El Alcalde de Zalamea. 2010. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Martes, 19 de Octubre de 2010 14:50

EL ALCALDE DE ZALAMEA

PALABRA Y DESNUDEZ ESCÉNICA

 

 
 ISABEL RODAS, EVA RUFO, ERNESTO ARIAS
FOTO; CHICHO

Contiene El alcalde de Zalamea un censo casi completo de los asuntos tratados por el teatro del Siglo de Oro, a lo que se añade, en lo formal, su perfecta construcción dramática. Como valor añadido, está la sencillez con que los hechos son expuestos y el comedido barroquismo de la versificación, que no está reñido con un contenido denso y profundo. De ahí que el drama de Calderón consiga satisfacer a toda suerte de públicos, desde el que sólo pretende deleitarse con la historia que se cuenta hasta el que busca adentrarse en cuestiones de mayor enjundia y calado. A dichas virtudes se debe que, de las dos obras que lucen el mismo título, sea ésta y no la atribuida a Lope de Vega la más conocida y representada, aunque se haga con menos frecuencia de lo deseable. Al margen de las estivales funciones que anualmente se ofrecen en la localidad en que tuvieron lugar los hechos narrados y de algunas otras que pasan sin pena sin gloria, la periodicidad con que llega a los escenarios de los teatros públicos no es inferior a una década. En efecto, la anterior puesta en escena por parte de la CNTC fue la del año 2000, de Sergi Belbel, y la anterior, de 1988, la de José Luis Alonso. Ojalá no haya que aguardar a 2020 para verla de nuevo. Tan largas esperas ponen en entredicho la afirmación de que El alcalde de Zalamea forma parte de verdad del repertorio clásico español, si por repertorio entendemos el formado por obras que se programan con regularidad.

Uno de los atractivos de esta pieza es la compleja figura de su protagonista, Pedro Crespo, ese labrador llano, sabio, prudente, generoso, hospitalario, dialogante y justo, con los pies bien plantados en el suelo, pero que, ante el atentado a su honor perpetrado por un militar indigno, no duda en erigirse en severo ejecutor de una justicia no tomada por su mano, sino que emana de la autoridad que le confiere su condición de alcalde. Es, sin duda, uno de los grandes personajes de nuestro teatro, a la altura de Segismundo o Don Juan. A diferencia de éstos, su edad madura reserva el papel a actores consagrados que se encuentran en la plenitud de su carrera. Es por ello  piedra de toque para quienes lo interpretan. Le ha llegado el turno a Joaquín Notario y cabe decir que se ha sumado con todos los honores a la ya larga lista inaugurada en la memoria de este crítico por Manuel Dicenta y provisionalmente cerrada, en los montajes ya citados, por Jesús Puente y Roberto Quintana. Reconocemos en él el talante del Pedro Crespo creado por Calderón. Pasa del socarrón y sosegado aldeano de bien al alcalde enérgico sin aspavientos. Bien asumido y bien dicho el discurso del autor, apenas necesita más para realizar la mudanza. Está magnífico en los monólogos y en los diálogos que mantiene con Don Lope de Figueroa, espléndidamente interpretado por José Luis Santos. Los elogios son extensibles al resto del reparto, en el que destacan Ernesto Arias en el papel de don Álvaro, el capitán indigno que no encuentra obstáculos a su desenfreno; Pepa Pedroche, en el de La Chispa; y Eva Rufo, una Isabel cuyo único punto débil, enseguida superado,  es el arranque de la crucial escena en la que narra su violación.

Eduardo Vasco, responsable del espectáculo, ha puesto por encima de todo el texto, convencido del valor y enorme poder que la palabra tiene en esta obra. La cuidada elección del elenco lo prueba, pues el trabajo de los actores es casi su única apoyatura. Todo lo demás está a su servicio, procurando que nada desvíe la atención del público. En consonancia con ello, la escenografía de Carolina González es escueta. Los sobrios lienzos que sirven de fondo a la acción, no reproducen los lugares en los que ésta tiene lugar, ni visten apenas el desnudo escenario, que se convierte así en el exclusivo territorio de los actores.

Título: El alcalde de Zalamea

Autor: Calderón de la Barca

Versión: Eduardo Vasco

Escenografía: Carolina González

Iluminación: Miguel Ángel Camacho

Espacio Sonoro: Eduardo Vasco

Música: Tombeau y Sarabanda de Mr. De Sainte Colombe le fils

Canciones: Alba Fresno/ Eduardo Aguirre/ Eduardo Vasco

Viola de Gamba: Alba Fresno

Asesor de Verso: Vicente Fuentes

Selección de Vestuario: Lorenzo Caprile

Realización de escenografía: Sfumato, Mambo, Gerriets

Fotos actores y equipo artístico: Albertio Nevado/ Pedro Gato /Chicho

Fotos del montaje: Chicho

Video promocional: Fernando Embid (FGUA)

Diseño gráfico: Antonio Pasagali

Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC)

Ayudante de Dirección: Héctor del Saz

Intérpretes: (Orden de intervención) David Lorente (Rebolledo), Diego Toucedo ( Soldado /Escribano), David Lázaro (Soldado), Pepa Pedroche (La Chispa), Ernesto Arias (Capitán don Álvaro de Ataide), Pedro Almagro (Sargento), Miguel Cubero (Don Mendo), Alejandro Saa (Nuño), Joaquín Notario (Pedro Crespo), David Boceta (Juan, hijo de Pedro Crespo), Eva Rufo (Isabel, hija de Pedro Crespo), Isabel Rodes (Inés), José Luis Santos (Don Lope de Figueroa), Alberto Gómez (Soldado / Rey Felipe II), José Juan Rodríguez (Soldado/ Labrador), Eduardo Aguirre de Cárcer (Percusión/ Villano/ Soldado), Alba Fresno (Viola de gamba)            

Dirección: Eduardo Vasco

Duración: 1 H. 55m.

Estreno en Madrid: Teatro Pavón (CNTC), 30 – IX -2010.

 
  DAVID BOCETA, JOAQUÍN NOTARIO
FOTO: CHICHO
 
  PEPA PEDROCHE, DAVID LÁZARO
FOTO: CHICHO
 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

 

 

 

 


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