin, «Alopecia», de Benet i Jornet, es un retrato sórdido del último tramo de la vida de un hombre, cuando pierde, al tiempo que el pelo, la virilidad. Hay otros textos: un puñado de sentencias relacionadas con el tema de diversos autores, una síntesis de lo que cinco libertinos - Don Juan, Casanova, Valmont, Sade y Masoch - opinaban sobre las mujeres y dos escenas -«¡Ay, hombres!» y una breve conferencia sobre la sexualidad masculina - de cuya autoría nada se dice en el programa, aunque todo parece indicar que son fruto de algunas sesiones de improvisación.

El público ríe con lo que se dice en el escenario y hay quien apenas puede reprimir la tentación de echar su cuarto a espadas, pues en las cuestiones que se abordan todos consideramos que tenemos algo que decir. Pero, en rigor, el texto - los textos - es el punto débil del espectáculo. Su carácter fragmentario y la nula ligazón entre las escenas, unidos a la sobria escenografía, el protagonismo de las luces y la buena música de Oscar Roig, le acercan más al cabaret literario que a un libreto de comedia. Por otra parte, algunas de las piezas carecen de teatralidad. Son, en realidad, monólogos dichos a varias voces. Y, en cuanto a su contenido, abundan los tópicos y los lugares comunes. Quizá, en este tipo de propuestas, en que, más que reflexionar sobre la realidad, se la caricaturiza, sea difícil evitarlos. Las frases ingeniosas alternan con chistes burdos o poco afortunados y, al cabo, cuesta trabajo reconocer en esta literatura de circunstancias a sus autores.

Más interesantes resultan la dirección de Sergi Belbel y el trabajo de las cinco actrices. Ellas asumen los papeles masculinos sin disimular su condición

femenina. No imitan las maneras de los hombres, ni se disfrazan. El público entra sin dificultades en un juego forzoso y, tal vez, deliberadamente contradictorio, que resulta divertido y hace amable la superficial crítica que contiene. Belbel saca buen partido del conjuntado elenco. Rompe la monotonía de los textos combinando con acierto la amplia gama de voces y de gestos de que dispone, y supera la escasa cualidad teatral de las situaciones planteadas por los autores, creando todo un repertorio de brillantes y acertadas acciones paralelas. En dos escenas concretas, es palpable su buen hacer: en la ilustración mínima de la conferencia sobre la sexualidad masculina y, en la pieza de la que él mismo es autor, al repartir el papel de la esposa del protagonista entre cuatro actrices.

¡Hombres! es, en resumidas cuentas, un espectáculo menor arropado por prestigiosas firmas. Llega a Madrid tras una gira en la que se han ofrecido doscientas cincuenta representaciones. Es seguro que tendrá larga vida y que allá donde se represente gozará del favor de un público benévolo con su contenido, a condición de que el trabajo esté bien hecho y sea divertido.