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La Bella Durmiente. N. Duato Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Martes, 08 de Septiembre de 2015 08:11

LA BELLA DURMIENTE
BELLEZA PLÁSTICA

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  IANA SALENKO / DINU TAMAZLACARU
FOTO: JAVIER DEL REAL

La bella durmiente de Nacho Duato trasciende el simple fenómeno crítico. Las razones, ya de sobras comentadas, se fundamentan en la ausencia del ballet clásico cuando regentaba la Compañía Nacional de Danza, lo cual justificó por la falta de un presupuesto digno para llevar adelante un clásico. Otra razón es la salida un tanto intempestiva de la Compañía Nacional de Danza, llevándose sus coreografías (CLIKEAR). Con su vuelta se añade un elemento más: la aparente reconciliación con el ballet clásico, y su deseo de retomar el diálogo con la Compañía Nacional de Danza.

Tras su salida de España, le llamó el multimillonario empresario ruso Vladimir Kekhman, director del teatro Mikhailovski,  para la dirección artística del teatro y le propuso - no le impuso, según testimonio de Nacho -  coreografiar una nueva versión de  La Bella Durmiente. Contaba con dinero - la producción que vemos en el Teatro Real tiene un coste de un millón y medio de euros -  y, en el fondo, tal vez ganas de enrolarse en este experimento balletístico, ajeno totalmente a su estilo, si tenemos en cuenta sus palabras "me dije, si no la hago ahora, no la haré nunca".  De todos modos, inició su andadura "con miedo", según su propio testimonio. Miradas de rusos y españoles, podían ser alfileres y Nacho el alfiletero. Los rusos, porque en eso del clásico están muy duchos. Es su patrimonio artístico.  Los españoles, por la polémica mencionada, y, sobre todo, porque Nacho nos tiene acostumbrados a la danza contemporánea, con un estilo muy suyo. Se esperaba que la marca Nacho Duato estuviera presente en la versión clásica. De alguna manera así sucede.

En una primera impresión fascina la factura estética que se puede calificar de "bonita" y de buen gusto. A ello se une un generoso conjunto, en número,  de bailarines que proporcionan empaque a esta reposición. Según las crónicas rusas de crítica y público, el montaje no defraudó, hasta el punto que agotado el contrato en Rusia, el Staatsballet de Berlín lo contrató como director artístico y programó este montaje en su repertorio. Es este montaje, el que ha llegado al Teatro Real. Estas son sus credenciales.

La versión de Nacho es un híbrido de Petipa, - aunque no se menciona en el programa de mano y se atribuye la coreografía exclusivamente a Nacho, el propio Nacho ha declarado de palabra que lo ha seguido en la parte más clásica - y  el toque Duato, un tanto dulcificado, el cual aparece en los bailes cortesanos, cuyos movimientos recuerdan pasos y desplazamientos de coreografías suyas. Funcionan con elegancia, y crea unas líneas coreográficas muy expresivas. Más decidido, en cuanto a su estilo propio, se manifiesta en la creación de la Bruja Carabosse (Rishat Yulbarisov) y su corte. Todo un acierto, tanto a nivel plástico como dancístico. Por su parte, Rishat Yulbarisov, crea un personaje con fuerza y maleficio. El conjunto narra bien esa personificación del mal a través de los serpenteantes y velocidades corporales de los bailarines. Su irrupción brusca, no rompe para nada el estilo clásico con el que se cuenta la escena precedente. Es más, crea un buen contraste entre los dos mundos: el bien y el mal.

También se denuncia más explícitamente la mano de Nacho en el baile de los campesinos del Segundo Acto, el Bosque. Acierta y proporciona agilidad y ligereza  a todo el conjunto. Es este segundo Acto, a todos los niveles, es el que mejor funciona en una integración total de todos los elementos. Desde un bosque que se permite el lujo de movimiento en el traslado del príncipe, y, posteriormente, en la floresta vemos una romántica cama de piedra de Aurora, la princesa, hasta la creación coreográfica que recuerda el segundo Acto de El lago de los cisnes en el momento de la aparición de Aurora ante el Príncipe, guiado por el Hada de las lilas. El paso a dos, hilvanado con las líneas de bailarinas entrando y saliendo o formando círculo protector en torno a Aurora, resulta de gran fluidez y belleza. Narrativamente, en lo referente a la historia, está muy bien construido al unir los divertimentos palaciegos del bosque, la aparición de Aurora y su despertar.

Abiertamente, en los cortes efectuados por Nacho Duato, está la no información del sueño de todos los palaciegos, incluidos los reyes, cuando Aurora se pincha. Lógicamente el despertar es sólo de la princesa, al que no se le encomienda ninguna danza. Ello aligera un tanto la historia. Personalmente no me desagrada y la historia se entiende suficientemente.

Más extraño resulta el haber suprimido los regalos de las hadas. No se entiende el por qué y para qué acuden, salvo la idea de felicitar a los reyes por el nacimiento de Aurora. Es más, a nivel dancístico, la fusión de los dos estilos restalla un tanto. Partimos de los bailes de los cortesanos y de las evoluciones dancísticas de los Reyes y el resto de la corte en una coreografía fluida y bella en los movimientos, a lo cual ayuda mucho el ampuloso vestuario femenino de etéreas faldas. Las sucesivas entradas de las hadas de estilo abiertamente clásico y con el vestuario "ad hoc", los tutús, producen un ruptura de estilos demasiado manifiesta. Es como entrar en otro universo, sobre todo, cuando hasta el momento se ha conseguido una narración transmitida por la danza. Aunque, según palabras de Nacho, ha cortado ciertos virtuosismos, comprensibles en la época del s. XIX, la irrupción de las hadas rompen el ritmo narrativo y no consiguen una fusión con el estilo anterior. Es cierto que, narrativamente, son dos mundos distintos y ello podría suponer una excusa, pero, a nivel de espectador, al menos yo, siento como un ruptura y cierta gratuidad de la propia danza. Esta sensación no se tiene en el último Acto, puesto que claramente asistimos a la representación de los diversos cuentos, en los que el ballet clásico es protagonista.

No se puede dejar de mencionar la exquisitez plástica creada por Angelina Atlagić, tanto en la escenografía como en el vestuario. Es un alarde de buen gusto, en el que manteniendo lo figurativo, sabe superar el realismo y crear ambientes muy sugerentes y evocadores. De entre ellos el Segundo Acto, el Bosque, que se transforma a la vista del público: el ambiente de espinas y  zarzas cambia por el de rosas. La iluminación de Brad Fields juega un papel importante, sobre todo en este acto. A destacar también el último acto a nivel escenográfico y como impacto final, muy sugerente y evocador, el interminable velo de novia que, a modo de palio, acompaña a la novia a sus esponsales hasta coronarla definitivamente.

Los bailarines muestran una buena coordinación y los diversos solistas cumplen bien su papel. No obstante, no fue una velada de entusiasmo de aplausos - al menos el sábado 5 de septiembre -  en cada uno de los solos o de los pasos a dos por parte del público,  aplausos habituales en otras representaciones "balletísticas" de clásico. Sí, por el contrario, la salva de aplausos llegó al final.

Iana Salenko nos ofrece un Aurora espléndida, con un depurado estilo y una expresividad que le llevan desde la inocencia de su cumpleaños a la súplica de ser rescatada. Le acompaña Dinu Tamazlacaru, en el papel del Príncipe, que destaca por su limpieza en el salto y en los giros. El paso a dos del final retoma con eficacia la esencia del ballet clásico.

La orquesta, dirigida por Pedro Alcalde, cumple bien su cometido en un engranaje logrado entre maestros y bailarines.

Esta Bella Durmiente tiene como virtud primera, la construcción de un libreto-dancístico, que aligera la narración y evita las concesiones de la época en que el libreto se olvidaba para recrearnos en virtuosismos. Otro de los aciertos es conseguir que la danza, de uno u otro estilo, esté siempre presente en la escena. Hay danza. Impactante es el elemento plástico de todas las escenas tanto a nivel de escenografía como de vestuario. Más dudosas son algunas transiciones entre uno y otro estilo. En conjunto es una buena velada, que el público disfruta  placenteramente.

p.d. Una apostilla, ajena al espectáculo, es la queja de algunos espectadores - yo no había caído en la cuenta por aquello de que me parece obvio que se conoce el cuento - de que en el programa de mano no se incluye el argumento. "Ayuda más a la comprensión de la narración", comentaban.

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  LAS HADAS
FOTO: JAVIERDEL REAL

Título: La bella durmiente
Música: Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893)
Libreto:  Nacho Duato según la versión de Ivan Vsevolozhsky
Escenógrafa y figurinista: Angelina Atlagić
Iluminador: Brad Fields
Coreógrafo: Nacho Duato
Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid)
Intérpretes: Michael Banzhaf (Rey Florestan) / Beatrice Knop (Reina) / lana Salenko (Princesa Aurora) / Dinu Tamazlacaru (Príncipe Désiré), Arshak Ghalumyan (Catalabutte, Maestro de ceremonias) / Martina Bockmann (Niñera) / Elvis Abazi, Ty Gurfein (Pajes) /Anastasia Kurkova, Dominic Hodal (Candide) / Krasina Pavlova, Alexej Orlenco (Fleur de farine) / Ilenia Montagnoli, Kevin Pouzou (Miettes qui tombent) Marina Kanno, Federico Spallitta (Canari qui chante) / Elena Pris, Olaf Kollmannsperger (Violante),  Sarah Mestrovic, Nikolay Korypaev (Fee des Lilas) Rishat Yulbarisov,  Alexander Abdukarimov, Taras Bilenko, Artur Lill, Vladislav Marinov, Lucio Vidal, Wei Wang  (Carabosse y su corte) / Nikolay Korypaev, Kevin Pouzou, Alexej Orlenco, Olaf Kollmannsperger (Cuatro Príncipes) / Sebnem Gülseker (Duquesa) /  Krasina Pavlova, Vladislav Marinov, Ulian Topor (Trío) / Anastasia Kurkova (Zafiro) /   Krasina Pavlova (Amatista) /  Elena Pris - Olaf Kollmannsperger (Oro) /  Danielle Muir - Ulian Topor (Los gatos) / Marina Kanno - Nikolay Korypaev (El pájaro azul - La princesa Florine) / Maria Boumpouli - Dominic Hodal (Caperucita roja - El lobo) / Lisa Breuker - Alexander Shpak (El rey rana - La princesa) / Aoi Suyama - Ty Gurfein (Cenicienta - EI príncipe) / Xenia Wiest - Taras Bilenko (La bella - La bestia) /  Solistas y cuerpo de baile del Staatsballett Berlin (Cortesanos, campesinos, cazadores y ninfas)
Compañía: Staatsballet Berlín
Directora General: Christiane Theobald
Director artístico: Nacho Duato.
Duración : 2h. 40 minutos. Acto I: 55 minutos / Pausa: 20 minutos / Acto II: 32 minutos / Pausa: 20 minutos / Acto III: 33 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Real, 4 - IX - 2015

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 


FOTO:
BOGUSŁAW TRZECIAK

Teatro Real
Director: Joan Matabosch
Plaza de oriente s/n
28013 – Madrid
Tf. 91 516 06 60
Metro: Ópera, líneas 2 y 5
Ramal Ópera-Príncipe Pío
Sol, líneas 1, 2 y 3
Autobuses: Líneas 3, 25 y 39
Parking: Plaza de Oriente
Cuesta y Plaza de Santo Domingo
Plaza mayor

www.teatro-real.com

 

 

Última actualización el Martes, 08 de Septiembre de 2015 08:51
 
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