José K. torturado.Un monstruo con razones Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 11 de Marzo de 2019 18:31

JOSE K, TORTURADO
UN MONSTRUO CARGADO DE RAZONES

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 IVÁN HERMES
FOTO: JORDI PLA / CARLES MARTÍN

José K, torturado se encuadra en la línea sobre la ética y la responsabilidad ciudadana. El texto es fruto del periodista Javier Ortiz, que ha contado con la puesta en escena de Carles Alfaro e interpretado por Iván Hermes.

Un país indeterminado.  La policía ha detenido a un terrorista: Alias ​​José K.

José K no tiene ningún inconveniente en reconocer que odia a la Humanidad en pleno. Reconoce también que acaba de colocar una bomba de gran potencia en una plaza donde se está celebrando una concentración multitudinaria, un mitin político donde participara el presidente en tan solo media hora; pero se niega a decir en qué lugar concreto la ha puesto y a qué hora ha fijado el mecanismo de relojería que detonará el artefacto.

Hay que tomar una decisión pues el tiempo corre: ¿Se desaloja la plaza? No se sabe si habría tiempo y el pánico podría provocar una avalancha que acabaría por causar más víctimas que la propia bomba.
Ante este dilema ¿no está la tortura más que justificada para evitar la masacre?

En José K, torturado el dilema de si es lícito la tortura ante un bien común se le plantea a la parte "bienpensante". No se nos oculta que la tortura también existe por parte de grupos terroristas cuando cogen prisioneros a periodistas u otro tipo de  personalidades, y el interrogante es si tales grupos se plantean la licitud o no de la tortura. A este respecto Carles Alfaro recuerda que en este texto

el torturado le habla al torturador. Le plantea: "¿Tú te crees superior a mí?" e intenta desnudar con una coartada del Estado de Derecho "qué Ley te permite hacer lo que estás haciendo conmigo". Creo que no, apela, pues, al terrorismo de Estado. Decir esto un terrorista me parece interesante. Él confiesa claramente:

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  IVÁN HERMES
FOTO: JORDI PLA / CARLES MARTÍN

"Maldita la humanidad. Maldita y mil veces maldita porque  es capaz de lo mejor, pero también de lo peor, porque ha creado los monstruos como tú y como inevitable reacción a monstruos como yo".

Entonces en todo momento hay una conciencia de ser un monstruo - precisa Iván Hermes - cargado de razones pero un monstruo. Es lo que inquieta del texto. No es alguien que echa balones fuera. "¡Ay!, pobrecito de mí, qué injusticias hay en el mundo". Él  es el primero que ha decidido coger la lucha armada y es conscientes  de que estoy haciendo daños colaterales, que estoy haciendo sufrir, pero esa persona no ha visto qué salida a la tremenda violencia que  ejerce el sistema actual de manera muy sutiles muchas veces. Hay una conciencia del personaje que está haciendo atrocidades, pero también hace de espejo de las atrocidades que el propio sistema ejerce desde las democracias, desde los estados de derecho. El ciudadano de a pie recibe muchos estímulos de violencia diariamente, desde subidas de la luz. Por eso hay un punto en que puedo entender al personaje, porque tiene muchas opciones para optar por la violencia. Es un monstruo cargado de razones.    

Iván recuerda otra frase de José K.:

"Una vez que entiendes cómo son las cosas y por qué son así, y por culpa de quién son así, tienes dos opciones: o te resignas, o te enfrentas. O la mediocridad o la lucha". Entonces esta sociedad en laque sólo salen a la calle los jubilados porque tienen un pasado y una memoria histórica que los jóvenes ya no tenemos, pues es para  plantearse porque hay mil razones para  salir a la calle y o al menos movilizarnos tenemos todos los días.

Hay tantas cosas que uno escucha en el texto, que no está de acuerdo… - precisa Carles. ¿Es una guerra o no es una guerra? Y si es una guerra, hay que hacerlo bien. ¿Qué es hacerlo bien? Cuantos más mates, mejor. El tema es ese. ¿Estamos en una guerra o no estamos en una guerra? El que se plantea la lucha armada, se lo plantea así. Hay que entender desde que lugar se hacen las preguntas y cómo las intenta resolver.  El viaje interesante  es que él llega a conclusiones finales y son demoledoras en el sentido de que  él es consciente del absurdo de su vida. Llega un momento en que plantea: Te estás preguntando por qué hago lo que hago. Si no creo en las ideas y ya he hecho un tránsito en ese sentido, ¿por qué sigo haciendo lo que estoy haciendo? ¿Por qué sigo poniendo bombas? La única explicación es tan sencilla como:

"Para impediros vivir en paz. No soporto vuestra paz, vuestra tranquilidad de mierda. Pongo bombas y mato para vengar a los millones de víctimas de vuestro terror encubierto. Provoco lo malo para evitar lo peor: que os salgáis inevitablemente  con la vuestra".

Odio, no hay otra  cosa, y él lo sabe. Y sabe que eso no es admisible, pero el odio no lo puedes accionar a tu voluntad. Entonces creo que es algo clave cuando alguien hace ese paso, evidentemente hay algo que es el odio, y el odio, al final, es el odio porque me habéis obligado a vivir la vida que he vivido y las  decisiones que he tomado. Por tanto os odio por mi odio y le da una enorme importancia a su asco. Un asco a sí mismo. Entonces o entramos ahí o no vamos a entender lo que ha y detrás de una serie de personas que actúan como actúan, pro tenemos que entender que no están locos y ya está. Es como Hitler, qué fácil hubiera sido un loco y ya está. Hubieran sido locos tantos millones que hubo detrás. El problema es que no era un loco.  En estas cosas tenemos mucho pavor, y creo que no digo hablar gratuitamente de ello, pero no podemos alzar la alfombra, meter la mierda abajo. Ya no se ve, y luego decir que somos demócratas, y decir que estamos contra la tortura. Y menos desde el Estado. No podemos admitir eso.       

 

 

EL TEATRO ¿LUGAR POLÍTICO?

 

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RESCOLDOS DE PAZ Y VIOLENCIA PROYCTO 43-2
FOTO:  ALBA MUÑOZ

 

Jose K. torturado es una ficción a partirde unas experiencias de Javier  Ortiz. A este espectáculo le sigue la trilogía Rescoldos de paz y violencia sobre la historia reciente del país vasco, cuya violencia generó una serie de conflictos. Está en la línea de Teatro Documento en el que se pueden oír testimonios reales de las personas en conflicto. En estos últimos años estos formatos han subido al escenario y para Carles Alfaro son necesarios porque

estamos en una época en que parece ser que hay muchas más cosas políticamente incorrectas que en un pasado reciente. Hace unos 15 años había muy pocas cosas que fuesen políticamente incorrectas. Me parece que el teatro es un lugar par, justamente, hablar de todo. Es verdad que debido a cierta deformación profesional, ciertos materiales encima de un escenario pueden crear ciertas trampas fáciles. Por ejemplo hablar del drama humano de un terrorista puede parecer que "esto es el colmo". Esa es una de las trampas posibles. Uno tiene que tener mucho cuidado, porque cuando yo leí los manuscritos de Javier Ortiz y fui yendo hacia el primero, me quedé muy impactado porque me dije:"este señor no sé hasta donde llegó, pero sabía de lo que hablaba".  Se llegaba a una almendra interior del conflicto que no era fácil crearlo desde la ficción y más cuando sabes que es un periodista y no un dramaturgo. Un periodista actúa sobre  bases reales y la imaginación no es su fuente de inspiración. Por lo tanto creo que el teatro es el lugar para lo político, pero hay que tener un extremo cuidado y respeto porque el escenario amplifica todo, y más cuando hay un actor por medio y todos los que nos dedicamos a esto, pues es un poco la autocontemplación burguesa del gran drama de uno. Cuando un personaje en un escenario está diciendo "¡Cuánto sufro!", porque el actor como acto reflejo es defender su personaje. A los personajes no hay que defenderlos. Hay que dejarlos que se expresen. Creo que este es un trabajo dialéctico y había que luchar con la alarma primera que es la dialéctica. También sabíamos que eso es lo que iba a tener interés encima del escenario. Para mí no tiene ningún interés si sufre o no sufre mucho; si la tortura es agradable o no, lógicamente es desagradable. Eso se da por sentado. Lo interesante es que hasta qué punto detrás de  las acciones tan violentas como puede ser esta, se esconden causas, a veces, muy pequeñas y propias de cualquier ser humano. No somos muy diferentes. Como pensamiento, ceo que todos hemos tenido pensamientos que no están muy lejanos. Hay una frontera que la pasas o no la pasas. Ese es el quid de la cuestión. Este hombre la pasa, siendo consciente de todo lo que nosotros nos planteamos también. El teatro es un lugar adecuado porque el arte de la interpretación es un arte generoso, muy tolerante, pues un actor no hace otra cosa que interpretar personajes, estudiarlos,  ver el perfil, a partir de su contrarréplica acciones-reacciones, circunstancia del personaje…Todo es ponerse en el lugar del otro. No hay actividad más proclive a la tolerancia que ese ejercicio deponerse en el lugar del otro y que  es lo que más adolecemos hoy en día. El pactar, simplemente dialogar parece que sea, de alguna manera, un reflejo de debilidad, cuando es un reflejo de sabiduría y de autoridad en el buen sentido. La persona que es autoritaria es porque no tiene autoridad. La persona que tiene autoridad no necesita ser  autoritaria.      

Más información
     José K. torturado. Alfaro-Hermes

José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Viernes, 04 de Octubre de 2019 09:42