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Combate de negro y de perros. Reseña 1990. Crítica. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Juan Luis Veza.   
Miércoles, 28 de Abril de 2010 16:47
COMBATE DE NEGRO Y DE PERROS
HORAS HABLANDO

[2005-03-28]

Koltés llega a nuestros escenarios con motivo de su reciente muerte. Un texto este “Combate” nada fácil debido a sus largos parlamentos.


RESEÑA (JUNIO 1990)
(Nº 207 pp. 11)

COMBATE DE NEGRO Y DE PERROS
HORAS HABLANDO


(Koltés llega a nuestros escenarios con motivo de su reciente muerte.
Un texto este “Combate” nada fácil debido a sus largos parlamentos)


Titulo: Combate de negro y de perros.
Autor: Bernard-Marie Koltés.
Traducción: Sergi Belbel.
Escenografía y vestuario: Chriatoph Schubíger/Katrin Furler.
Dirección: Miguel Narros.
Intérpretes: Sancho Gracia, Antonio Valero, Pilar Bayona, Alem Lukuse.
Estreno: Teatro María Guerrero, CDN, 27 – IV – 90.

ANTONIO VALERO
FOTO: A. DE BENITO

Bernard-Marie Koltés, fallecido de sida hace un año, se había impuesto en París como el joven autor de moda: rupturista, renovador, su breve producción teatral ha sido llevada a la escena por grandes directores y actores. El CDN ha querido unirse a esta corriente programando un breve ciclo que se abre con este Combate, traducido por Sergi Belbel, con lo que se completa el toque de modernidad.

Estamos ante un texto largo (después de las primeras funciones ya se ha cortado media hora, y todavía quedan más de tres...) defendido por cuatro actores que se encuentran de dos en dos. Cada uno debe afrontar extensas tiradas de texto: hablan durante horas. Y con tanto hablar apenas se comunican, apenas se encuentran, anclado cada uno en su propio registro, su mundo, su monólogo vital. Flota todo el tiempo en el ambiente una amenaza, que sólo al final estallará en parte. Pero una tensión mantenida tanto tiempo en la escena corre el peligro de diluirse. El público, de hecho, se mueve un poco en la butaca mientras se suceden las palabras...

La historia transcurre durante una noche en un campamento francés de obras públicas en un país africano. Los escenógrafos han ideado un inmenso decorado —un puente de hormigón a medio construir—, que recoge bien el ambiente pero apabulla un poco con sus dimensiones. Parece que seguimos en la onda de los decorados impresionantes, que entran por el ojo, en un alarde visual impactante. Me sigo preguntando si vale la pena. El ambiente se completa con una rica banda sonora de ruidos, desde los sapos y pájaros de la selva hasta los gritos-lamentos de los centinelas o los coros de voces que cantan a lo lejos.

Miguel Narros dirige en este marco a los actores con toda la soltura que el texto permite, moviendo los momentos de diálogo, variando los rincones, añadiendo alguna acción cuando es posible. Y desplazando por el escenario un jeep que se convierte en parte importante de la escena y el movimiento. Por su parte, los actores realizan un interesante trabajo, empezando por un Sancho Gracia al que hay que alabar su decisión de volver al escenario para salir de su propio estereotipo interpretativo: bienvenido a las tablas, donde el trabajo es más exigente aunque se gane menos dinero. En el escenario Sancho Gracia tiene presencia y gancho, aunque está demasiado entero para el papel de hombre mayor que se le pide. Antonio Valero compone un personaje desquiciado pero creíble, logro que hay que apreciar especialmente porque no aparece tan definido en el texto. Su trabajo es de lo mejor del espectáculo. Pilar Bayona presta también coherencia a un difícil personaje entre ingenuo y grotesco, con lejanos ecos de la Blanche Dubois, - Un tranvía llamado deseo - de T. Williams. Alain Lukusa aporta el contraste necesario de su africanidad, pero la tensión de sus manos en los parlamentos acusa su falta de veteranía.

A pesar de una meritoria labor de actores y director, a pesar del despliegue visual de la escenografía (con su lluvia correspondiente, que siempre es de gran efecto), a pesar de que late un claro componente dramático en el texto, el conjunto del espectáculo funciona mal, porque cansa y aburre. Y eso no gusta a nadie. Los aires rupturistas y renovadores no pueden significar que cualquiera escribe buen teatro, Como no todo rupturista en la pintura pinta buenos lienzos. Dentro de la búsqueda general a que hoy están sometidas las artes, como el conjunto de la cultura toda, no deberla olvidar- se lo que parece distintivo de cada parcela; y el teatro sigue siendo interesante en cuanto muestre «acción». No apasionan los decorados, ni las provocaciones gratuitas, ni los actores-vedettes, ni los personajes que salen «a hablar», sino las personalidades ricas que luchan por salir de sus conflictos. Eso lo sabe cualquier profesional del teatro; eso lo corrobora constantemente la experiencia; eso debería saberlo también el buen espectador, y esto no debería olvidarse a la hora de las rupturas renovadoras.

 

Más información

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           DE NOCHE JUSTO ANTES DE LOS BOSQUES - Crítica Teatro
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JUAN LUIS VEZA
Copyright©vezaiglesias


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Bus: 5,14,27,37,45,52,150
RENFE: Recoletos
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Tf. :91 310 29 49

 

 
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