Próspero sueña Julieta (o viceversa). Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Martes, 07 de Septiembre de 2010 16:29
 

PRÓSPERO SUEÑA JULIETA (O VICEVERSA)

LA OTRA VIDA DE DOS HIJOS DE SHAKESPEARE

En el programa de mano, Sanchis Sinisterra se disculpa por haber escrito esta obra y explica por qué. Imaginemos, dice, que algunos de los inmarchitables personajes de Shakespeare fueran conducidos de la mano de un autor contemporáneo sin escrúpulos

PRÓSPERO SUEÑA JULIETA (O VICEVERSA)

LA OTRA VIDA DE DOS HIJOS DE SHAKESPEARE

 

   HÉCTOR COLOMÉ / CLARA SANCHIS
FOTO: PEDRO GATO

En el programa de mano, Sanchis Sinisterra se disculpa por haber escrito esta obra y explica por qué. Imaginemos, dice, que algunos de los inmarchitables personajes de Shakespeare fueran conducidos de la mano de un autor contemporáneo sin escrúpulos, al desolado universo de Samuel Beckett. Acto seguido, se pregunta qué podría ocurrir, qué extrañas metamorfosis sufrirían sus nítidos perfiles, sus elevados pensamientos, sus brillantes discursos…  Si estas palabras fueran sinceras y no una manifestación de modestia, el autor debiera extenderlas a buena parte de su producción dramática, pues, en no pequeña medida, se basa en la reinterpretación o manipulación de grandes textos escritos  por otros ilustres colegas. Sucede, sin embargo, que no estamos ante un dramaturgo sin escrúpulos, sino ante alguien que ha dedicado no pocos esfuerzos a levantar las barreras que  separan los géneros literarios y a practicar la intertextualidad como forma de enriquecimiento del lenguaje teatral. Una tarea que pasa por apropiarse de grandes y conocidos personajes, mostrarlos bajo el ropaje de la contemporaneidad e iluminarlos con una luz nueva. Sobran, pues, las disculpas.

 

En esta pieza, el título ya avisa de ante qué personajes estamos. Procede uno, Próspero, de La tempestad, y, el otro, Julieta, de Romeo y Julieta.  Dos obras de un mismo autor, pero de distintos contenido y calado. A priori, todo parece indicar que se trata de dos propuestas escénicas sin relación entre si, reunidas para configurar un solo espectáculo. En efecto, estamos ante dos monólogos que se representan uno a continuación del otro sin más nexo de unión que la escenografía que comparten.

 

En el primer monólogo, el otrora poderoso Próspero se nos muestra vencido por la edad y aquejado de múltiples achaques rememorando, con indisimulado malhumor, su pasado y evocando los fantasmas de quiénes, como su hija Miranda, Calibán o Ariel, le acompañaron en su fantástica aventura. En el segundo monólogo, una Julieta que despierta de un largo y profundo sueño, se sincera y ofrece, con notable desparpajo y desenfadado humor, una versión de su peripecia amorosa en poco parecida a la descrita por el bardo inglés. Aquel Romeo romántico no es, según el testimonio de esta Julieta resucitada y que parece estar de vuelta de todo, el que nos imaginábamos, sino un amante torpe y, en el fondo, un pobre diablo. Digamos que los dos personajes, privados del envoltorio que les daba prestancia, muestran sus almas desnudas. Rebajada su grandeza, llegarían a conmovernos si no fuera porque, a su manera, son dos seres que no se resignan a morir y luchan por seguir siendo.

 

Un diálogo entre ambos personajes cierra el espectáculo y nos saca del error de creer que estábamos viendo dos obras distintas. A lo que hemos asistido es a sendos sueños de los citados personajes. Al encontrarse en un mismo escenario y mezclarse sus discursos, surge la duda de si cada uno de ellos se ha introducido en el sueño del otro. El empeño por poner fin a esa interferencia, les enfrenta. Más no es fácil deshacerse de las pesadillas. Al final, esos seres que nunca antes habían coincidido y nada sabían el uno del otro, se resignan a seguir juntos su irreal andadura.

 

En el origen de esta propuesta de Sanchis Sinisterra está presente Shakespeare. Pero también planea sobre ella la sombra de Samuel Beckett, tan querido por nuestro autor. En efecto, en el Próspero crepuscular que se nos presenta podemos reconocer rasgos del protagonista de Final de partida y, en la actitud de Julieta, no pocos que la asemejan a la Winnie de Días felices. Sanchis ha aludido a estos paralelismos, lo que, de alguna manera, nos obliga a mencionarlos. También lo harán, al margen de las declaraciones del autor, quiénes conocen bien sus querencias y su obra. Pero para el espectador común, la referencia al padre del absurdo es intrascendente. No así, claro está, la de Shakespeare, pues el conocimiento de las obras de partida es imprescindible para entender Próspero sueña Julieta.

 

La puesta en escena es sobria. El espacio diseñado por Juan Carlos Savater, bien iluminado por Toño Camacho, carece de escenografía. La imaginación de los espectadores debe sustituir, con las indicaciones que aporta el texto, los cortinajes negros que cierran el escenario por la cueva en la que habita Próspero y la cripta en que reposa el cuerpo de Julieta. También es escaso el mobiliario: una cama en la que, en el primer monologo, se supone que duerme Miranda y de la que, en el segundo, surge, de entre las sábanas, Julieta; el armario en el que Próspero guarda sus pócimas; y una mesa y una silla iluminadas por una bombilla suspendida del techo. En este escueto escenario, María Ruiz se concentra en el trabajo de los actores. Lo hace con buen pulso. Clara Sanchis alcanza, en el papel de Julieta, una de las mejores interpretaciones que recordamos en su ya dilatada trayectoria. Su voz llena de inflexiones y el repertorio de gestos que acompaña sus palabras son un deleite. Hace añicos la imagen tradicional de Julieta. Finge su inocencia, pero enseguida saca a relucir una personalidad rebelde que se expande por doquier. Si algún reparo cabe formular a María Ruiz es que, en el caso de Héctor Colomé, no haya evitado el divorcio que se produce entre el protagonista y su intérprete. En efecto, sorprende la energía física de la que hace gala el actor cuando su personaje es un anciano de mermada salud.


Título: Próspero Sueña Julieta (O Viceversa)

Autor: José Sanchis Sinisterra

Espacio escénico y vestuario: Juan Carlos Savater

Diseño de iluminación: Toño M. Camacho

Diseño de sonido: Mario Goldstein

Diseño gráfico: Juan Carlos Savater, Joky Díaz Moreno

Foto cartel: Gustavo Lavarda

Fotografía: Pedro Gato

Realización de vestuario: Mayka Chamorro

Mobiliario y utilería: El Desván De Alicia

Ayudante de producción: Oscar Moreno

Ayudante de dirección: Pedro G. De Las Heras

Dirección técnica: Tecnifront

Producción ejecutiva y distribución: Clara Pérez

Una Producción de Pérez y Goldstein, Producciones Artísticas Triana, Teatro del Olivar y Tecnifront

Intérpretes: Clara Sanchis (Julieta) y Héctor Colomé (Próspero)

Dirección: María Ruiz

Duración: 1h. 30m.

Estreno en Madrid: Teatro Español, Sala Pequeña, 3 –IX-2010.

 
 
   HÉCTOR COLOMÉ / CLARA SANCHIS
 
 CLARA SANCHIS

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Miércoles, 06 de Octubre de 2010 16:53