Faust-Bal. Crítica Imprimir
Escrito por José Ramón Díaz Sande   
Martes, 09 de Febrero de 2010 08:05
FAUST-BAL
TENGO LA SOSPECHA DE QUE FONT
HA REALIZADO UN ARRABAL PARA MENORES

[2009-03-10]

Ha sido inevitable que viniera a mi mente, como primer fogonazo, al concluir el Faust-bal de Fernando Arrabal la inflamada arenga de la Pilar en la zarzuela de M. Fernández Caballero Gigantes y Cabezudos.


FAUST-BAL
TENGO LA SOSPECHA DE QUE FONT
HA REALIZADO UN ARRABAL PARA MENORES

Título: Faust-bal (Ópera en dos partes)
Libreto: Fernando Arrabal.
Música: Leonardo Balada
Escenografía y figurines: Joan Guillén
Coreografía: Xevi Dorca
Iluminación: Albert Faura
Realización escenografía: Spazio Scenico
Vestuario y calzado: Comediants S.A.
Utilería, pelucas y caracterización:
Teatro Real
Dirección del coro: Peter Burian
Dirección del coro de niños:
Félix Redondo Martín-Moreno
Asistente del director musical: Eun Sun Kim
Asistente del director de escena: Joan Antón Rechi
Asistente de escenógrafo: Isabel Franco
Asistente del figurinista: Priscila Roca
Asistente del director del coro: Enrique Rueda
Maestros repetidores:
P
atricia Barton, Riccardo Bini, Mack Sawyer
Figuración y bailarines: Javier alemán, Pedro Aunión, Sandra Cardozo, Alfonso Cayetano, Mirko Corchia, Federico Corrales, Carmen Fuentes, Toni García, María Giménez, Dázil González, maría González, Alejandro G. Iragüen, Uriel Lakshmi, Jonatan de Luis Mazagatos, Gustavo Martín, Sara Mogarra, Melania Olcina, Ana Paredes, Lucía Pérez, Daniel Pinelo, Manuel Rodríguez Rodríguez, Jesús Rubio Gamo, Diana Samper, Quique Sanmartín, Vanesa Tejedor.
Intérpretes:
Ana Ibarra(13, 16, 18, 21, 23)/ María Rodríguez (15, 17, 20, 22) (Faust-bal), Cecilia Díaz (Amazona), Gerhard Siegel (13, 16, 18, 21, 23)/ Eduardo Santamaría (15, 17, 20, 22) (Margarito), Tomas Tomasson (13, 16, 18, 21, 23)/Lauri Vasar (15, 17, 20, 22) (Mefistófeles), Stefano Palatchi (Dios), Fernando Latorre (Un juez)
Coro de niños de la Comunidad de Madrid
Coro y Orquesta Titular del Teatro Real

Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid
Dirección musical: Jesús López Cobos
Dirección de escena: Joan Font (Comediants)
Duración aproximada: Acto I y II, 1 hora y 35 minutos.
Nueva producción del Teatro Real
Estreno en Madrid: (Estreno absoluto)
Teatro Real, 13 – II - 2009







FOTOS: JAVIER DEL REAL

Ha sido inevitable que viniera a mi mente, como primer fogonazo, al concluir el Faust-bal de Fernando Arrabal la inflamada arenga de la Pilar en la zarzuela de M. Fernández Caballero Gigantes y Cabezudos:
 

PILAR, VENDEDORAS, MUNICIPALES;
después TIMOTEO

PILAR No nos asusta /
nada en la tierra
Guerra les gusta/
pues haya guerra.
Los hombres todos/
son muy bribones.
¡Ea! a ponerse/
los pantalones.
Dinero quieren;
/pues ni una perra
Guerra les gusta/
pues guerra.
TODAS ¡Guerra!
PILAR Si las mujeres mandaran
en vez de mandar los hombres,
serían balsas de aceite,
los pueblos y las naciones.

No habría nunca/
guerras odiosas
que a concluir esas guerras irían
madres y esposas
Y aun siendo muchos/y muy valientes,
en un día acababan con ellos
con uñas y dientes.






GIGANTES Y CABEZUDOS
(VERSIÓN DE TELEVISIÓN ESPAÑOLA)

El recuerdo se debe a que uno de los temas de la ópera de Arrabal – no el único - es su confianza en el elemento femenino, donde, parece, podría estar la salvación del mundo. El personaje Faust-bal es una dulce y sensible mujer y el grupo de las amazonas están de su lado frente al tiránico Margarito, cuyo ejército muerte está plasmado por Joan Font en esqueletos, reptantes en muchas ocasiones, creadores de la destrucción.

Siguiendo con Gigantes y Cabezudos, la ironía de la romanza de Pilar está en que antes de ese alegato pacifista, ha habido una pelea de las verduleras en el mercado y un ataque a los “chicos” de la municipalidad por aquello de los impuestos. Incluso el coro de las vendedoras del mercado interrumpe con “¡Guerra, guerra!”

Indudablemente Faust-bal de Fernando Arrabal va mucho más allá de Gigantes y Cabezudos y podría ser ofensivo pensar que insinúo una equidad. Demos al César lo que es del César, pero mis preverbales me llevaron a tales recuerdos.

Faust-bal contempla, en la lejanía, el Fausto de Goethe. Lo de Faust parece estar claro: tiene que ver con Fausto y la supresión de la “o” es porque Arrabal trastoca los sexos: Faust es una supermujer. En cuanto a bal, parece ser que no es sino dejar para el recuerdo al autor – Arra - bal - y al compositor – Bal - ada. En el fondo es un juego de palabras y el nombre total de esa supermujer es: Faust-bal, al cual otras grafías suprimen el guión: Faustbal. Sirva esto de curiosidad si es que es cierto.

Fernando Arrabal da la vuelta al mito. Estamos acostumbrados a tener a Fausto como el anciano decrépito que vende su alma a Mefistófeles (el diablo) para obtener la juventud y posteriormente seduce a la ingenua y bondadosa Margarita.  Fausto es Faust-bal, y Margarita es Margarito. Dios y Mefistófeles se mantienen en su sexo – no sabemos cual es -, pero el compositor Leonardo Balada los ha concebido como bajo-profundo para Dios y como bajo-barítono para Mefistófeles. De todos modos, al final, ante la hecatombe mundial Dios se define:

DIOS:
Desdichada creación par Guerreros
Desdichado mundo para inmundos
Desdichado globalizado globo,
Desdichado el universo masculino
Que oídos tiene para no oír,
Que ojos tiene para no ver,
Que creé como primer ser del cosmos
A mi imagen y semejanza
Porque mujer soy,
Como Faust-bal.


STEFANO PALATCHI
FOTO: JAVIER DEL REAL



FAUSTO Y MARGARITA
En ese trastocar los sexos incluye también las bondades y maldades. Aquí Faust-bal es la buena de la película, una supermujer en busca de la utopía y Margarito el malo, malísimo con muchos tics hitlerianos. En este nuevo atornillar el mito, parece como si Arrabal indagase más en el sentido original de lo que supone el mito de Fausto y propusiera una relectura. Fausto, en su nueva vida sazonada por Mefistófeles, es la superhumanidad que puede llevar, en teoría, el mundo al bienestar. Es la evolución del cerebro humano Thelliardiano. No hay por qué incriminarlo por querer ser más bello y más inteligente. En cambio, Margarita está anclada en la tradición y, por lo tanto incapaz, de hacer avanzar el mundo. Fausto es lo bueno y Margarita es lo malo, parece insinuar Arrabal.

Arrabal sigue atornillando y, contemplando el curso de la historia, dominada por el hombre y llevada al caos por su innata agresividad bélica, por lo tano no es posible que Fausto – el bien futuro de la humanidad – sea un hombre. Todas las oportunidades que se le han dado para regir a la humanidad han sido desastrosas. Tiene que ser una mujer, ya que es la que da la vida y cuida de esa vida. Así que la utopía de un bondadoso y apetecible mundo podría alcanzarse si la guía una Faust-bal, una supermujer a la que ayudan otras del mismo sexo: las amazonas, otro de los mitos femeninos. Las amazonas aparecen como mujeres guerreras que se bastan así mismas y que aúnan la sensibilidad femenina y la posibilidad bélica para defenderse del malvado hombre. Instaurado este mundo femenino, no es necesaria la colaboración del hombre para engendrar vida. Para eso está la clonación.

ANA IBARRA
GERHARD SIEGEL
FOTO: JAVIER DEL REAL

Queda así pues establecido que el Bien es mujer y el Mal es hombre. Son los dos litigantes del mundo y tras ellos Dios y Mefistófeles. El primero ausente en su torre dorada, donde lee el periódico o se sirve una copa de vino. El segundo deambulando por el mundo y seduciendo, como al bíblico paciente Job, a Faust-bal. En esta concepción – no sé si Arrabal se inspiró en ello – hay bastante del libro de Job. Dios permite al diablo que destroce a Job. Así como también en la seducción de Mesfistófeles a Faust-bal - a través de Margarito -, resuenan los ecos de las Tentaciones de Cristo.

Estas líneas generales se van ramificando en una descripción de nuestro mundo actual, con una presencia muy fuerte de la guerra y la muerte; de los nuevos descubrimientos – con sus pros y sus contras -; de sus traiciones e injustos juicios, y de un mundo corrompido en todos los órdenes, cuyo elemento simbólico es la violación sexual como presencia de poder o de conseguir por la fuerza lo que no se le concede. Es muy expresiva la amenaza de Margarito cuando Faust-bal le planta cara al final:

Margarito:
Tengo que entrar a saco en tus entrañas
Tengo que empotrarme en tus misterios
Tengo que penetrarte en tus orgasmos
Tengo que vencerte como un jefe
Tengo que gozarte como un gallo
Tengo que violarte como un hombre

(y la viola, espatarrada gracias al concurso de sus soldados. A punto de morir Faust-bal canta)

Faust-bal:
Prefiero ser piedra que sentirte
Prefiero estar seca que mojarte
Prefiero estar muerta que vivirte
Prefiero morir a que me violes

(En efecto, Maragarito la ha violado. Un corro de sangre emerge. Los guerreros aplauden)

Ante toda esta hecatombe Dios parece estar ausente, allá en sus alturas. Es la queja frecuente de la humanidad que no ve plasmada en su quehacer diario la promesa de Cristo: ”Yo estaré con vosotros hasta el final de los siglos”.  Queja perenne que el existencialismo vivenció profundamente tras la locura de la Segunda Guerra Mundial. Parece como si Fernando Arrabal se volviera a una situación parecida, ante un mundo lleno de otras guerras, de abusos de poder y dinero. Un mundo desgastado y que ha vuelto a violar al ser humano, metafóricamente y físicamente, desde todos los frentes. Es curioso cómo en las invasiones, el atacante no se conforme con quitar la vida física. Antes está la violación y siempre la violación del hombre a la mujer.

Esta visión negativa parece iluminarse con una débil esperanza en las palabras finales de Dios a todos: “…que creé como primer ser del cosmos/ a mi imagen y semejanza/ porque mujer soy, como Faust-bal”. 

El libreto que escribe Arrabal no contiene una historia al uso. Tanto sus textos con procaces expresiones y arriesgadas metáforas, pero muy impactantes y literariamente brillantes, como sus estereotipados personajes apuntan más un estilo simbólico que realista. Recuerda a un fresco medieval acerca del cosmos o a lo que ahora denominamos collage. Y todo ello con un toque surrealista.

A Joan Font del grupo Els Comediants, le ha tocado visualizar este apocalíptico texto, lleno de fuertes sugerencias. Fernando Arrabal en su libreto ya apunta modos de abordarla, pero con cierto toque realista. Joan Font ha optado por otro camino, siguiendo una línea más simbólica, recuperando las antiguas artes escénicas de las Danzas de la muerte y llenándola de cierto humor ingenuo como podrían ser las ilustraciones de las miniaturas de los medievales Códices Manuscritos.

Es brillante toda la representación e inteligible. Para plasmar el cosmos: cielo, tierra e infierno sigue el esquema medieval de las tres alturas. Recurre a un tipo de arquitectura como la podemos ver en muchos cuadros renacentistas: templete, escalinatas, barandillas… y sobre el pasamanos, las diferentes ciudades del mundo, que sugieren un zigurat o la castigada torre de Babel.

En cuanto a los personajes sigue el mismo esquema medieval: Mefistófeles con alas negras y cuernos rojos, un Dios barbudo en blanco pero en traje de chaqueta diseñado según el tradicional triángulo de le Trinidad, y los agresivos guerreros de Margarito transformados en reptantes esqueletos con la posibilidad de filtrarse a través de las paredes. En ellos queda plasmada perfectamente esa invasión del mal, que como lava se desliza por todo el espacio.

Hay también una acertada traslación simbólica del concepto de “violación”. Mientras Arrabal apunta un realismo: y la viola, espatarrada gracias al concurso de sus soldados”, Joan Font crea un ingenioso combate en el que Margarito sube a un toro – muy imaginativa la construcción del toro en escena – y ataca con su pene transformado en una enorme lanza capaz de eyacular, según los cánones divugativos freudianos de que toda daga o similar no es sino un pene agresivo y violador. Este saber encontrar la imagen simbólica adecuada es uno de los grandes hallazgos a lo largo de toda la representación.
LUCHA FINAL (BOCETO)
JOAN GUILLÉN

La puesta en escena es de tal modo visual y posee imágenes tan elocuentes que, incluso aunque no se lea, en los sobretítulos, el texto cantado – no siempre comprensible a pesar de ser en castellano – puede seguirse la acción y las diversas emociones que produce. Claro que esto plantea una pregunta ¿para qué el texto?


TÓMAS TÓMASSON
FOTO: JAVIER DEL REAL
Si es cierto que de la sola representación no le sacamos toda la sustancia al texto literario – lo cual acaece con frecuencia en la lírica y por ello es ingrata para con los libretistas -, la música del compositor barcelonés Leonardo Balada posee un gran protagonismo y deslumbra desde el comienzo con el efectismo acorde que levanta el telón. Lo más sorprendente es que no hay concesiones a la floritura ni al exhibicionismo. Funciona con una gran economía narrativa al modo de una banda sonora como dueña del espectáculo y al servicio del mismo. Dentro de lo que se llama ópera moderna, es asequible para oídos más tradicionales. El secreto parece estar, según declaraciones del propio Balada, en el respeto que ha tenido para con las partes vocales de los solistas, acercando la partitura a su tesitura y a la configuración de su personaje. Hay distintos estilos, pero manipulados según la ocasión. No obstante, consigue un todo unitario de modo que no notamos la costura entre unos y otros. Brillantes las partes orquestales que Font sabe visualizar narrativa y coralmente bien. A lo largo de toda la partitura fluye un cierto sentido del humor, que palia el tremendismo del argumento y contagia a la puesta en escena.

Una presencia importante son los coros de adultos y de niños, bien empastados en todo el conjunto y precisos. La orquesta bajo Jesús López Cobos muestra seguridad y contundencia, en una partitura que no parece sea fácil, aunque el oído la capte fluida y sencilla.

A destacar en los cantantes – Ana Ibarra (Faust-bal), Cecilia Díaz (Amazona), Gerhard Siegel (Margarito), Tómas Tómasson (Mefistófeles) y Stefano Palatchi (Dios) – una buena capacidad interpretativa, tanto a nivel de construcción del personaje como de su interpretación canora.

En Faust-bal se percibe un trabajo unitario entre director de escena y compositor, a partir del texto de Fernando Arrabal que, según testimonios, se mostró generoso en el momento de aceptar sugerencias o cambios.

Dicho todo esto, en el tintero se me queda una pregunta. Lo que Fernando Arrabal nos presenta literariamente es tremendo y rozando el nihilismo. Joan Font y su grupo – él siempre habla de equipo como últimos responsables para bien o para mal - ha recurrido, preferentemente al humor y a la ingenuidad medievalista. Es brillante y despliega todo su saber teatral. Todo encaja a la perfección y la imaginación para él no tiene límites sorprendiéndonos y procurando que el interés nunca decaiga. No obstante tal amenazante tragedia apocalíptica ¿no queda minimizada con ese humor y esa ingenuidad visual? Tengo la sospecha de que Font ha realizado un Arrabal para menores.


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


FOTO:
BOGUSŁAW TRZECIAK

Teatro Real
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Sol, líneas 1, 2 y 3
Autobuses: Líneas 3, 25 y 39
Parking: Plaza de Oriente
Cuesta y Plaza de Santo Domingo
Plaza mayor
www.teatro-real.com

 

Última actualización el Sábado, 15 de Mayo de 2010 16:46