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El Burgués gentilhombre. Reseña 1994. Crítica. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo.   
Sábado, 27 de Marzo de 2010 15:51
EL BURGUES GENTILHOMBRE
PROVOCACIÓN Y BRILLANTEZ

[2007-03-23]
La compañía Morboria, nacida en 1983 ve en El Burgués Gentilhombre una obra que puede muy bien ser tratada con su estilo propio. Desarrollan un gran ingenio para desdoblarse en la multitud de personaje que exige la obra. Obtuvo el Premio Ágora de Teatro (Almagro, 1995), como Dirección Revelación.


 


 

RESEÑA, 1994
NUM, 255, pp. 10 - 11

EL BURGUES GENTILHOMBRE
Provocación y brillantez

La compañía Morboria, nacida en 1983 ve en El Burgués Gentilhombre una obra que puede muy bien ser tratada con su estilo propio.
Desarrollan un gran ingenio para desdoblarse en la multitud de personaje que exige la obra.
Obtuvo el Premio Ágora de Teatro (Almagro, 1995), como Dirección Revelación.


Título: El burgués gentilhombre.
Autor: Molière.
Traducción, adaptación: Eva del Palacio.
Diseño, espacio escénico y atrezzo: Fernando Aguado y Eva del Palacio.
Música:
Carlos Pérez Montoro.
Intérpretes: José Luis Santos, Pedro Olivera, Fernando Aguado, Javier Botella, Nacho Fernández, Alvaro Aguado, Margarita Sánchez, Eva del Palacio y Violeta Sánchez.
Dirección: Eva del Palacio.
Producción: Morboria Teatro.
Estreno en Madrid: Teatro Alfil, 4 - X- 1994.

Un curioso personaje, el señor Jourdain, rico e ignorante burgués empeñado en imitar a los nobles y ser, al cabo, tenido por uno de ellos, es el protagonista de El burgués gentilhombre. Escrita por Molière para satisfacer un encargo real, la desenfadada comedia-ballet fue presentada a la Corte en el castillo de Chambord el 14 de octubre de 1670. Como tras la representación Luis XIV nada dijo, los asistentes dedujeron que la nueva pieza del dramaturgo no le había gustado y no tuvieron ningún reparo en proclamar que con ella se iniciaba el declive de su autor. Días después hubo una segunda representación que mereció los elogios reales, con lo que los detractores mudaron de parecer y determinaron, con pesar, que la pieza era buena, incluso excelente. Más tarde, el público parisino la aplaudió durante veinticuatro días en el escenario del teatro del Palais Royal. Y así, el nuevo personaje no tardó en enriquecer la galería de criaturas inmortales - ya la ocupaban el falso devoto Tartufo y el avaro Harpagón- creadas por Molière.

Sin embargo, no hay que buscar en esta sátira sobre el empeño de los nuevos ricos por subir a más altos peldaños de la escala social la acerada crítica con que fustiga Molière en otras obras suyas. Es cierto que salen malparados el propio Jourdain y cuantos están representados en él, esa legión de necios dispuesta a emplear su fortuna en satisfacer sus desmedidas ansias de grandeza. Y la nobleza arruinada y depredador a representada por el engatusador Dorante. Y, en fin, los artistas - los profesores de música y de baile - y licenciados que exprimen al estúpido Jourdain cobrándole a precio de oro unas enseñanzas que sus escasas luces le impiden asimilar.

Pero a lo que en esta ocasión aspiraba Molière, cuando la Corte salía del luto decretado tras la muerte de la cuñada del Rey, era a brindar un espectáculo vistoso, amable y divertido. Para ello contó con la colaboración de Juan Bautista Lulli, cuya música y ballets eran muy apreciados, y creó escenas tan hilarantes como la ceremonia turca inspirada en la reciente visita de un embajador extraordinario del Sultán de Turquía. Tal escena le sirvió para inventarse una jerga disparatada, algunos de cuyos vocablos acabaron por incorporarse al lenguaje popular francés.

Es el aspecto festivo de El burgués gentilhombre el que ha atraído a los miembros de Morboria Teatro. El texto de Molière les permitía ahondar en un estilo propio cultivado, desde la creación de la compañía en 1983. Hay desenfado y exageración deliberada en cuanto hacen, buenas dosis de provocación y brillantez, tanto en la interpretación de los actores como en la presentación del espectáculo. El texto ha sido adaptado a las exigencias de este trabajo concreto con algunas licencias que se aceptan de buen grado y la música, respetuosa con la época, concebida para subrayar el tono de burla que invade el escenario.

Los actores, nueve para representar a más de cuarenta personajes, se entregan con entusiasmo a un juego cuyas reglas han establecido ellos e mismos. Se divierten y divierten. Todos merecen ser citados. Fernando Aguado en el papel de Jourdain; Pedro Olivera, trasvestido - así concibió Molière el personaje- en su sensata esposa; Eva del Palacio como Dorimena; Nacho Fernández, mejor en el papel de enamorado Cleonte que en el sobre actuado maestro de armas; José Luis Santos, en los cuatro papeles que asume; Alvaro Aguado en el apaleado profesor de filosofía; Violeta Sánchez en la desesperada y enamorada Lucila, y, en fin, Margarita Sánchez y Javier Botella en los divertidísimos Nicolasa, la sirvienta de Jourdain, y su gesticulante lacayo.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 06:29
 
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