El Evangelio de San Juan. El Brujo. Crítica 2 Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Lunes, 27 de Septiembre de 2010 18:29

EL EVANGELIO DE SAN JUAN

LA VIDA DE JESÚS CONTADA POR EL BRUJO

En El Evangelio de San Juan, Rafael Álvarez, “El Brujo”, se ha convertido en personaje. Estamos ante la culminación de un largo proceso que ha convertido a un excelente actor en su más fiel intérprete.

EL EVANGELIO DE SAN JUAN

LA VIDA DE JESÚS CONTADA POR EL BRUJO 

 

 RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: GUILLERMO CASAS

En El Evangelio de San Juan, Rafael Álvarez, “El Brujo”, se ha convertido en personaje. Estamos ante la culminación de un largo proceso que ha convertido a un excelente actor en su más fiel intérprete. Desde que hace veinticinco año triunfara haciendo el Rogelio de La taberna fantástica, de Alfonso Sastre, y poco después el papel de Búfalo en la serie televisiva Juncal le diera una popularidad que ya nunca le ha abandonado, su trayectoria ha sido una búsqueda incesante de uno de esos lugares reservados a los grandes divos de nuestra escena. Siendo cierto que el éxito le ha acompañado siempre, no lo es menos que algunas sombras se proyectaban sobre su trabajo. Una, su dificultad para compartir el escenario con otros actores, como se puso de manifiesto cuando protagonizó El avaro. Sus continuas transgresiones traían de cabeza a sus compañeros de reparto, que tenían serias dificultades  para seguir el texto. Otra, derivada de esa tendencia a la improvisación y a la de amoldar los personajes a sus características personales, era el escaso respeto que mostraba por la letra y el espíritu de las obras que representaba. Ni siquiera lo tenía cuando encargaba que le hicieran versiones a su medida, como sucedió con la que Alberto Mirallesrealizó de El Corbacho, del Arcipreste de Talavera, la cual, al llegar al escenario, era irreconocible.

 

Era evidente que para dar rienda suelta a su talento necesitaba textos muy abiertos que le permitieran intercalar añadidos de su cosecha,  y disponer del escenario para él sólo. El monólogo San Francisco, el juglar de Dios, de Dario Fo, le brindó esa doble oportunidad, y la añadida de conocer más a fondo el trabajo del gran histrión del teatro italiano. Otro paso importante en esa línea fue El ingenioso caballero de la palabra. El que le faltaba para subir un importante escalón en sus aspiraciones era el de ser autor de las obras representadas por él. Lo ha dado con El Evangelio de San Juan.

 

El resultado ha sido, sin duda, del agrado de sus incondicionales, que son muchos. A quien encuentran en el escenario no es a un personaje interpretado por El Brujo, sino al mismísimo Brujo contándonos, a su manera, lo que el evangelista dejó escrito. Es curioso que, a la postre, el actor, para encontrar su sitio en el teatro, se haya retrotraído a la antigua fórmula de la narración oral. Resulta evidente que está en su salsa en el papel de contador de historias. Sabe que lo que hace, aunque se repita una y otra vez, o tal vez por eso mismo, gusta al respetable, al que, como suele decirse, se lo mete en el bolsillo. Por eso, no abandona sus clásicos tics ni el recurso a las morcillas, tan habituales en él y tan celebradas. Si no molestaban las que aludían a sucesos actuales puestas en boca de Lázaro de Tormes o de San Francisco, es comprensible que no encuentre razones para prescindir de ellas ahora, pues, dichas por un contemporáneo nuestro, al menos no son anacrónicas. No faltarán en sus espectáculos mientras sigan provocando el aplauso fácil de sus incondicionales.

 

Sin embargo, a algunos de los que apreciamos el trabajo de El Brujo nos incomodan las alusiones a Carla Bruni y a otros populares personajes de la actualidad social y política. Y más aún si, como sucede en esta ocasión, son incorporadas a un texto que, en no pocos momentos, tiene, además de interés, un elevado aliento poético. En efecto, estamos ante una divertida, respetuosa e inteligente parodia de la vida de Jesús y de los Apóstoles contada con desenfado y salpicada con oportunos comentarios. En otro orden de cosas, en el haber del actor hay que anotar su capacidad para, sin abandonar su papel de narrador,  desdoblarse en algunos de los personajes bíblicos a los que alude en su relato. Cada movimiento, cada gesto, es una pincelada que los retrata con precisión. Especialmente acertada es su imitación de La Virgen. Pero hay algunas objeciones que no debemos pasar por alto. La mayor, que la autocomplaciencia de El Brujo, le ha conducido a recrearse tanto en su trabajo, que alarga el espectáculo en exceso. Pesa el tramo final del primer acto, cuya duración supera la hora y cuarto. Se recibe con alivio el descanso y se agradece que la segunda parte sea más breve que la primera. Algún alivio proporciona la presencia de cuatro músicos en escena. El sonido de sus instrumentos y la voz de uno de ellos es como una bocanada de aire fresco.Mozo

 

Título: El Evangelio de San Juan

Versión y escenografía: Rafael Álvarez “El Brujo”

Música original y dirección musical: Javier Alejano

Iluminación: Miguel Ángel Camacho

Vestuario: Gergonia E. Moustellier

Diseño de cartel: Peret
Fotos (Alta resolución): Guillermo Casas
Vídeo-clip:
Paz Producciones

Ayudante de dirección: Oskar Adiego

Músicos: Javier Alejano (viola), Juan de Pura (Voz), Kevin Robb (Saxo), Daniel Suárez “Sena” (percusión)

Coproducción: Centro Dramático Nacional / El Brujo Producciones.

Interpretación y dirección: Rafael Álvarez “El Brujo”

Duración: 2 horas y 15 minutos (incluido intermeido)

Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), 16 – IX -2010.

RAFAEL ÁLVAREZ, ELBRUJO
FOTO: GUILLERMO CASAS

 

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

 

 

 

 


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Última actualización el Viernes, 05 de Noviembre de 2010 14:34