EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
UNA GRAN FANTASIA A PERFILAR
El sueño de una noche de verano es de los títulos shakesperianos a los que se vuelve continuamente. Las adaptaciones han sido de lo más variadas. Lo que normalmente se evita es reproducir en las primeras escenas la ambientación de la Grecia clásica, tal vez porque a nosotros los clásicos nos quedan lejanos y no a Shakespeare y su tiempo.
Morboria, grupo teatral de larga trayectoria, lo encara a partir de una ambientación con un pie en el Medioevo y otro en la edad Moderna. Una ambientación al uso de nuestros cuentos de hadas, que, por lo visto, siempre ocurrían por esas fechas.
La obra de Shakespeare es un ingenioso juego de espacios y grupos sociales: la nobleza, el pueblo llano y los dioses. Un esquema muy similar a la literatura griega: héroes, ciudadanos y dioses del Olimpo. Todos enredándose en un entramado engimático que es la propia vida. No es muy distinto a la vida contemporánea en donde los tres rangos también aparecen.
Lo que más fascina de esta obra de Shakespeare es el bosque plagado de los más fantasiosos seres, que permiten el vuelo de la imaginación a sus creadores, bocado apetitoso para Morboria Teatro, pues ellos son líderes en la fabricación de máscaras, muñecos, guiñoles y toda serie de manipulaciones corporales. En esta versión, escenográficamente, el mencionado bosque va a ser, no solamente el escenario central sino el más elaborado.
Y ya que estamos con el “dispositivo escénico”, como algunos han dado en llamar a las ambientaciones escenográficas, hay que alabar la construcción poética de un bosque con elementos de gran sencillez – las lianas que peinan cabelleras -, pero de gran efecto, que cobra vida gracias a que plantas y demás animales son máscaras, perfectamente integradas en el cuerpo de los actores. El resto de los escenarios recurre a la austeridad de un ciclorama y algún mobiliario. En este sentido hay un desequilibrio notable de tratamiento escenográfico, que valdría la pena equilibrar, una vez que la imaginación plástica de Morboria Teatro no tiene límites. |
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Siguiendo con la plástica, son magníficas las máscaras y la composición de los seres que pueblan el bosque, así como los personajes de Oberón, y Titania. La integración de los apósitos en los actores es de una gran finura que proporcionan una gran credibilidad a los personajes. Lo mismo sucede con la caracterización de los artesanos, que desde el inicio, apuntan ya el aspecto clownesco. Y dentro de este perfeccionismo imaginativo, extraña la caracterización del geniecillo Puck, que resulta menos imaginativa, sobre todo al compararlo con el resto de los seres fantásticos que pueblan el bosque. Sigue un tratamiento más convencional y su aspecto físico defrauda.
Todo este cotarro lo trajinan 10 actores, los cuales dan vida a 29 personajes. El asombro no está tanto en el número como en la rapidez de cambio y de incorporación de dichos personajes hasta el punto que no se distingue al actor original bajo todas esas caracterizaciones. Yo estaba situado en la fila número 2 y ni por esas. Morboria, en este aspecto, son artífices magistrales en el camuflaje, tanto a nivel de caracterización como de interpretación. Son auténticos magos cuya imaginación no tiene límites.
Y puestos en esta magia de la multiplicidad de personajes en pocos actores, existe un tendón de Aquiles. Como el poder de bilocación no es posible, a no ser para el mundo televisivo que en la misma hora vemos al mismo personaje en dos canales distintos, en la adaptación se ven obligados a cambiar el Acto quinto en el que se reúnen comediantes, aristócratas y seres mitológicos. Los ingenuos comediantes representan la tragedia de Píramo y Pisbe ante duques y los seres del bosque. Aquí ya es imposible la trilocación y Morboria opta por sustituir a duques y reyes del bosque por nosotros, el público de la platea. Podemos imaginar que los seres de la ficción estén en algún palco. El espectador, al menos yo, puede experimentar una fractura narrativa y lo de los comediantes-artesanos termina por ser un pegote, cuando en el original no lo es, porque en el fondo la reunión de todos viene a ser lo que ahora se ha dado en llamar “happening” o lo que los Ballets Clásicos resolvían con los bailes en las llamadas Bodas de los amantes protagonistas. Con, sólo, 10 actores tiene difícil solución.
En el original esta representación va más allá de un simple “happening”. Los comentarios de los nobles alternados con la representación es, por parte de Shakespeare, un pequeño tratado sobre el teatro e incluso sobre los propios sinsabores del amor en la pareja, así como una leve crítica paródica a las tragedias amorosas. Ello es lo que da unidad a los tres niveles de seres que pueblan el mundo, pero aquí palidece. Morboria opta por protagonizar la representación de los comediantes-artesanos y se decanta por la parodia circense de los payasos, a nivel interpretativo. Lo pasamos bien y el público es cuando más se ríe y disfruta.
Si a nivel de caracterización e interpretación el grupo Morboria es magistral, tengo mis dudas sobre el registro interpretativo elegido. Me explico: durante toda la obra sobresale un cierto sentido farsesco – acentuada en los artesanos -, lo cual le da una pátina demasiado uniforme. Algo que el cine, a nivel interpretativo, ha rescatado en estos últimos tiempos es que cuando nos cuentan un cuento, los actores se creen su personajes e incluso acuden a una interpretación más naturalista en aquellas escenas de contenido dramático o de tipo amoroso. En este Sueño no siempre es así. La escena primera ya acusa cierto tono falso y lo mismo sucede con los personajes aristocráticos en el bosque. No resultan creíbles y su recitación – sirva de ejemplo el despertar de Demetrio, ahora, ya, enamorado de Elena – prefiere la parodia que el convencimiento de su amor. Es cierto que hay momentos cómicos entre ellos y que Morboria resuelve bien, pero no sobresalen ya que desde el principio arrancan con ese tratamiento. Dicho esto, también hay que constatar que al público le hace mucha gracia.
Otro de los puntos flacos es el arranque de la obra en los lares de los Duques. Carece de originalidad y fantasía y se teme lo peor. Se salva porque no es demasiado largo y pronto llegamos a la fascinación del bosque. No obstante, creo que debería repensarse dicha escena, una vez que es la carta de presentación y el acicate para que el público permanezca en la sala. Personalmente no conseguí engancharme a este montaje hasta la llegada del bosque.
El texto, en prosa, resulta inteligible y cercano al espectador. Ha sido depurado de metáforas ininteligibles para nuestra época por haber perdido el contacto con la mitología griega, lo cual le proporciona agilidad y una recitación más creíble.
Asistí un Viernes. Más de media platea estaba llena, la cual reaccionaba positivamente ante la fantasía y humor de la representación.
El sueño de una noche de verano de Morboria, es un buen espectáculo lleno de fantasía que convendría perfilar, en alunos momentos, por aquí y por allí.
Título: El sueño de una noche de Verano
Autor: William Shakespeare
Adaptación: Eva del Palacio
Espacio Escénico: Eva del palacio y Fernando Aguado
Música original: Carlos Pérez Mántaras
Diseño de Iluminación: Guillermo Erice
Diseño de Vestuario: Eva del Palacio, Fernando Aguado, Ana del Palacio
Maquillaje, máscaras y caracterización: Álvaro Aguado y Fernando Aguado
Realización de escenografía y atrezzo: Anda del palacio y Fernando Aguado
Técnico de Luz y sonido: Ignacio Hita
Realización de vestuario: Fernando Aguado y Ana del Palacio
Diseño de Cartel: Contraluz
Fotografía: Carlos Bandrés, Ana del Palacio
Asistencia en Escena: Ira Holm
Maquinaria: paco Sánchez
Secretaria: Julia Aguado
Producción: Morboria S. L.
Intérpretes: Fernando Aguado (Teseo, Colas Canillas, Oberón, Píramo), Eva del palacio (Hipólita, Titania), Álvaro Aguado (Puck, Duende, Amanito), Ana Belém Serrano (Hermia, Hada, Ninfa Polilla), Ana Burrel (Elena, Ninfa telaraña), Malena Gutiérrez (Tomasa, Muro), Diego morales (Lisandro, Duende Mostaza, Flauta, Tisbe), Héctor Astorbiza (Demetrio, Berbioquí, León, Drako), Francisco Sánchez (Tomás, Hocico, Árbol), Félix Casáles (Egeo, Pedro Membrillo)
Dirección: Eva del Palacio
Género: Teatro Clásico
País: España
Idioma: español
Duración: 2 h. 30 m (intermedio de 15 m.)
Estreno en Madrid: Teatro Alcázar, 14 – VII – 2010.
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José Ramón Díaz Sande
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