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La Loba. Hellman. Nuria. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Viernes, 25 de Mayo de 2012 11:52

LA LOBA

APLAUSOS MERECIDOS PARA LOS INTÉRPRETES  

 

 
 JEANNINE MESTRE / NURIA ESPERT / CARMEN CONESA
FOTO: DAVID RUANO

En 1939 Lilliam Helman estrenaba, en Broadway, La Loba (The Little foxes) con la temperamental Tallulah Bankhead. En España estábamos terminando la guerra civil. En 1941, en Norteamérica, las pantallas exhibían la versión cinematográfica dirigida por William Wyler e interpretada por Bette Davis, y España hacía dos años que transitaba por la postguerra. Será en 1944 cuando la versión cinematográfica llegue a España.

 

Lilliam Helman, batalladora donde las haya y con un punto de intransigencia, desnudaba, con La Loba,  a una clase de advenedizos tras la Guerra de Secesión Americana, ambiciosos del poder económico y de anhelar suplantar a la utópica, empobrecida y humillada aristocracia sureña, muy bien retratada por Margaret Mitchell en su novela Lo que el Viento se llevó (1936). Y de Lo que el Viento se llevó parece tener cierta dependencia. Scarlett O'Hara, la protagonista, no está muy lejos de la ambiciosa Regina Hiddens, protagonista de La Loba. Ambas son mujeres fuertes, dominadoras y en las que el fin justifica los medios. Tanto la Mitchell como la Hellman, anuncian un tipo de mujer que no se deja avasallar ni por los hombres, ni por las adversidades. Y también, tanto una como otra, tienen que pagar un precio: la soledad del tirano. Pero si ésta es la cara oscura de la naciente mujer americana, la cruz más benevolente es que con estos tipos se anuncia una reivindicación de la mujer buscando los mismos derechos que el hombre y rompiendo con la tradición de sometimiento, el cual lo representa el personaje de Birdie (Jeannine Mestre), cuñada de Regina. Si Regina y Birdie son los dos modelos de mujer en las antípodas, hay una tercera que encarna el equilibrio y el ideal de la mujer futura: Alexandra, la hija de Regina (Carmen Conesa). Es la juventud que plantea una nueva alternativa más justa y sin renunciar a la independencia. Al final de la obra Alexandra espeta a su madre: "No quiero la vida que tú no pudiste tener. Esa vida que ya nunca tendrás, madre, porque ya es demasiado tarde para ti (...) Te quedas sola, madre. Sola y vacía. ¿Tienes miedo?" No obstante, Alexandra ha heredado una virtud de su madre: la fuerza.

 

En el fondo, La Loba, es obra de mujeres: tres perfiles distintos reaccionando frente a un mundo nuevo y desconcertante, en el que la ambición, ansia de poder y dinero es la nueva religión. Tal filosofía de la vida lleva a otra más profunda: la dentellada de tu vecino y de tu hermano. También La Loba pertenece al género teatral con cierto estilo de sesión terapéutica, en la que la reunión de un grupo de personas hace aflorar los sentimientos reprimidos que nunca se han expresado hacia afuera.

 

La versión que vemos en el Teatro María Guerrero ha reunido a un grupo de veteranos actores. Veteranos por edad y por experiencia interpretativa. Esto ya es un punto a su favor. Y con una ajustada interpretación gozamos, sobre todo con Jeannine Mestre y Víctor Valverde, sin que ello suponga desmerecer el resto. Jeannine  nos ofrece su personaje con un gran poder de evocación y Víctor muestra una ajustada y medida contención. Nuria Espert, a medida que nos acercamos al final, echa mano de su tradición de "trágica", encarnando un personaje de gran dureza, que no nos deja indiferente.

 

Si algo hay que cuidar en La Loba es la contención dramática en una obra que, en el fondo, es un melodrama. La dirección de Gerardo Vera y el conjunto de actores han conseguido no caer en el precipicio del melodramatismo. Hay momentos de gran tensión resueltos con eficacia y son los que nos captan como espectadores. De hecho el valor mayor de este montaje son los actores. Aunque sea una pequeña anotación, vale la pena resaltar el  tratamiento vocal de Addie (Ileana Wilson), la criada negra. Se ha huido de la manida forma de hablar que nos han presentado las películas, cuando salen los esclavos negros, y que ha terminado siendo un tópico. Se agradece.

 

A pesar de ser un melodrama, está bien construido y no deja de tener importancia la temática central sobre la manipulación, caiga quien caiga, de una sociedad, cuya única meta es el poder acumulativo. La denuncia de Hellman en este aspecto, así como el abuso de poder, en 1939, aparecía como novedosa y valiente. El ambiente de finales del siglo XIX de la familia Hubbard (Regina, Oscar y Benjamín), era el espejo para una sociedad industrial americana de los años treinta. Lo curioso es que, en este aspecto, las restantes sociedades del mundo se han ido apuntando al carro, en vez de tomar la postura de Alexandra, en busca de un mundo mejor. Y lo que creíamos que era un engañoso reflejo sobre un espejo, al romperse, tras ese marco ciego se contempla la realidad, cuyas consecuencias estamos sufriendo en Europa. La ambición de unas cuantas Reginas nos ha llevado a la hecatombe.

 

La loba pertenece a ese tipo de teatro que el público agradece en cuanto se levanta el telón, pues nada más ver la escenografía  - aquí en un acertado realismo poético -, se queda tranquilo pues sabe que la historia que le van a contar la comprenderá. Un tipo de teatro de toda una época, que, aun manteniendo los valores, no dejamos de experimentar cierto peso del tiempo en algunos parlamentos, al habernos habituados a un teatro contemporáneo menos discursivo y más presente en diálogos y situaciones. De esto se resiente un poco esta versión. Quiere esto decir que hay escenas que deberían aligerarse, entre ellas la del comienzo, que además se alarga con el inicio, la salida de Nuria Espert bajando las escaleras, retorizando inútilmente el carácter del personaje y desvelando desde el principio  dicho carácter y desenlace, cuando debería ser una sorpresa su descubrimiento paulatinamente por parte de los espectadores. Podríamos arrancar directamente con el final de la cena en un tono más festivo y meterle tijeras a la llegada del empresario del Norte William Marshall (Paco Lahoz).

 

Sin embargo, lo más negativo de la versión es que resulta poco creíble el ansia de los personajes por emprender una nueva vida con un buen colchón de dinero. Me explico. Al haber elegido a Nuria Espert como la protagonista, no se ha querido disimular su edad y por lo tanto se ha subido la edad de todos los demás personajes. No son cuarentones o cincuentones, sino sesentones altos. Y el interrogante que se plantea es :¿Tiene sentido esa ansia de una nueva vida en personas que están al final de ella? Entre esas subidas de edad  le ha tocado la china también al personaje de Alexandra, que de una muchacha joven en poder de las ilusiones y fuerza de la juventud, pasa a ser una solterona de 40 años, y por lo tanto la juventud la abandonado con todo lo que ello supone de frustraciones, renuncias o aceptaciones. Y menos se entiende el deseo por parte de la familia de casarla con Leo Hubbard (Markos Marín), un joven. Tal pretensión no clama al cielo por los intereses económicos en esa unión, sino por la diferencia de edad. La reacción final de Alexandra no es lo mismo en una joven que en una cuarentona. Pierde fuerza.

 

La obsesión por subir edades no parece fuera tan necesaria, pues la distancia del teatro falsea las edades de los actores. Bastaría no utilizar cabellos blancos y algún retoque. Aquí por el contrario, se ha cargado en exceso las tintas perjudicando la verosimilitud de la historia. A pesar de esto, la magnífica interpretación de todo el conjunto y la interesante problemática central de la obra, que no ha perdido actualidad, hacen que el público llene el aforo y explote en aplausos. Aplauso merecidos para los intérpretes.  

 

 
 VÍCTOR VALVERDE / CARMEN CONESA
FOTO: DAVID RUANO

Título: La loba (The little Foxes)

Autora: Lilliam Hellman

Dramaturgia: Gerardo Vera
Versión: Ernesto Caballero
Escenografía:
Gerardo Vera

Vestuario: Franca Squarciapino

Iluminación: Juan Gómez-Cornejo

Música y diseño de sonido: Luis Miguel Cobo

Video-escena: Álvaro Luna

Diseño de cartel: Isidro Ferrer

Fotos: David Ruano y Paco Amate

Vídeo-clip: Paz Producciones

Coproducción: Centro Dramático Nacional y Juanjo Seoane Producciones

Intérpretes: Hector Colomé Benjamin Hubbard, hermano mayor de Regina) , Carmen Conesa (Alexandra Hiddens, hija de Regina y Horace),  Nuria Espert (Regina Hiddens, esposa de Horace),  Ricardo Joven (Oscar Hubbard, hermano de Regina),  Paco Lahoz (William Marshall, rico empresario del Norte),  Markos Marín (Leo Hubbard, hijo de de Oscar y Birdie),  Jeannine Mestre (Birdie Hubbard, esposa de Oscar),  Víctor Valverde (James Hiddens, esposo de Regina),  Ileana Wilson (Addie, criada negra)

Dirección: Gerardo Vera
Duración:
1 hora 50 minutos (Aprox).
Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero (CDN), 20 - IV - 2012

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 


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Última actualización el Sábado, 26 de Mayo de 2012 06:30
 
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