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Bangkok. A. Morcillo. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Domingo, 15 de Noviembre de 2015 17:49

BANGKOK
SOCIEDAD ENFERMA EN EL DIVÁN

   bangkok 5 b
  FERNANDO SANSEGUNDO / DAFNIS BALDUZ
FOTO: DAVID RUANO

Bankgok está muy lejos, pero eso es lo de menos si se pretende llegar desde un aeropuerto cerrado al tráfico aéreo. Como el de Castellón, por poner un ejemplo. Es lo que le sucede a un viajero de respetable edad que llega dispuesto a tomar un vuelo cuyo destino es esa ciudad asiática, para el que ha adquirido el correspondiente billete en una agencia que opera a través de internet. Es un viaje imposible, de lo cual se entera cuando se lo dice el único ser humano con que se topa, un guarda jurado  que vigila la desierta instalación y que, a falta de cometido de mayor enjundia, emplea su tiempo en cuidar de los halcones que mantienen despejado de pájaros el espacio aéreo y de los hurones encargados de que los roedores no destrocen el cableado subterráneo enterrado bajo las pistas. Podríamos considerar surrealista que una situación como ésta pueda darse en la realidad, pero no lo es, si tenemos en cuenta algunos detalles. La acción transcurre en un escenario que se ha hecho habitual en la España de la burbuja inmobiliaria, de los dispendios a costa del erario público, de la corrupción generalizada y de la megalomanía de ciertos políticos. También es creíble que el viajero haya sido víctima de una estafa al adquirir el pasaje. Lo que sucede en los primeros compases es previsible. El guarda desconfía de las intenciones de un individuo que insiste en la validez de su billete y se niega a irse. Hay un tira y afloja no exento de tensión que puede derivar, tanto en una comedia de humor negro, como en un drama con desenlace imprevisible. Pero cuando, a la pregunta del guarda sobre los motivos del viaje a Bangkok, el hombre responde que es un buen sitio para desaparecer físicamente, intuimos que los parámetros en que se inscribe la obra son otros.

Antonio Morcillo ha convertido la sala de embarque del aeropuerto en un imaginario ring, en el que dos hombres libran un singular combate dialéctico con algún que otro forcejeo físico, a varios asaltos. Un combate en el que ninguno desvela su estrategia y cuyo desenlace es incierto. En un rincón está el púgil veterano, con más experiencia que fuerza, el de los golpes precisos. En el contario, el joven, más ambicioso y con más pegada. El control de la pelea va pasando del uno al otro y nadie es capaz de aventurar de qué lado se inclinará la balanza. Es más, uno sospecha que han llegado sonados al combate, que su previo paso por el gimnasio les ha machacado. Son el producto de una sociedad podrida, en la que el juego limpio no tiene cabida. Si alguna noble aspiración había en ellos, la han dejado atrás en aras de la supervivencia.

El viajero sirvió a los causantes del desastre y se benefició de sus métodos. Desde su empleo como activo gestor de equipos operativos hizo suyo el todo vale si produce beneficios, y encuentra argumentos confusos, cuando no obscenos, para explicarlo. El guarda de seguridad pertenece a aquel grupo de personas que hace una década fue bautizada por  una conocida marca de automóviles con el nombre de JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), los cuales, cargados  de títulos universitarios y desbordantes de energía iban a comerse el mundo, pero cuyo sueño se truncó por la crisis económica. Los más afortunados encontraron acomodo en empleos para los que no se necesitan tantas alforjas, aunque no sabemos si el personaje que nos ocupa se ha resignado a su suerte o es un líder antisistema que, desde el anonimato, contribuye a poner patas arriba el orden establecido.

De todos los finales posibles, el más justo es declarar nulo el combate. Los personajes, por decisión de su creador, firman ese resultado, pero lo escenifican a su manera: hechas las paces, el viajero invita al guarda a que embarque con él un avión que por arte de magia se ha posado en la pista. Cuando la aeronave levanta el vuelo rumbo a Bangkok, los espectadores vamos abandonando la sala. Es probable que más de uno lamente no haberles acompañado.

El director de escena, Antonio Morcillo ha sido un eficaz colaborador del autor Antonio Morcillo. Paco Azorín ha recreado la sala de espera del aeropuerto con dos filas de asientos, un panel para la información de los vuelos y los indicadores de las puertas de embarque. En tan sencillo escenario, Morcillo consigue que los dos personajes mantengan una actividad frenética para romper el estatismo de un diálogo bien trabado, en el que está presente el humor incisivo e irónico del absurdo. Sus intérpretes son Dafnis Balduz, un vigilante que es dinamita pura, y Fernando Sansegundo, quien se ha incorporado al reparto para asumir el papel de viajero sin rumbo, tras la muerte de Carlos Álvarez-Novoa. El trabajo de ambos es sobresaliente.

 

  bangkok 6 b 
  DAFNIS BALDUZ / FERNANDO SANSEGUNDO
FOTO: DAVID RUANO 

Título: Bangkok
Texto: Antonio Morcillo López 
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Gimena González Busch
Iluminación: Kiko Planas
Espacio sonoro: Ramón Ciércoles
Caracterización: Toni Santos
Cartel: Isidro Ferrer
Fotos: David Ruano
Vídeo: Paz Producciones
Coproducción: Centro Dramático Nacional, La Villarroel y Grec 2015 Festival de Barcelona
Intérpretes (por orden alfabético): Dafnis Balduz, Fernando Sansegundo
Dirección: Antonio Morcillo López
Duración: 1 hora y 20 min.
Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero (Sala Princesa) (CDN), 30 - IX - 2015

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

 

tmguerrero sala 2 b copia
Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero
Sala princesa
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Metro: Colón, Banco de España, Chueca.
Bus: 5,14,27,37,45,52,150
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Última actualización el Domingo, 15 de Noviembre de 2015 21:09
 
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