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Tartufo, el impostor. Entrevista PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Martes, 22 de Noviembre de 2016 12:50

TARTUFO, EL IMPOSTOR
FARISEISMO INSTITUCIONAL

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 FOTO: www.madridteatro.net

El Tartufo de Molière acude con frecuencia los escenarios, aprovechando, a veces, ciertas coyunturas político sociales como fue el caso de Marsillach en los años franquistas. Hasta el momento, en España, Tartufo era un clásico, y Marsillach le devolvió su actualidad. El público se regocijaba con alusiones, más que directas, al poder imperante de la época. Aunque en un principio el más descarado ataque fue contra los falsos devotos y aquellos hombres espirituales - religiosos o laicos - que so capa de espiritualidad caritativa, se apoderaban de herencias, el texto resultó ser suficientemente rico como para poderlo aplicar a otros colectivos.

NECESITÁBAMOS HABLAR
DE UNA MANERA DE MOVERSE
EN NUESTRA SOCIEDAD

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  JOSÉ GÓMEZ-FRIHA
FOTO: www.madridteatro.net

Venezia Teatro, siguiendo sus criterios estéticos y  bajo la dirección de José Gómez-Friha ha retomado el texto y le ha plasmado su firma, vuelve una vez más al Teatro Fernán Gómez. Lo hizo con La hostería de la posta (2012) y La isla de los esclavos (2013). Éste es su cuarto espectáculo. Elegir Tartufo, el Impostor ha sido, en primer lugar

  • porque queríamos seguir con la línea clásica, que veníamos siguiendo con Los desvaríos del verano (CLIKEAR), La isla de los esclavos (CLIKEAR) y La hostería de la posta (CLIKEAR). Elegimos Tartufo porque era un texto que necesitábamos contar a día de hoy y necesitábamos hablar de una manera de moverse en nuestra sociedad: de cómo se consiguen las cosas y cómo las aspiraciones de uno pueden llegar a generar una serie  de  comportamientos para poder alcanzarlas. Este texto del XVII estaba muy dado a que Venezia Teatro pudiese contar una lectura contemporánea con este texto. Es un texto clásico, pero navega entre lo clásico y lo contemporáneo. Se desarrolla como siempre en los montajes de Venezia Teatro, en un espacio vacío y consideramos el trabajo del actor potente y enlazado con la lectura  de la obra, la cual queremos hacerla más comprensible.

HAY ASPECTOS MENORES
EN LA OBRA ORIGINAL
QUE HEMOS POTENCIADO

Quien se ha encargado de la versión es Pedro Víllora, el cual recuerda que Tartufo se ha representado muchas veces y no hace tanto tiempo en este Teatro Fernán Gómez (CLIKEAR). Tal profusión de representaciones tiene una parte buena y otra mala.

  • La mala es que es una obra que todo el mundo conoce, y la buena es que todo el mundo la conoce - declara Pedro.  Afortunadamente todos tenemos una idea sobre Tartufo, que es la que proviene del original del XVII: una obra sobre la impostura religiosa, sobre las apariencias, la hipocresía, las falsas creencias etc… Eso es algo que nosotros podríamos contar hoy, pero, tal vez, no es lo más relevante que hoy podamos encontrar en esta obra, la cual si se ha convertido en un clásico es porque todavía seguimos encontrando cosas absolutamente acuciantes. Hay aspectos menores en la obra original que hemos potenciado en esta versión, tanto José, que también es autor de la versión, como yo, que son la corrupción política, la corrupción económica, incluso los desahucios. Son cosas que en el original aparecen soterrados por debajo de la impostura religiosa y creemos que hoy alcanzan una gran actualidad, sin que por ello se hayan convertido en el centro de la obra.

REDUCIR EL NÚMERO DE PERSONAJES
Y ACCIONES PARA GANAR EN INTENSIDAD

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PEDRO VÍLLORA
FOTO: www.madridteatro.net
 

En la obra original se cuenta con 12 personajes. En esta versión se reducen a 6 que interpretan 7 personajes. Ello se ha debido porque se ha considerado

  • reducir el número de personajes y acciones del original y concentrarlo en menos para ganar en intensidad. También porque algunos de los valores que en el original no estaban demasiado claros ahora alcanzan una gran fuerza. Me refiero a que en el original hay un enfrentamiento entre el  mito y la razón, entre la lógica y la religión representados en el personaje del hermano de Orgón. En el momento en que hacemos que ese personaje desaparezca, sí hemos mantenido mucho de lo que ese personaje significa. Esa intención se la hemos dado a Elmira, y éste personaje femenino ha adquirido una importancia enorme. Ahora mismo tiene un mensaje  feminista, racional y activo que estaba en el original, pero ahora está muchísimo más potenciado. En estas obras del XVII los personajes femeninos son encantadores, agradables, pero dinamizadores de la acción no lo son mucho, ni siquiera en el caso de un autor tan avanzado para su época como Molière. Si mantenemos las obras exactamente como se escribieron, tenemos el peligro de introducir juicios de valor que las destruyen. Conviene que cuando las adaptemos mantengamos el espíritu original, pero manteniendo significados actuales. En ese sentido la fuerza que tiene el personaje femenino es uno de los grandes hallazgos de eta versión que no me corresponde a mí sino a José. Fue él quien me planteó cuál iba a ser la distribución de personajes y creo que es uno de los grandes hallazgos que tiene.

UN LENGUAJE ACTUAL
CON LA ELEGANCIA
DE LOS TIEMPOS PASADOS

La labor más directa de Pedro ha sido el tratamiento del lenguaje.

  • Muchas veces vemos que los clásicos hablan raro, pero al actualizarlos vemos que son tan absolutamente actuales y contemporáneos que olvidamos que son clásicos. Algo que he mantenido, como en otras versiones, es encontrar un lenguaje que tenga la elegancia de los tiempos pasados, pero que sea completamente actual, completamente comprensible para la gene de hoy. No quiero que los espectadores cuando van a un clásico se sientan como si están ante un museo delante de cuadros que, en el fondo, no entienden de qué va. Creo que el teatro es un espectáculo vivo que se hace en presente y que hay que dar una pequeña ayuda al extraordinario trabajo de los actores. Es ahí donde los adaptadores tenemos que encontrar un lenguaje que manteniendo ese eco del original, sin embargo sea perfectamente accesible para el público.

RUBÉN OCHANDIANO
VUELVE AL TEATRO

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RUBÉN OCHANDIANO
FOTO: www.madridtatro.net
 RUBÉN OCHANDIANO
FOTO: www.madridtatro.net
 

Rubén Ochandiano (Madrid, 1980) es ese Tartufo. Ha desarrollado una gran actividad en televisión y cine. Entre los directores de gran relevancia que han optado por él, están Pedro Almodóvar, Steven Soerbergh, Alejandro González, Gabriele Salvatore. Ha trabajado como actor en teatro y como director: La gaviota (A. Chéjov) (2011) (CLIKEAR), Antígona  (CLIKEAR) (Jean Anouill). Vuelve al teatro, pero no deseaba dirigir y actuar al mismo tiempo.

  • He aprendido que es una responsabilidad que me queda un poco grande. Esperaba que llegara el proyecto y el director con los  que me atreviera a trabajar. Sabía de la existencia de Venezia Teatro, pero no había tenido la ocasión de ver su trabajo. Hace unos meses vi Los desvaríos del verano, y me enamoré del trabajo que hacía la compañía. Entre ellos quiero destacara a Don Vicente León, del cual me estoy enamorando porque conocerlo es amarle. 

Rubén destaca que tras esa representación

  • Me sentí muy hermanado con esa manera de entender el teatro, del acompañar a los actores, de cómo vivir la puesta en escena, y le hice saber a José que encantaría trabajar con él. Poco después me habló de este Tartufo. Tengo que decir que yo tenía prejuicios, porque no había visto montajes de Molière que me pusieran en marcha. Me resultaban un poco arqueológicos, con todos los respetos, salvo El Misántropo (CLIKEAR) de Miguel del Arco. Estuve bastante pesado peguntándole a Jóse de cómo sería el trabajo, hasta que vimos que teníamos una mirada común con respecto al personaje y a la puesta en escena. Me pasó la versión de Pedro que es exquisita y deliciosa de decir, y, para mí, en este caso y siempre que me comprometo con un proyecto, además del director, el texto, los compañeros y el personaje, lo que me seduce es cuál es el estado mental del personaje.

LOS PERVERSOS NARCISISTAS
EN EL ESTADO MENTAL DE TARTUFO

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  MARIÁN AGUILERA
FOTO: www.madridteatro.net

Eso fue lo más inspirador para Rubén.

  • Jóse me empujó por ahí y me dejó ir por ahí. Llegó a mis manos, por casualidad, un artículo que hablaba de una patología concreta que son los perversos narcisistas. Se acababa de publicar en España un libro, Los perversos narcisistas, sobre esta patología de Jean Charles Bouchoux, un psiquiatra francés. Lo compré, lo leí. Jóse lo compró y lo leyó y decidimos seguir esa línea para contar el estado mental de este personaje. Para mí y creo que para el resto lo importante no era hacer un cliché hueco, sino entender por qué este personaje lleva a cabo las acciones que lleva. Para mí está siendo de lo más delicioso del proceso.

A tenor de lo dicho por Rubén, Pedro precisa que

  • yo no conocía Los perversos narcisistas cuando hice la versión, y cuando en el proceso de ensayos Jóse me habló de las conversaciones que había tenido con Rubén, me pareció tan absolutamente iluminador, que yo, también, adquirí el libro e hice sutiles cambios en esa línea, porque creo que es importante que los adaptadores y las versiones no sean simplemente trabajos que se hacen antes de la puesta en escena, sino que también escuchen a los actores, a los directores. En ese sentido el trabajo con Jóse y con Rubén ha sido extraordinariamente grato, porque me ha permitido mejorar mi propio trabajo. Algo que no siempre pasa cuando uno trabaja con un director. Muchísimas gracias a Jóse, Rubén y los demás.

EL MONÓLOGO FINAL DE NUEVA FACTURA
PUENTE ENTRE LO QUE NO PUDO
CONTAR MOLIÈRE Y LA CONTEMPORANEIDAD

La adaptación ha supuesto crear diálogos nuevos.

  • Hay incluso - aclara Pedro Víllora - uno completamente nuevo que es el final. Molière tuvo muchas dificultades para estrenar esta obra. Fue prohibida durante más de dos años. Se le permitía hacer algún tipo de representaciones, que, en realidad, eran lecturas dramatizadas en palacios, pero los estrenos oficiales tuvieron muchísimos problemas. Problemas por los aspectos religiosos de la obra y otros por carácter político y social. Se vio obligado hacer en su versión  definitiva algo  que en la primera no había hecho: introducir lo que el clasicismo francés llamaba la justicia distributiva, es decir a cada uno lo suyo. Los buenos serán premiados y los malos serán castigados. Solamente haciendo eso, la censura de la época permitía que pudiese estrenar.  Evidentemente esto no es verdad, esto hoy no ocurre, así que  Jóse y yo tuvimos clarísimo que ese final postizo no estaría. Cuando lo he suprimido he tenido que reescribir completamente el último monólogo de la obra, que dice maravillosamente Rubén. No hay ni una palabra de Molière. Es mío, pero he intentado que ese monólogo fuese un clarísimo puente entre la intención que tenía Molière en su época, que no pudo llevar a cabo y la contemporaneidad. A parte como se ha reconstruido en realidad todos los personajes, sí hay muchísimas  intervenciones mías, pero he intentado que no se notasen. lo que intento es que el espectador que venga a verla, sienta que está ante Molière, no que está ante Pedro Víllora, porque entonces estaría ante una obra mía. Esto sobre todo es un Molière, y todas las novedades que he introducido están al servicio suyo. 

AL TRASTE CON LA JUSTICIA DISTRIBUTIVA

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MARIÁN AGUILERA / IGNACIO JIMÉNEZ / NÜLL GARCÍA 
FOTO: www.madridteatro.net
 

Este sentido de la justicia distributiva sigue hoy presente en el mundo de las series televisivas y cinematográficas, salvo algunos productos más rompedores. Pedro Víllora  corrobora que así es sobre todo en lo que él llama

  • representación institucional, que es aquella presencia del clasicismo dentro de los productos audiovisuales, que, efectivamente, todos nos cuentan la novela dickensiana (Carlos Dickens) de malos y buenos, pero en el producto audiovisual. Lo que pasa es que la vida no es la televisión, no es el cine. La vida es muchísimo más dramática, y, aquí, lo que hemos intentado es hacer una obra en la que el elemento teatral de la obra está presente en la puesta en escena, es decir en ningún se pretende aparentar que es una vida distinta del teatro, pero las referencias de la vida real  se introducen en ese sentido: si la vida real termina mal ¿por qué tenemos que hacer que esta obra termine bien en el sentido del orden burgués imperando sobre las cosas? De lo que estoy hablando es del final del texto. Cuando termina el texto Jóse y los actores tienen una genialidad que, a mí, no se me había ocurrido y no puedo contar. El final es muy agridulce, es decir agrio pero también dulce,  por oposición al falso final feliz que la censura le había obligado  poner a Molière.                      

En esta ocasión como en otras Venezia Teatro urga en lo que subyace en las obras y ello puede afectar a los finales. José extrae del recuerdo La hostería de la posta.

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      ESTHER ISLA
    FOTO: www.madridteatro.net
    ¿De verdad esta mujer que ha estado luchando por casarse a la persona a la que ella quiere, después de verse insultada, se va a casar con esa persona?. Entonces entendemos que los textos clásicos son grandes construcciones dramáticas, donde la acción es limpia, efectiva y los personajes, a mi modo de ver, de pensamiento realista, aunque el realismo no se hubiera desarrollado en esa época. Cuando leo el
    Tartufo por primera vez, no puedo entender este final porque  no puedo entender que esto pasa en derredor nuestro. Tengo la sensación de que el texto clásico estaba obligado a un final conformista por equis razones que a día de hoy no se deben permitir. Eso finales felices, los "Happy end", no nos ayudan, ni cinematográficamente, ni teatralmente a los espectadores par poder reflexionar como sociedad, sino que nos adormecen. Prefiero que la gente salga discutiendo, que no se peguen, del teatro y propongan su punto de vista o peguntas, antes que el espectador diga "qué bonito y qué tranquilo estoy porque el malo está en la cárcel". La realidad la leemos y vemos en los periódicos y ahí queda todo, pero no en el de las representaciones escénicas. Juan Mayorga, hace unos días, me dijo: "El teatro es el lugar donde hay que exponerse uno mismo, pero también exponer la realidad  que hay". El final del Tartufo del XVII, no es la realidad de hoy en día. Queremos acercarnos un poco a la realidad de hoy en día.  
  • El otro día leía una entrevista a Rodrigo Sorogoyen, el director de la película Que Dios nos perdone- añade Rubén -, que decía: "Estamos rodeados y vemos constantemente tantos delincuentes que  tenemos el compromiso de ponerlos en la pantalla". Pues en el escenario también.

LO SOCIAL, LO INSTITUCIONAL,
LO POLÍTICO Y LO ECONÓMICO RELUCEN

Tartufo es un texto en el que cada tinta se ha volcado según la coyuntural cultural: la denuncia de lo falsamente religioso; el poder de un grupo frente a otro o frente a  los ciudadanos. En esta ocasión la denuncia es algo más amplia que alcanza el nivel institucional de una sociedad

  • Hay una parte importante en ese sentido. Aquí tenemos incluso la corrupción de unos papeles prohibidos que no debe tener. Se puede entender rápidamente que es Bárcenas y que podría estar en esta obra. Planteamos cómo podemos desahuciar a una familia de su casa, simplemente porque ha firmado una hipoteca o un crédito excesivo, en este caso ha sido una firma con Tartufo, pero hoy vemos que cualquier Banco lo hace. Hemos encontrado elementos que son completamente modernos y que están en la obra. Ya no tiene que ver con el hecho religioso. Si en el siglo XVII Molière tuvo problemas por la parte religiosa, eso lo que estaba escondiendo eran los problemas políticos y morales. Esta obra planeaba distintas maneras de acceder al poder, pero desde una perspectiva cómica, pues no deja de ser una comedia. Desde el momento en que no incidimos tanto en lo religioso, que existe pero no es prioritario, lo social, lo institucional, lo político y lo económico relucen. Todo esto se transmite con humor de reírse.
  • También de ira, dolor y un poco de podredumbre - añade Rubén.      
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MARIÁN AGUILERA / RUBÉN OCHANDIANO
FOTO: www.madridteatro.net

UN DESAPARECIDO SUELO AZUL

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  NÜLL GARCÍA
FOTO: www.madridteatro.net

Uno de los elementos del espacio que aparece en los apuntes escenográficos es la alusión a un "suelo azul sobre el cual los actores podrán desarrollar sus interpretaciones. Sobre este suelo una gota roja que va extendiéndose a lo largo de las funciones". Tal suelo azul no lo es. No obstante José aclara que

  • hay un código muy importante en la obra entre el azul y el rojo. En Venezia Teatro siempre trabajamos desde diseños iniciales desde el vestuario a la escenografía. Cuando empezamos a trabajar con los actores todo eso se va modificando. Consideramos que el texto, la interpretación, el vestuario, la escenografía no puede ser fija, desde un inicio. (sonriendo) A saber lo que escribí yo en l primer dossier y que luego cambias. Al final, decidimos que el espacio más idóneo para la Sala 2 (Sala de Jardiel Poncela) del Fernán Gómez, era mezclar esa idea de un suelo que se va extendiendo al igual que Tartufo se va extendiendo por la filia de los Vernet. El quitarle el color al suelo era no presentar un colorido perfecto por todos los lados. Ya el vestuario tenía un color bastante imponente y de ahí el cambio del color del suelo a un tipo marfilado. Aún así el suelo va a ir mutando a lo largo de las funciones. No será el mismo el del día del estreno  que el de la función 320. Será el personaje de Tartufo el que vaya modificando poco a poco la escenografía no sólo durante la función sino a lo largo de las funciones.

HISTORIA EN AZUL Y ROJO

El azul y rojo, según Pedro Víllora no es casual

  • Acabamos de ver la contienda del azul y rojo en las elecciones americanas, pues aquí también
  • Decidí cambiar un poco los colores asociados al cielo y al infierno - añade José. El rojo se lo adjudiqué a todos los personajes que tenían la mentalidad protartufo con Tartufo a la cabeza y luego Orgón que es engañado y la madre de Orgón que es la que se va de la casa porque no aguanta más, y el azul que es el color del cielo adjudicárselo a los personajes que, independientemente de su religión, son los que radiografían la personalidad de Tartufo y luchan contra ella. Entonces con esa inversión lo que quería era, primero separar visualmente qué personaje luchan contra qué personajes, porque la obra es una lucha de una familia para recuperar lo qu es suyo, y también es una lucha de una persona para sobrevivir. Esto último es lo que hemos intentado no olvidar. Sin ofender, no queríamos un Tartufo Torrente - alusión a las películas Torrente de Santiago Segura -, porque se define así en el primer acto. Cuando se ve al principio tienes en tu cabeza a Torrente, un ser desagradable como personaje. No digo nada de Santiago Segura. Más bien Tartufo es un seductor por palabra, y por tanto tenía que ser un seductor por movimiento y  por mirada. Eso es lo que nos parecía más interesante. Por eso el azul y el rojo está muy presente en la obra. A ver quién gana ¿el azul o el rojo?    

 

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  VICENTE LEÓN ORGÓN MADRE DE ORGÓN
    FOTO: www.madridteatro.net  

 

CUANDO UNO TIENE TANTA CONVICCIÓN
PROVOCA MUCHÍSIMOS MALES

Vicente León interpreta a la madre de Orgón y a Orgón, y tal desdoblamiento lo considera

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      MARIÁN AGUILERA / IGNACIO JIMÉNEZ / NÜLL GARCÍA / VICENTE LEÓN / RUBÉN OCHANDIANO / ESTHER ISLA / JOSÉ GÓMEZ -FRIHA
    FOTO: www. mdaridteatro.net
    un regalo, que puede ser un arma de doble filo, porque puedes fracasar estrepitosamente en eso. En principio es algo muy estimulador que te hace volar mucho. Te da una intensidad muy grande. Te dispone ante una aventura que imaginas muy estupenda. Más allá de lo que la gente opine de lo que pueda haber en mi trabajo respecto a eso, pues yo estoy realmente feliz, y es una de las cosas más bonitas que han pasado en este mundo del teatro. Si alguien ha seguido mi carrera, como actor me conocéis poco. Últimamente estoy trabajando significativamente . Esto es como un paso más adelante, aunque más que un paso es un empujón. Son dos papeles. Esta mujer que se conforma en una sola escena tan potente, intensa y determinante que la define de un golpe y de manera imperiosa. Luego Orgón va circulando por toda la obra y va pasando por muchos paisajes, muchos lugares y muchos estados. Es un personaje muy completo, y esa complejidad le da esa posibilidad de ponerte ante el abismo y ser capaz de sortearlo. Es un personaje maravilloso y de una diversidad enorme, debido a las circunstancias por las que va pasando. También aparentemente de una simplicidad mental, que no la tiene según mi opinión. También el tópico de los Tartufos que se han ido haciendo a lo largo de la historia, ha sido un Orgón un tanto melifluo, un tanto blando. Para nada lo hemos visto así. Orgón tiene mucho carácter y es una persona muy peligrosa, porque cuando uno tiene tanta convicción provoca muchísimos males. La gente más convencida es la menos necesaria, y Orgón es un poco así. Me está gustando mucho estar en eso, y tengo que decir que todos mis compañeros son maravillosos como actores, como personas y que es un equipo perfecto más allá de insuficiente.  

Pedro Víllora añade a la figura de Vicente León que

  • es un hombre enormemente humilde y no ha dicho que ganó el Premio Max honorífico de la crítica por su trabajo como creador y gestor del Ciclo autor de escena Contemporánea. Es una de las grandes personalidades de la gestión teatral en Madrid, y, para nosotros, es un absoluto orgullo que una vez que ha decidido abandonar su tarea de gestor y promotor de la experiencias más importantes del teatro alternativo en los últimos veinte años haya decidido recuperar sus inicios como actor y esté aquí trabajando con nosotros.

Más información
    Tartufo, el impostor. Venezia Teatro
 
   Tartufo, el impostor. Crítica
 
   Tartufo, el impostor. Reestreno

José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

 

 

 

Última actualización el Lunes, 14 de Agosto de 2017 11:22
 
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