Romeo y Julieta. Compañía William Layton. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Martes, 09 de Noviembre de 2010 18:46
 

ROMEO Y JULIETA

LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR 

Rreivindicar el amor frente a todo lo que le enturbia

ROMEO Y JULIETA

LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR

 

 

CARLOTA ROMERO / FERNANDO ESCUDERO

La tentación de presentar las obras de Shakespeare a la luz de tiempos más cercanos es grande. Pocos directores se sustraen a ella. Las vías más frecuentes son la revisión de los textos, bien reduciéndolos, bien reelaborándolos para ofrecer nuevas lecturas; vestir a los personajes con ropajes intemporales o de la época a la que se ha trasladado la acción; o sustituir los escenarios señalados por el autor por un espacio desnudo y único. El conocimiento del producto original por parte de los espectadores permite estas licencias y, por tanto, no deben ser descalificadas a priori. Sin embargo, por desgracia, no todas las dramaturgias que se ofrecen son aceptables. Hace falta talento para llevarlas a cabo y un conocimiento y respeto del texto original que no siempre se posee. Muchas de las lecturas que se ofrecen carecen de calidad o, lo que es peor, son meras manipulaciones de lo expresado por el escritor inglés. De ahí que, ante el anuncio de un nuevo Shakespeare y las imágenes difundidas en los días previos al estreno, suelan despertar lógicas suspicacias. Por fortuna, no es el caso del Romeo y Julieta representado por la compañía William Laytony dirigida por Francisco Vidal, cuya carrera teatral se inició en ese laboratorio cuando lo dirigía el maestro norteamericano.

 

La intención de esta versión firmada por el propio Vidal y Antonio de Cos, que han situado la historia de los jóvenes amantes en los años treinta del pasado siglo, es la de reivindicar el amor frente a todo lo que le enturbia y amenaza: el odio, los intereses materiales, las luchas por el poder, el fanatismo y la corrupción. Es, en resumen, la defensa de la utopía en una sociedad excesivamente preocupada por las cuestiones materiales. En aras de ese objetivo, el texto ha sufrido un severo recorte que, sin embargo, no afecta, en lo esencial, a su contenido. No caben objeciones a la prosificación y a la eliminación de frases que expresan, con excesiva retórica y refinamiento para la sensibilidad actual, los elevados sentimientos de los protagonistas. Tampoco a los añadidos que modernizan el lenguaje, pues todos ellos encajan bien en el conjunto.

 

No cabe decir lo mismo de la escenografía diseñada por Silvia de Marta. Consiste en unos bloques móviles de hormigón que, cuando están alineados unos junto a otros, rememoran tantos muros que, como los de Berlín o los construidos por Israel en territorio palestino, han sido alzados para que sirvan de barreras infranqueables entre los pueblos. Es innegable el paralelismo que existe entre estas moles grises y las surgidas del odio que separan a las familias de los montescos y los capuletos y, por extensión, a tantas otras. En cuanto a su funcionalidad, resulta eficaz para delimitar espacios y eliminar los tiempos muertos entre escenas. Dota al espectáculo de una gran fluidez, pero lo cierto es que se trata de un decorado que exalta lo feo. Mejor opinión nos merece el vestuario, que se caracteriza por su eclecticismo.

 

Francisco Vidal, como director, ha seguido dos líneas que están presentes en el planteamiento de Shakespeare, aunque no de forma tan definida: la comedia y la tragedia. Aquella preside la primera parte del Romeo y Julieta que comentamos y rememora, quizás sin proponérselo, la estética del musical West side Story, sobre todo en la recreación del ambiente urbano contemporáneo y en la fiesta que se celebra en el palacio de los Capuleto. Los derroteros siguientes siguen más el camino del drama que el de la tragedia, en buena medida por la adaptación del texto a un lenguaje más cotidiano, pero también por el tratamiento desenfadado dado a algunos personajes, sobre todo al de la nodriza.

 

El trabajo actoral responde con creces a lo que se espera de una compañía integrada por alumnos formados en el laboratorio William Leyton. Ellos son el pilar fundamental de esta propuesta, en la que destacan Carlota Romero y Fernando Escudero en los papeles de Julieta y Romeo.


Título:
Romeo y Julieta
Autor: William Shakespeare

Versión y Adaptación: Francisco Vidal y Antonio de Cos.

Escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Diseño de iluminación: Miguel Ángel Camacho

Vestuario: Guadalupe Valero

Lucha Escénica: Joaquín Navamuel

Espacio Sonoro: Isabel Montero

Técnico de sonido: Juan Vinuesa

Ayudante de escenografía y Realización de decorados: Luis Rosillo

Peluquería y maquillaje: Chema Noci

Voces en off grabadas en MUSIGRAMA

Diseño de producción: Ana Bettschen

Producido por: Centro Cultural Moncloa

Ayudante de Dirección: Antonio de Cos

Intérpretes: Fernando Escudero (Romeo), Carlota Romero (Julieta), Ana Bettschen (Nodriza), Francisco Vidal (Fray Lorenzo/Príncipe), Antonio de Cos (Mercucio), Sergio Álvarez/Sergio Adillo (Benvolio), Joaquín Navamuel (Teobaldo), Pablo Méndez (Capuleto), Sol de la Barreda (Señora Capuleto), Iván Artiles (Paris)

Dirección: Francisco Vidal

Duración: 2 horas (aproximadamente)

Estreno en Madrid: Teatro Galileo, 30 – X - 2010

 
 CARLOTA ROMERO
 
 CARLOTA ROMERO / SOL DE LA BARREDA /
PABLO MÉNDEZ

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Martes, 22 de Febrero de 2011 19:21