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Páncreas - Patxo - Rubio. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 01 de Febrero de 2016 10:50

PÁNCREAS
ENFERMEDAD DE MUERTE

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  FERNANDO GAYO /JOSÉ PEDRO CARRIÓN /ALFONSO LARA
FOTO: SERGIO PARRA

Páncreas no deja ser un título curioso. En principio parece que hay que evitar el que se refiera simplemente al órgano fisiológico que los animales vertebrados  tenemos, aunque se distribuye de modo distinto. Se trata de un órgano clave para  la vida pues se le encomienda segregar las enzimas digestivas que pasan al intestino delgado, y la producción de hormonas como son la insulina, el glucagón, el polipéptido pancreático y la somastotatina que pasan a la sangre. Las enfermedades del páncreas no son frecuentes. Suelen aparecer en la vejez o en el desarrollo del individuo. Bueno, pues este páncreas teatral sí se refiere al órgano fisiológico, que ha aparecido dañado en un individuo adulto. Es necesaria una donación, aunque no es fácil encontrarla. En el mercado no abundan tantos páncreas, y, sobre todo, "fresquitos". Tres amigos están en el ajo, y uno de ellos es el necesitado del tal páncreas, de lo contrario su "vita è finita". Al posible donante no lo tienen muy lejos, pues milita en las filas de los tres: uno de ellos piensa suicidarse dentro de un año por aquello de que la vida no merece la pena, y  ¿por qué no adelantar el suicidio para salvar una vida? Y no les falta razón.

De la historia y su desarrollo no conviene adelantar mucho más porque todo el entramado tiene mucho de intriga, de sorpresa tras sorpresa que nos tiene cogidos durante toda la representación. Sí se puede adelantar que son tres amigos, que se han conocido en una terapia de grupo, en la que no les ha ido muy bien,  y han sintonizado por aquello de afinidades en su postura ante la vida. Entre ellos han encontrado amor, complicidad y cariño. Hay algo más que les une, sin que se lo confiesen mutuamente,  como es el ser duchos en eso de la picardía, con lo cual se vuelve al eterno tema del pícaro de la literatura española.

El texto de Patxo Telleria como historia está muy bien construido en lo que a mantener el interés se refiere. Cada escena nos desvela nuevas historias del pasado de cada uno de ellos, y nos deja en la intriga, de modo que mantiene activo al espectador. No hay tiempo para la pasividad. En esas historias vemos las tragedias y egoísmos del ser humano, el cual mantiene una retranca frente al otro. Un humor, a veces, con pequeñas dosis de lo que se conoce como "negro", permite abordar los temas más serios o dramáticos. Tal humor mantiene continua la sonrisa, y salpica de carcajadas la función, procedente del propio texto así como de una brillante interpretación de Fernando Gayo, Alfonso Lara y José Pedro Carrión, que sustituye a Santiago Ramos - quien la estrenó -, debido a la enfermedad de éste.

A nivel de construcción de los personajes, se bebe bastante del mundo circense en lo referente a los payasos clásicos, sin cargar las tintas y sin que esto se muestre con evidencia. Se percibe la esencia del payaso, y los tres responden bien con la discreción y la evocación más que la mimetización, individualizando cada personaje con su propia psicología. Por parte del autor están bien perfilados y muestran personalidades diferentes y bien definidas cuyo denominador común es la anteriormente citada picardía, cualidad connatural al ser humano que en la época socio-política que nos ha tocado vivir está a la orden del día.

Para contarnos esta anécdota Patxo ha recurrido al verso, en muy diferentes tipos de estrofas: pareados, tercetas, cuartetas, quintetas... Además hay romance, décimas reales, manriqueñas... La rima es generalmente consonante, salvo el romance que como mandan los cánones es asonante. Suena bien, hasta el punto de que, gracias a su decir y a los términos coloquiales de hoy día, la integramos bien y no nos distancia. Po otro lado, al tener toda la representación algo de teatral ya que al principio uno de ellos nos va a contar la historia, la melodía del verso entra con naturalidad.

Juan Carlos Rubio, director que lidia en diversas plazas, ha movido bien la escena sobre un acertado escenario en horizontal y vertical. Aunque estamos en una casa a dos alturas y resquebrajada, con chimenea en desuso, Juan Carlos Rubio ha creado una estética inspirada, sobre todo en el vestuario, en  René Magritte(1898 - 1967, pintor surrealista belga) que pinta  hombres con bombín en un espacio que no se sabe muy bien dónde está. Aquí estamos un poco desconcertados, pero ese espacio escénico de  José Luis Raymond es otro de los aciertos, ya que va cobrando vida y nuevas personalidades a medida que la historia avanza, hasta llegar a la sorpresa final. Posee un gran poder evocador potenciado por la espléndida iluminación de José Manuel Guerra, que consigue de ésta ser un personaje más. No hay que olvidar la música original y el espacio sonoro de Miguel Linares, que cobra protagonismo en diversos momentos.

Un buen espectáculo que encuentra su ritmo y  tiempo adecuado: una hora y diez minutos.

 

Cuando se escribe esta crítica, Páncreas ha terminado su presentación en Madrid, pero le espera una amplia gira que promete ser fructífera de espectadores.

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  ALFONSO LARA / JOSÉ PEDRO CARRIÓN / FERNANDO GAYO
FOTO: SERGIO PARRA

Título:Páncreas
Autor:Patxo Telleria
Escenografía:José Luis Raymond
Vestuario:María Luisa Engel
Iluminación:José Manuel Guerra
Imagen:Malou Bergman
Diseño de sonido:Sandra Vicente
Música original y espacio sonoro:Miguel Linares
Asesor de movimiento corporal:Federico Barrios
Ayudantes de dirección:Chus Martínez / Juanma Casero
Diseño cartel:Isidro Ferrer
Fotos:Sergio Parra
Producción:Centro Dramático Nacional y Concha Busto Producción y Distribución
Intérpretes (por orden alfabético):Fernando Cayo (César), Alfonso Lara (Javilo),  Santiago Ramos (Raúl)
Dirección:Juan Carlos Rubio
Duración:1 hora y 10 minutos (aprox.)
Estreno en Madrid:Teatro Valle Inclán (Sala Francisco Nieva) (CDN), 11- XII 2015

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 


TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
DIRECTOR: ERNESTO CABALLERO
SALA FRANCISCO NIEVA
Aforo: 150
PZ. DE LAVAPIÉS, S/N
28012 – MADRID
TF. 91 310 15 00
METRO: LAVAPIÉS
e-mail: 
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Páncreas no deja ser un título curioso. En principio parece que hay que evitar el que se refiera simplemente al órgano fisiológico que los animales vertebrados  tenemos, aunque se distribuye de modo distinto. Se trata de un órgano clave para  la vida pues se le encomienda segregar las enzimas digestivas que pasan al intestino delgado, y la producción de hormonas como son la insulina, el glucagón, el polipéptido pancreático y la somastotatina que pasan a la sangre. Las enfermedades del páncreas no son frecuentes. Suelen aparecer en la vejez o en el desarrollo del individuo. Bueno, pues este páncreas teatral sí se refiere al órgano fisiológico, que ha aparecido dañado en un individuo adulto. Es necesaria una donación, aunque no es fácil encontrarla. En el mercado no abundan tantos páncreas, y, sobre todo, "fresquitos". Tres amigos están en el ajo, y uno de ellos es el necesitado del tal páncreas, de lo contrario su "vita è finita". Al posible donante no lo tienen muy lejos, pues milita en las filas de los tres: uno de ellos piensa suicidarse dentro de un año por aquello de que la vida no merece la pena, y  ¿por qué no adelantar el suicidio para salvar una vida? Y no les falta razón.

De la historia y su desarrollo no conviene adelantar mucho más porque todo el entramado tiene mucho de intriga, de sorpresa tras sorpresa que nos tiene cogidos durante toda la representación. Sí se puede adelantar que son tres amigos, que se han conocido en una terapia de grupo, en la que no les ha ido muy bien,  y han sintonizado por aquello de afinidades en su postura ante la vida. Entre ellos han encontrado amor, complicidad y cariño. Hay algo más que les une, sin que se lo confiesen mutuamente,  como es el ser duchos en eso de la picardía, con lo cual se vuelve al eterno tema del pícaro de la literatura española.

El texto de Patxo Telleria como historia está muy bien construido en lo que a mantener el interés se refiere. Cada escena nos desvela nuevas historias del pasado de cada uno de ellos, y nos deja en la intriga, de modo que mantiene activo al espectador. No hay tiempo para la pasividad. En esas historias vemos las tragedias y egoísmos del ser humano, el cual mantiene una retranca frente al otro. Un humor, a veces, con pequeñas dosis de lo que se conoce como "negro", permite abordar los temas más serios o dramáticos. Tal humor mantiene continua la sonrisa, y salpica de carcajadas la función, procedente del propio texto así como de una brillante interpretación de Fernando Gayo, Alfonso Lara y José Pedro Carrión, que sustituye a Santiago Ramos - quien la estrenó -, debido a la enfermedad de éste.

A nivel de construcción de los personajes, se bebe bastante del mundo circense en lo referente a los payasos clásicos, sin cargar las tintas y sin que esto se muestre con evidencia. Se percibe la esencia del payaso, y los tres responden bien con la discreción y la evocación más que la mimetización, individualizando cada personaje con su propia psicología. Por parte del autor están bien perfilados y muestran personalidades diferentes y bien definidas cuyo denominador común es la anteriormente citada picardía, cualidad connatural al ser humano que en la época socio-política que nos ha tocado vivir está a la orden del día.

Para contarnos esta anécdota Patxo ha recurrido al verso, en muy diferentes tipos de estrofas: pareados, tercetas, cuartetas, quintetas... Además hay romance, décimas reales, manriqueñas... La rima es generalmente consonante, salvo el romance que como mandan los cánones es asonante. Suena bien, hasta el punto de que, gracias a su decir y a los términos coloquiales de hoy día, la integramos bien y no nos distancia. Po otro lado, al tener toda la representación algo de teatral ya que al principio uno de ellos nos va a contar la historia, la melodía del verso entra con naturalidad.

Juan Carlos Rubio, director que lidia en diversas plazas, ha movido bien la escena sobre un acertado escenario en horizontal y vertical. Aunque estamos en una casa a dos alturas y resquebrajada, con chimenea en desuso, Juan Carlos Rubio ha creado una estética inspirada, sobre todo en el vestuario, en  René Magritte(1898 - 1967, pintor surrealista belga) que pinta  hombres con bombín en un espacio que no se sabe muy bien dónde está. Aquí estamos un poco desconcertados, pero ese espacio escénico de  José Luis Raymond es otro de los aciertos, ya que va cobrando vida y nuevas personalidades a medida que la historia avanza, hasta llegar a la sorpresa final. Posee un gran poder evocador potenciado por la espléndida iluminación de José Manuel Guerra, que consigue de ésta ser un personaje más. No hay que olvidar la música original y el espacio sonoro de Miguel Linares, que cobra protagonismo en diversos momentos.

Un buen espectáculo que encuentra su ritmo y  tiempo adecuado: una hora y diez minutos.

Cuando se escribe esta crítica, Páncreas ha terminado su presentación en Madrid, pero le espera una amplia gira que promete ser fructífera de espectadores.

Última actualización el Lunes, 01 de Febrero de 2016 12:00
 
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