EXPULSADAS DEL PARAÍSO
LAS CADERAS DE LA MUJER
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FOTO: SUSANA PAIVA |
La poética de Elena Córdoba está dotada de una personalidad singular. Su sólida formación en el ámbito de la danza y su inquietud artística y científica han permitido a esta creadora recorrer un ya dilatado itinerario, caracterizado por una investigación rigurosa y progresiva acerca del cuerpo humano, preferente, aunque no exclusivamente, del cuerpo femenino. El cuerpo se convierte en el instrumento de su pensamiento; todo emerge de esa toma de conciencia de la propia corporalidad. Como ha explicado en alguna ocasión Antonio Fernández Lera, “las palabras toman cuerpo y los cuerpos toman la palabra”.
El cuerpo es explorado como si de algo extraño se tratara, lo que proporciona a los procesos una paradójica sensación de perplejidad. La introspección busca los aspectos más íntimos, más recónditos o más insólitos. Los descubrimientos se tornan a un tiempo divertidos y dolorosos, y hasta obscenos, si se miran desde la perspectiva de lo culturalmente admitido, pero siempre reveladores e inapelables. Y también hermosos. Lo bello es compatible con lo que la norma social considera desagradable, precisamente por su condición orgánica. Y este es el territorio en el que la artista desarrolla su investigación desprejuiciada e incisiva. Su mirada se vuelve íntima y atenta, sin obstáculos físicos ni morales. La animalidad del cuerpo humano, sus movimientos automáticos –involuntarios-, los límites del propio cuerpo y los del cuerpo ajeno, el dolor corporal y la resistencia a ese dolor son algunos de los campos de experimentación en los trabajos últimos de Elena Córdoba. Su colaboración con el profesor y cirujano Cristóbal Pera ha intensificado esta investigación científica sobre el cuerpo humano y los resultados se han mostrado aún más luminosos.
Expulsadas del paraíso, que ahora se exhibe en Escena contemporánea, se estrenó en Citemor durante el verano de 2010. El título, poético y cargado de simbolismo, apunta de nuevo hacia la corporalidad femenina –hacia la corporalidad toda- y plantea una reflexión sobre –o desde- las caderas y el vientre de la mujer, origen de la vida, receptáculo del alimento que alienta y mantiene esa vida, pero también depósito del excedente de esos mismos alimentos. “Todo ser que se alimenta está sujeto a la muerte”, figura en uno de los textos que se proyectan sobre la pared que limita el escenario, es decir, todo lo que vive lleva en sí mismo el germen de la muerte. La Eva bíblica, vista de su larga plasmación pictórica, pero también literaria, constituye el paradigma de esta investigación científica y estética, tal como apunta el sugerente título.
Las caderas femeninas se muestran como objeto de deseo, territorio de fetidez y de corrupción, espacio de plenitud y de vacío, ámbito en el que deja su huella física el paso del tiempo, símbolo metonímico de la mujer y origen de la condición humana misma. En consecuencia, el estudio dramático y anatómico de las caderas se plantea desde la mutación corporal, desde los movimientos que ejecutan con precisión tres bailarinas: la propia Elena Córdoba y dos de sus colaboradoras habituales: Montse Penela y Camille Hanson. Sus ejecuciones, precisas y hermosas, investigan acerca de las caderas femeninas desde acciones diversas que exploran a su vez los límites de la danza como expresión artística y como mecanismo de obtención de conocimiento del propio cuerpo. Sus movimientos escudriñan lo que parece más íntimo, pero que, a un tiempo, es también lo más relacionado con la vida humana. Algunos resultan humorísticos, otros aparecen asociados al dolor; todos, sin embargo, compaginan la belleza estética con una inusitada capacidad de revelación.
El espectáculo administra magistralmente el silencio, punteado con la música de Shostakovich, que suena en algunos momentos en los que se ofrece como paréntesis de ese prolongado y denso silencio. La palabra nunca se pronuncia en voz alta y sólo ocasionalmente se proyectan incisivos textos sobre la pared del fondo del escenario, que funciona a modo de pantalla. La austeridad de la música y de la palabra resalta la imagen de los cuerpos femeninos, desnudos o semidesnudos, impecablemente iluminados, en los que se advierte la influencia de tantas tradiciones pictóricas clásicas. En definitiva, Expulsadas del paraíso es un espectáculo delicado, brillante y ejemplar. El riesgo asumido, la ambición intelectual del proyecto o el drástico proceso de depuración a que la creadora somete a sus materiales, unidos a una cuidada factura del trabajo, hacen de Expulsadas del paraíso una de las propuestas más originales y estimables de la creación escénica española contemporánea.
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FOTO: SUSANA PAIVA |
Título: Expulsadas del paraíso.
Dirección y creación: Elena Córdoba.
Ayudante de dirección: María José Pire.
Iluminación: Carlos Marqueríe.
Bailarinas: Montse Penela, Camille Hanson, Elena Córdoba.
Duración: 1 H.
Estreno en España
Estreno en Madrid: Escena Contemporánea. Sala Cuarta pared, 17 – II -2011.
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Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla
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